Trabajadores, Trabajadoras
Dirigentes sindicales,
Sociales
A los Cesantes
A todos y todas
Paz y bien.
Les saludo y deseo que el Señor Resucitado les conceda a todos la paz, les sostenga en sus luchas cotidianas y les afirme en la esperanza y compromiso de tiempos más justos y alegres para nuestro pueblo, para las familias y organizaciones, al conmemorar el día del trabajo en este 01 de mayo y me uno a todos los trabajadores y trabajadoras en este año 2023.
Si me permiten les narro lo que dice el libro sagrado del Genesis, que Dios creó el mundo, que pensó, creó y dio vida al hombre y la mujer, para mirar juntos un horizonte común, y les dio a ambos una bella y gran misión: gestionar, ser buenos administradores, trabajar y llevar adelante la creación. Trabajar, para que avance, al punto de que el trabajo que se realice, es continuación del trabajo de Dios Padre. El Trabajo no es consecuencia del pecado, sino que el trabajo humano es la vocación del hombre recibida de Dios al final de la creación del universo. El Trabajo es aquello que asemeja al hombre a Dios, porque con el trabajo, el hombre, la mujer es capaz de crear, también de formar familia y sacarla adelante. Puedo decirles que la primera vocación del hombre y la mujer es trabajar y tal realidad le da dignidad, la dignidad del trabajo, o dicho de otro modo, el trabajo dignifica. Por ello, cuando alguien o muchos no tienen trabajo, están cesantes es un atentado a su dignidad original más sagrada. Qué bello es crear, recrear y trabajar, por tal motivo, es importante conquistar condiciones laborales justas y donde se respete la dignidad de toda persona en su ser integral.
También manifiesto que la dignidad del trabajador se encuentra muchas veces pisoteada, por malos ambientes laborales, por tratos indignos, por remuneraciones que no alcanzan a un sueldo ético, porque hay muchas personas que no son libres en su trabajo, como tampoco se desarrollan en ambientes adecuados y estimuladores. Trabajan para sobrevivir, nada más. Y porque también los hay que sus remuneraciones son una ofensa para muchos y especialmente para los más pobres. Tales desigualdades no responden al plan creacional de Dios, sino más bien, son parte del egoísmo y avaricia del hombre que rompe la comunión creacional.
Cuando llegué hace un año a la Región, mis primeras palabras en la plaza Arturo Prat, fueron como siguen: “Iquique, la Región, es una tierra embellecida por sus paisajes, sus colores, y especialmente por su gente que la habita. Es tierra regada y florecida por esfuerzos cotidianos de cada familia, de cada persona, de cada Institución y de las iglesias que la habitan, pero, especialmente regada por el sacrificio y la sangre de tantos que en su historia han sabido conquistar mejor vida para el presente y sobre todo para las siguientes generaciones. Ejemplo de ello, aunque ya lejana en el tiempo y con el permiso de los presentes, hago memoria orante, con dolor y respeto, por los miles de obreros, chilenos, bolivianos y peruanos que cayeron por reinvicaciones laborales, en la matanza en la Escuela santa María ocurrida en el año 1907 y con posterioridad, hasta el día de hoy.
Como todos sabemos que el 1 de mayo en Chile y en muchas partes del mundo, se festeja el Día Internacional del Trabajo. Un momento especial para conmemorar la ardua labor y lucha incansable de trabajadores, que desde 1886, cuando un grupo de sindicalistas norteamericanos decidieron manifestar su descontento e hicieron una huelga que empezó el 1 de mayo en la capital del estado de Illinois y finalizó tres días después con la muerte de personas que fueron llamados desde ese momento como los mártires de Chicago. Su causa, fue exigir 8 horas de jornada laboral. Hoy y unos años, se establece por ley la aprobación de disminuir las horas laborales, para llegar a tener 40 horas semanales.
Junto a lo anterior, ustedes saben muy bien que en este día 1 de mayo, la Iglesia celebra la fiesta de San José Obrero. San José, esposo de la Virgen María, hombre trabajador, carpintero, y que enseñó a Jesús, Hijo de Dios, el mismo trabajo. Un Dios que trabaja, que se solidariza con todos los trabajadores de su tiempo y de todos los tiempos. Más allá de sus creencias, les manifiesto con respeto y cariño que el Dios del Reino, el Dios de los Bienaventuranzas, el Dios de los pobres y en contra de toda pobreza, miseria e injusticia, es el Dios de todas las causas justas y transcendente y camina con ustedes y con todos, especialmente con los pobres, con los empobrecidos, para sostener y empujar la historia, no sin nosotros, para que todos y no unos pocos, tengan una remuneración y desarrollo que les permita vivir lo mejor posible, pero siempre viviendo en fraternidad y sin volverse insensible, insolidario, ante el sufrimiento de otros.
Les invito a vivir esta jornada en reflexión integrando contenidos como: trabajo, dignidad humana y honestidad. Trabajo, economía y transparencia. Trabajo y medio ambiente; Un modelo económico que ponga a la persona en el centro. Que este día posibilite nuevos estímulos para renovar el esfuerzo para que en todo lugar y para todos, el trabajo sea digno y que posibilite hacer crecer una economía, para conquistar un mundo con más paz, justicia, fraternidad y equidad.
Antes de finalizar, les comparto una reflexión que brota de los escritos de San Francisco de Asís: Francisco y Clara de Asís, junto con sus primeros seguidores, hicieron una opción específica en la sociedad de su tiempo, deliberadamente quisieron vivir su vocación evangélica formando parte del orden de los trabajadores; comprendieron que el trabajo, como medio de ganarse el pan de cada día, era el símbolo de la pobreza por
antonomasia. Por amor a Cristo pobre se abrazaron al trabajo, se lanzaron a los trabajos que rechazaban aún los más necesitados.
El trabajo tiene una función específica en la vida evangélica propuesta por Francisco y Clara de Asís, en cuanto se trabaja para vivir y tener lo necesario, para dar testimonio y para huir de la ociosidad. El trabajo es un medio y no un fin en sí mismo; se trabaja para vivir, pero no se vive para trabajar. Según el pensamiento de ambos, por encima del trabajo y de la economía, se encuentra, la persona humana, en cuanto no debe ser alienada sino humanizada por su trabajo.
Termino diciéndoles que me alegro que se reúnan a conmemorar este día con el sueño de Dios y nuestro, para que a nadie le falte el trabajo justamente remunerado y puedan gozar de la dignidad del trabajo, de la necesidad del descanso y en contra de cualquier atropello a su dignidad. Que esta sea nuestra oración y compromiso, ante Dios, ante la Virgen del Carmen de La Tirana, del mártir San Lorenzo y de todos los santos y santas.
Les abrazo
+Isauro Covili Linfati, OFM
Obispo de Iquique