En este Miércoles de Ceniza presentamos nuestro especial de Cuaresma  denominado «Tu Palabra es lámpara para mis pies» a cargo del P. Sergio Cerna SVD, quien semanalmente compartirá una reflexión sobre el Evangelio dominical.

1° DOMINGO DE CUARESMA: 26 DE FEBRERO 2023

 

 

Si eres Hijo de Dios

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre. Y acercándose el tentador, le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Mas él respondió: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le lleva consigo a la Ciudad Santa, le pone sobre el alero del Templo, y le dice: Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán, para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le dijo: También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios. De nuevo le lleva consigo el diablo a un monte muy alto, le muestra todos los reinos del mundo y su gloria, y le dice: Todo esto te daré si postrándote me adoras. Le dice entonces Jesús: Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto. Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían. (Mateo 4,1-11)

Referencias bíblicas

– A continuación, el Espíritu le empuja al desierto, y permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían. (Marcos 1,12-13)

– Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. Jesús le respondió: Está escrito: No sólo de pan vive el hombre. Llevándole luego a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo el diablo: Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque me la han entregado a mí y yo se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya. Jesús le respondió: Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto. Le llevó después a Jerusalén, le puso sobre el alero del Templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y: En sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le respondió: Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios. Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta el tiempo propicio. (Lucas 4,1-13)

– Acuérdate de todo el camino que Yahvé tu Dios te ha hecho recorrer durante estos cuarenta años en el desierto para humillarte, probarte y conocer lo que había en tu corazón: si ibas a guardar sus mandamientos o no. Te humilló y te hizo pasar hambre, y después te alimentó con el maná que ni tú conocías ni habían conocido tus padres, para hacerte saber que no sólo de pan vive el hombre, sino que de todo lo que sale de la boca de Yahvé. (Deuteronomio 8,2-3)

– Pues, habiendo pasado él la prueba del sufrimiento, puede ayudar a los que la están pasando. (Hebreos 2,18)

– No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, ya que ha sido probado en todo como nosotros, excepto en el pecado. (Hebreos 4,15)

– Moisés penetró en la nube y subió al monte. Moisés permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches. (Éxodo 24,18)

– Moisés estuvo allí con Yahvé cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua. Y escribió en las tablas las palabras de la alianza, las diez palabras. (Éxodo 34,28)

– Yo había subido al monte a recoger las tablas de piedra, las tablas de la alianza que Yahvé había concluido con ustedes. Yo permanecí en el monte cuarenta días y cuarenta noches: no comí pan ni bebí agua. (Deuteronomio 9,9)

– Se levantó Elías, comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, el Horeb. (1 Reyes 19,8)

– Un día en que los hijos de Dios fueron a presentarse ante Yahvé, apareció también entre ellos el Satán. Yahvé le dijo: ¿De dónde vienes? Respondió: De dar vueltas por la tierra. Yahvé le replicó: ¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie como él: es un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. Persevera en su integridad, aunque me has incitado para que lo destruya sin motivo. Contestó el Satán: Piel tras piel. El hombre da por su vida todo lo que tiene. Pero trata de ponerle la mano encima, dáñalo en los huesos y en la carne; te apuesto a que te maldice a la cara. Respondió Yahvé: Lo dejo en tus manos, pero respeta su vida. El Satán salió de la presencia de Yahvé. E hirió a Job con úlceras malignas, desde la planta del pie hasta la coronilla. (Job 2,1-7)

– Para que aprendieran tus hijos, Señor, que no es la variedad de frutos lo que alimenta al hombre, sino que es tu palabra la que mantiene a los que creen en ti. (Sabiduría 16,26)

– Él ordenará a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos. Te llevarán ellos en sus manos, para que en piedra no tropiece tu pie; (Salmo 91,11-12)

– No tentarán a Yahvé su Dios, como le han tentado en Masá. (Deuteronomio 6,16)

– Me trasladó en espíritu a un monte alto y me mostró la ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, y tenía la gloria de Dios. (Apocalipsis 21,10)

– Moisés subió de las Estepas de Moab al monte Nebo, a la cumbre del Pisgá, frente a Jericó, y Yahvé le mostró la tierra entera. Y Yahvé le dijo: Ésta es la tierra que bajo juramento prometí a Abrahán, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré. Te dejo verla con tus ojos, pero no pasarás a ella. (Deuteronomio 34,1.4)

– Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres! Entonces dijo Jesús a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará. Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida? (Mateo 16,23-26)

– A Yahvé tu Dios temerás, a él servirás y por su nombre jurarás. (Deuteronomio 6,13)

– ¿O piensas que no puedo yo rogar a mi Padre, que pondría al punto a mi disposición más de doce legiones de ángeles? (Mateo 26,53)

Comentario

El relato de las tentaciones de Jesús de acuerdo con el Evangelio de Mateo tiene por objetivo mostrar cómo Jesús se legitima a sí mismo como Mesías. El texto describe el proyecto alternativo del demonio y lo contrasta con el proyecto de Jesús, de acuerdo con la misión que el Padre del cielo le había encargado. El relato contiene las tres tentaciones de Jesús en el desierto, a donde fue llevado por el mismo Espíritu que lo había ungido como Mesías. El texto destruye una serie de imágenes mesiánicas que se habían desarrollado en Israel y que no correspondían al proyecto original de Dios. Llama la atención que hasta el demonio se preocupa de citar la Sagrada Escritura en apoyo de sus opciones. El demonio representa todo lo que va a obstaculizar el fiel cumplimiento de la misión de Jesús. Jesús no utiliza su condición de Mesías y su opción radical por la causa de Dios como un privilegio o un motivo para sentirse superior a los demás. Él se presenta simplemente como el humilde siervo de Yahvé, que quiere realizar la obra de Dios en el mundo. En la escena de las tentaciones, el demonio hizo a Jesús algunas propuestas que pretendían alejarlo de su proyecto misionero.

En primer lugar, aparece el intento de hacer intervenir a Dios con un milagro espectacular para dar de comer a los que sienten hambre. Esta tentación está relacionada con el ayuno que hizo Jesús en el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches. Con motivo de este ayuno y de la consiguiente hambre, la propuesta fue de una abundancia fácil de pan. Jesús respondió que no bastaba con saciar el hambre de pan, sino que había que satisfacer también otras necesidades que permitían una vida justa, digna y plenamente humana. Sin embargo, correspondía a los hombres distribuir los bienes que Dios había puesto a su disposición, de modo tal que alcanzaran para todos. En todo caso, no había que olvidar que la palabra de Dios cumplía una función muy importante en la vida humana. Luego está el intento de provocar una nueva intervención milagrosa de Dios para salvar al Mesías, en caso de que éste se hubiere lanzado al vacío desde la parte más alta del templo de Jerusalén. Sin embargo, era un hecho que Dios no intervendría ni siquiera ante las evidentes amenazas de muerte de parte de los enemigos de Jesús. Jesús había optado por realizar su proyecto salvador como un hombre común y corriente, pero que confiaba plenamente en la providencia de Dios. Esta confianza no lo eximía de estar expuesto a todas las contingencias que amenazaban a todo ser humano. Finalmente, está el intento de utilizar el poder político, social, económico y religioso para conseguir el cumplimiento de los planes de Dios. Sin embargo, esos planes se iban a hacer realidad solamente a través del servicio generoso y desinteresado de Jesús. El poder, la gloria y la riqueza son presentados como procedentes del demonio y directamente contrarios al proyecto original de Dios. El proyecto salvador de Dios y de Jesús iban por caminos completamente diferentes al anteproyecto del demonio. Jesús optó decididamente por el proyecto de Dios y se mantuvo fiel a esta opción durante toda su vida. En la conclusión, se dice que el diablo le dejó y que los ángeles le servían, como expresión de que la actitud de Jesús tenía el más pleno respaldo de su Padre del cielo.

+P. Sergio Cerna SVD