Espiritualidad

Nuestra espiritualidad SVD

¿Qué es espiritualidad?

Si observáramos un prado fresco y verde, de mullidos pastos y radiantes flores silvestres que exhala la fragancia de una multitud de yerbas medicinales, adivinaremos que este exuberante esplendor se nutre del aire, del sol, pero especialmente del agua, aunque a primera vista no la veamos.

La espiritualidad es aquello que, sin estar en primer plano, como en el ejemplo anterior, riega, nutre y plenifica la vida de una persona o de una institución. Es aquello que logra que las cosas adquieran significado lleno de vida, dando orden y sentido a lo que somos y experimentamos.

¿Qué nutrió la espiritualidad que Arnoldo Janssen heredó a su familia religiosa?

Primeramente desde niño Arnoldo Janssen aprendió en su familia a amar y reverenciar el misterio de Dios en la Trinidad: un Dios que en sí mismo no es soledad inaccesible, sino comunión de amor y vida entre el Padre, el Hijo en el Espíritu Santo. Un Dios que ha tomado la iniciativa y quiere abrazar al ser humano en esa maravillosa comunión de amistad e intimidad de amor.

Para Arnoldo es muy importante el Verbo Divino, la Palabra que se hizo hombre en Jesús de Nazaret y fue enviado para anunciar el Evangelio a todas las personas, especialmente a los más pobres y marginados de todos los tiempos[1]. Esa es la misión de Dios y la misión universal de la Iglesia.

Esta misión solo es posible gracias a la acción del Espíritu Santo. Por esto Arnoldo Janssen desarrolló una especial veneración al Espíritu Santo, a quien se consagró personalmente y bajo cuyo patrocinio puso a dos de las Congregaciones femeninas que fundó[2]. No es de extrañar por tanto su profunda confianza en Dios y una búsqueda sincera de cumplir su voluntad, lo que se tradujo en una profunda vida de oración y contemplación.

Confió además en que Dios se encuentra en todo lo humano, en todo pueblo y cultura, y puede ser aprendido con respeto y admiración. Por esto promovió entre los misioneros el estudio de la antropología, la etnología, las lenguas, etc.

La espiritualidad de Arnoldo Janssen acentuó fuertemente la unión que existe entre la acción del Verbo Divino y del Espíritu Santo y que se manifiesta en la imagen del Sagrado Corazón de Jesús: “Por esto honramos y veneramos por sobre todo al Espíritu Santo; lo veneramos y amamos al honrar de modo especial al Sagrado Corazón de Jesús, por cuyo intermedio hemos recibido al Espíritu Santo”.

Cada verbita por tanto está llamado a impregnarse de esta espiritualidad y así testimoniar en su vida y acción la bondad y benignidad de Dios manifestada en Jesús:

“su vida es nuestra vida, su misión es nuestra misión”

(Prólogo Constituciones SVD).

 “Que ante la luz del Verbo y del Espíritu de gracia,

Desaparezcan  las tinieblas del pecado y la noche de la incredulidad.

Y viva el corazón de Jesús en los corazones de toda la humanidad”

 

[1] El inicio del evangelio de san Juan llamado Prólogo (Jn 1, 1-18) es uno de los textos bíblicos más característicos de la SVD y es proclamado en las celebraciones importantes de la Congregación. Además la meditación de la Sagrada Biblia y su difusión tiene un lugar central en la labor de los Misioneros del Verbo Divino en el mundo.

[2] Por eso tradicionalmente cada mañana los Verbitas y las Hermanas Siervas del Espíritu Santo inician el día recitando o entonando el himno “Veni Creator Spiritus” (Ven Espíritu Santo Creador) para suplicar la luz y guía del Espíritu Santo en todos sus trabajos.