Domingo del Cuerpo de Cristo: 11 de junio 2023

Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo. Discutían entre sí los judíos y decían: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: En verdad, en verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del hombre, y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre. (Juan 6,51-58)

Referencias bíblicas

– Y dijo Yahvé Dios: ¡Resulta que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre. (Génesis 3,22)

– El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el Paraíso de Dios. (Apocalipsis 2,7)

– Mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió, se lo dio y dijo: Tomen, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, después de dar las gracias, se la pasó, y bebieron todos de ella. Y les dijo: Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. (Marcos 14,22-24)

– Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Éste es mi cuerpo que se entrega por ustedes; hagan esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por ustedes. (Lucas 22,19-20)

– Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: Tomen, coman, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: Beban de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados. (Mateo 26,26-28)

– Porque yo recibí del Señor lo que les transmití: que el Señor Jesús, la noche en que era entregado, tomó pan, dando gracias, lo partió y dijo: Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes; hagan esto en memoria mía. Asimismo, tomó el cáliz después de cenar, diciendo: Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre. Cuantas veces la bebieren, háganlo en memoria mía. Pues cada vez que coman este pan y beban de este cáliz, anuncian la muerte del Señor, hasta que venga. (1 Corintios 11,23-26)

– Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Unigénito, lleno de gracia y de verdad. (Juan 1,14)

– Les dice Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. (Mateo 8,20)

– Permanezcan en mí, como yo en ustedes. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco ustedes si no permanecen en mí. Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada. (Juan 15,4-5)

– En cuanto a ustedes, lo que oyeron desde el principio permanezca en ustedes. Si permanece en ustedes lo que oyeron desde el principio, también ustedes permanecerán en el Hijo y en el Padre, y esta es la promesa que él mismo les hizo: la vida eterna. Y ahora, hijos míos, permanezcan en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su Venida. (1 Juan 2,24-25.28)

– A Dios nadie le ha visto nunca. Si nos amamos unos a otros, Dios mora en nosotros y su amor ha llegado en nosotros a la perfección. En esto reconocemos que moramos en él y él en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre ha enviado a su Hijo, como Salvador del mundo. Si uno confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios mora en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es Amor: y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él. (1 Juan 4,12-16)

– Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. (Juan 5,26-27)

– Entonces le dijeron: Señor, danos siempre de ese pan. Les dijo Jesús: Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya se los he dicho: Me han visto y no creen. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. (Juan 6,34-39)

– Los judíos murmuraban porque había dicho: Yo soy el pan que ha bajado del cielo. Se preguntaban: ¿No es este Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir: He bajado del cielo? Jesús les dijo: No murmuren entre ustedes. Nadie puede venir a mí, si el Padre que me envía no lo atrae; y yo lo resucitaré el último día. (Juan 6,41-44)

– Cuando se evaporó la capa de rocío apareció en la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha. Al verla los israelitas, se decían unos a otros: ¿Qué es esto? Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: Éste es el pan que Yahvé les da de comer. Esto es lo que manda Yahvé: Que cada uno recoja cuanto necesite para comer, según el número de personas que vivan en su tienda. (Éxodo 16,14-16)

– Mandó desde lo alto las nubes, abrió las compuertas del cielo; les hizo llover maná para comer, les hizo llegar un trigo celeste; el hombre comió pan de los Fuertes, les mandó provisión para hartarse. (Salmo 78,23-25)

– A tu pueblo, por el contrario, lo alimentaste con manjar de ángeles y les mandaste desde el cielo un pan preparado sin fatiga, que producía gran placer y satisfacía todos los gustos. Este sustento mostraba tu dulzura para con tus hijos, pues se adaptaba al gusto del que lo tomaba y se transformaba en lo que cada uno quería. (Sabiduría 16,20-21)

Comentario

El evangelio está en el contexto del discurso del pan de vida (Juan 6,35-58) y de la tercera sección del libro de los signos (Juan 6,1-71), cuyas partes son: 1. Signo: La multiplicación de los panes (6,1-15); 2. Signo: La marcha sobre las aguas (6,16-21); 3. Diálogo: El verdadero alimento (6,22-34); 4. Discurso: El pan de vida (6,35-40); 5. Controversia: El pan del cielo (6,41-43); 6. Discurso: El pan para la vida del mundo (6,44-51); 7. Controversia: El pan eucarístico (6, 52-66); 8: Testimonio: Confesión de Pedro (6,67-71). Esta sección tiene dos signos, en los cuales Jesús va al encuentro de las personas que sufren necesidad y lo hace porque él es superior a las fuerzas del mal. El mensaje central anuncia que Jesús es el pan para que el mundo tenga vida, a través de diálogos, discursos y controversias. Porque la comparación con el pan como alimento causó polémica y hasta rechazo entre los auditores. La escena culmina en una extraordinaria confesión de fe de Pedro, ante la pregunta de si ellos también se habían escandalizado. Señor, tú tienes palabras de vida eterna y nosotros creemos que tú eres el Santo de Dios. (6,68-69)

El texto se divide en cuatro partes. 1. El pan de vida (6,51). Al comienzo del discurso, Jesús ya se había presentado como pan de vida que venía del cielo (6,35). Ahora este pan se transformaba en carne que había que comer para tener la vida eterna. 2. Discusión (6,52). Anteriormente, el problema de los auditores estaba relacionado con el pan bajado del cielo, que se refería al origen divino de Jesús, en circunstancias que ellos sabían de dónde venía (6,41). Ahora, el motivo del escándalo estaba relacionado, más bien, con la dura expresión carne, que se refería a la dimensión humana de Jesús. 3. La carne y la sangre (6,53-55). El evangelista utiliza deliberadamente la expresión carne en vez de cuerpo, como lo hacen los evangelios sinópticos y 1 Corintios, y agrega también la expresión sangre. Además, el verbo griego que él usa para comer significa concretamente comer masticando con los dientes. Está claro que para el evangelista se trataba de una comida muy especial: Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. (6,55)Todas estas expresiones pretendían ser la imagen representativa de una realidad muy concreta y, a la vez, muy misteriosa. Al parecer, el autor quería evitar tanto una interpretación meramente espiritual de la relación con Jesús, como una visión puramente material de la comida y la bebida que había que consumir. Al optar personalmente por Jesús, el discípulo establecía una comunión tan profunda con él, que incluía toda su persona, su vida y su existencia. La adhesión a Jesús era un misterio que se manifestaba en la aceptación plena de su persona como palabra de Dios hecha carne, realidad que había que asumir. Pero también había que aceptar bebiendo su sangre, la muerte salvadora de Jesús con todas sus consecuencias. Al comer la carne y beber la sangre, el discípulo manifestaba una adhesión plena a Jesús en su dimensión encarnada y trascendente, hacía suya su entrega total para la vida de todos y declaraba su compromiso de participar activamente en el actual proceso salvador del mundo. 4. Conclusión (6,56-58). Los efectos de comer la carne y beber la sangre de Jesús son varios: la resurrección en el último día, la vida eterna, la participación plena en la vida de Jesús y la permanencia junto a él para siempre.

+ P. Sergio Cerna, SVD