El P. Andrés Jones SVD relata el proceso de integración en la tierra que la Congregación le asignó para servir como misionero del Verbo Divino. En septiembre del año pasado la Provincia chilena lo envió a su destino y pese a las dificultades con los trámites migratorios asegura que desde su arribo a Boswana ha sentido el aprecio de las comunidades.

A continuación, su testimonio:

 

«Saludos cordiales desde África del sur. Recientemente conmemoré mi primer aniversario de ordenación sacerdotal, puesto que un 19 de febrero del año 2022 consagré mi vida al servicio de Dios y de su Iglesia.

Escribo en esta plataforma de Comunicaciones SVD de la Provincia Chilena para contarles brevemente mi experiencia en estos primeros 4 meses aquí en el sur de África.

Desde el «destierro»

 Como sabrán, el Verbo Divino me envió a la provincia de Botswana como primer destino de misión. Llegué a este país en octubre e inmediatamente empezamos con los trámites en Migraciones solicitando el permiso de trabajo y residencia. Esto porque Botswana es conocido por su particularidad en conceder Visa. Con ingresar los documentos requeridos a tiempo, quisimos evitar que yo tenga que andar deambulando por otros países mientras procesan mi solicitud. Sin embargo, es la realidad que me toca vivir actualmente ya que mi Visa de 90 días venció y tuve que abandonar Botswana e ir a Sudáfrica. De Sudáfrica, vencida mi Visa, viajé a Zambia en donde resido actualmente. Al momento de escribir estoy en Lusaka, en la capital del país. Lo positivo es que aprovecho para mejorar mi inglés y conocer las comunidades en donde te muestran su aprecio ofreciéndote un plato de Nshima, una comida parecida a la polenta o su Kapenta, unos pescaditos secos, aunque con fuerte olor; son deliciosos.

No hay novedad con respecto a mi solicitud de Visa en Botswana. Han pasado 3 meses y la última respuesta que conseguimos cuando consultamos fue que “parece sospecho que pregunten muy a menudo, que consulten después de dos meses”.

El P. Andrés ha sentido el cariño de las comunidades que lo han acogido tras su arribo.

Más arriba había mencionado que Botswana se caracteriza como uno de los países más difíciles de conseguir Visa o permiso de trabajo en este continente y más aún, cuando al momento de la entrevista con el oficial de Migraciones interroga sobre el motivo o razón de la solicitud, uno contesta que es sacerdote misionero. Esto porque como el catolicismo es minoría como práctica religiosa (3 a 5 % de la población) no hay diferencia entre un sacerdote católico con un pastor, que, de un día para otro, recibió la iluminación y funda su propia iglesia. Entonces, la oficial contesta que pastores ya tienen suficiente y el país no necesita en este momento.

Mi esperanza

Tanto los cohermanos como las familias que conozco en Botswana me llaman o me escriben para mostrar su preocupación y darme aliento. Desde el provincial hasta el último misionero que llegó, afirman que han pasado por la misma situación y todos tuvieron su historia de espera y algunas frustraciones. Otros tuvieron que volver a sus países porque no consiguieron la Visa.

Mi realidad personal ahora va desde: tomar esta situación con calma, mucha paciencia, tomarlo desde el lado positivo porque voy conociendo otras realidades de nuestra misión y me uno en el servicio pastoral como pueda, como también un sentimiento de inseguridad; siento que debería estar ya estudiando el idioma local (seswana), etc.

En fin, sigo en la “espera esperanzada” de recibir alguna noticia positiva prontamente desde Botswana. Mientras eso pase, repito con San José que decía “el mejor lugar del mundo será siempre aquél donde Dios me quiera”.

Me encomiendo a vuestras oraciones y tengan por seguro que ustedes están en las mías».