Domingo 16° del año: 21 de julio 2024

Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado. Él, entonces, les dice: Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco. Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. Pero les vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. (Marcos 6,30-34)

Referencias bíblicas

– Al oírlo Jesús, se retiró de allí en una barca, aparte, a un lugar solitario. En cuanto lo supieron las gentes, le siguieron a pie de las ciudades. Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. (Mateo 13,13-14)

– Cuando los apóstoles regresaron le contaron cuanto habían hecho. Y él, tomándolos consigo, se retiró aparte, hacia una ciudad llamada Betsaida. Pero la gente lo supo y le siguieron. Él los acogía, les hablaba del Reino de Dios y curaba a los que tenían necesidad de ser curados. (Lucas 9,10-11)

– Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían los signos que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. (Juan 6,1-4)

– Por aquellos días, habiendo de nuevo mucha gente y no teniendo qué comer, llama Jesús a sus discípulos y les dice: Siento compasión de esta gente, porque hace ya tres días que permanecen conmigo y no tienen qué comer. Si los despido en ayunas a sus casas, desfallecerán en el camino, y algunos de ellos han venido de lejos. (Marcos 8,1-3)

– Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la palabra. (Marcos 2,2)

– Vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. (Marcos 3,20)

– Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor. Entonces dice a sus discípulos: La mies es mucha y los obreros pocos. Rueguen, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. (Mateo 9,36-38)

Comentario

En el evangelio del domingo pasado, Jesús había enviado a sus doce apóstoles a anunciar su mensaje salvador y les había dado instrucciones muy concretas, para garantizar un buen desempeño y resultado en su misión. En el relato del evangelio de Marcos de hoy, se encuentra el desenlace y la conclusión del evangelio anterior. El llamado inicial había tenido como objetivo que los apóstoles acompañaran a Jesús y compartieran con él su vida; esta fue la primera etapa de su seguimiento de Jesús. Pero, llegó el momento en que ellos mismos tenían que transformarse también en misioneros itinerantes. Por tal motivo, ellos fueron enviados de dos en dos a distintos lugares, para que anunciaran el mensaje de Jesús, invitaran a un cambio de vida, expulsaran a los malos espíritus y curaran a los enfermos de todas sus dolencias.

Pues bien, una vez realizada esta primera experiencia misionera independiente, los apóstoles regresaron, se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado a la gente. Seguramente, lo hicieron con mucha emoción y gran entusiasmo, ya que para ellos se trataba de una experiencia completamente nueva. La reacción de Jesús consistió en invitarlos a un lugar apartado para que ellos pudieran descansar un poco de sus múltiples trabajos. Uno de los efectos de su misión había sido que la gente descubrió que también podían contar con ellos, así como habían podido contar con Jesús. Por tal motivo, de todas partes acudía un gran número de personas hasta ellos. Ayer como hoy, llama profundamente la atención cuando hay personas que se preocupan realmente de los demás y están disponibles para atender a sus necesidades y compartir sus inquietudes. En el caso de los apóstoles, el evangelio señaló que la situación era bastante complicada, pues a ellos no les quedaba tiempo ni para comer, mucho menos para tener un momento de reposo y tranquilidad.

Jesús y los apóstoles pensaron que lo único que podían hacer era tomar una cierta distancia de toda la gente que los seguía. Por eso, ellos se dirigieron en una barca a un lugar del mar de Galilea que consideraron apartado y de difícil acceso. Sin embargo, la gente se dio cuenta de la estrategia y se dirigieron corriendo por la orilla del lago a ese mismo lugar, llegando incluso mucho antes que Jesús y los apóstoles. Al desembarcar, Jesús se encontró con la gran cantidad de gente que lo esperaba en la orilla del lago. Emocionado, Jesús sintió una gran compasión por todos ellos, ya que se encontraban como ovejas que no tenían pastor que las cuidara y se preocupara de ellas. La compasión de Jesús consistió en ponerse en la situación de la gente que lo seguía y demostrar que estaba dispuesto a compartir su destino. El relato del evangelio concluyó simplemente con la observación de que Jesús se puso a enseñarles muchas cosas. El evangelio no lo dice, pero podemos imaginarnos en qué consistieron esas cosas. En realidad, seguramente fue una sola cosa de la que les habló Jesús: Ánimo, no están solos, hay un Padre que los quiere mucho y que está preocupado todo el tiempo de cada uno de ustedes.

P. Sergio Cerna, SVD