Domingo 1° de adviento: 3 de diciembre 2023

Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

Estén atentos y vigilen, porque ignoran cuándo será el momento. Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; velen, por tanto, ya que no saben cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al cantar del gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. Lo que a ustedes digo, a todos lo digo: ¡Velen! (Marcos 13,33-37)

Referencias bíblicas

– Velen, pues, porque no saben qué día vendrá su Señor. Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también ustedes estén preparados, porque en el momento que no piensen, vendrá el Hijo del hombre. (Mateo 24,42-44)

– ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien el señor puso al frente de su servidumbre para darles la comida a su tiempo? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. Yo les aseguro que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si el mal siervo aquel se dice en su corazón: Mi señor tarda, y se pone a golpear a sus compañeros y come y bebe con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los hipócritas; allí será el llanto y el rechinar de dientes. (Mateo 24,45-51)

– Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ¡Ya está aquí el novio! ¡Salgan a su encuentro! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: Dennos de su aceite, que nuestras lámparas se apagan. Pero las prudentes replicaron: No, no sea que no alcance para nosotras y para ustedes; es mejor que vayan donde los vendedores y se lo compren. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Pero él respondió: En verdad les digo que no las conozco. Velen, pues, porque no saben ni el día ni la hora. (Mateo 25,1-13)

– El Reino de los cielos es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente, el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio, el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. (Mateo 25,14-19)

– En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tienen necesidad de que les escriba. Ustedes mismos saben perfectamente que el Día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. Cuando digan: Paz y seguridad, entonces mismo, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta; y no escaparán. Pero ustedes, hermanos, no viven en la oscuridad, para que ese día los sorprenda como ladrón, pues todos ustedes son hijos de la luz e hijos del día. Nosotros no somos de la noche ni de las tinieblas. Así pues, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Nosotros, por el contrario, que somos del día, seamos sobrios; revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación. Dios no nos ha destinado para la ira, sino para obtener la salvación por nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, velando o durmiendo, vivamos juntos con él. Por esto, confórtense mutuamente y edifíquense los unos a los otros, como ya lo hacen. (1 Tesalonicenses 5,1-11)

– Tengan ceñida la cintura y las lámparas encendidas, y sean como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran. Dichosos los siervos a quienes el señor, al venir, encuentre despiertos: yo les aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos ellos! Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. Estén también ustedes preparados, porque cuando menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre. (Lucas 12,35-40)

– Mientras la gente escuchaba estas cosas, añadió una parábola, porque estaba él cerca de Jerusalén y creían ellos que el Reino de Dios aparecería de un momento a otro. Dijo, pues: Un hombre noble marchó a un país lejano, para recibir la investidura real y volverse. Llamó a diez siervos suyos, les dio diez minas y les dijo: Negocien hasta que vuelva. Pero sus ciudadanos le odiaban y enviaron detrás de él una embajada que dijese: No queremos que ése reine sobre nosotros. (Lucas 19,11-14)

– Cuiden que no se emboten sus corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupaciones de la vida y venga aquel Día de improviso sobre ustedes, como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra. Estén en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengan fuerza, logren escapar y puedan mantenerse en pie delante del Hijo del hombre. (Lucas 21,34-36)

– De igual manera, jóvenes, sean sumisos a los ancianos; revístanse todos de humildad en sus mutuas relaciones, pues Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que, llegada la ocasión, los ensalce; confíenle todas sus preocupaciones, pues él cuida de ustedes. Sean sobrios y velen. Su adversario, el diablo, ronda como león rugiente, buscando a quién devorar. Resístanle firmes en la fe, sabiendo que sus hermanos que están en el mundo soportan los mismos sufrimientos. El Dios de toda gracia, el que los ha llamado a su eterna gloria en Cristo, después de breves sufrimientos, los restablecerá, afianzará, robustecerá y los consolidará. A él el poder por los siglos de los siglos. Amén. (1 Pedro 5,5-11)

Comentario

La recomendación de Jesús de estar atentos y vigilantes, por ignorar cuándo sería el momento de su venida, se asocia habitualmente en la iglesia con el inicio del tiempo litúrgico del adviento. El breve evangelio de Marcos (13,33-37), corresponde a la conclusión de un discurso sobre el final de los tiempos de Jesús, presentado bajo la forma literaria de un oráculo profético y apocalíptico. Era evidente que la mirada del autor estaba dirigida, en primer lugar, hacia el futuro y el final de la historia. Pero, además, un marcado acento estaba puesto en la misión de la comunidad cristiana de Marcos de aquella época y en la misión que debían cumplir los cristianos de todos los tiempos, también los del momento actual de la historia. La tarea principal de los discípulos que acompañaban a Jesús en su predicación en Palestina consistiría en mantenerse fiel a un Señor que muy pronto iba a ser condenado a muerte y crucificado. Esta misma fidelidad correspondería también a las comunidades creyentes que surgirían posteriormente, pues el Señor habían prometido regresar, para llevar a su culminación la misión encomendada por su Padre del cielo. De allí las encarecidas y urgentes recomendaciones de Jesús a sus discípulos de estar muy atentos y vigilantes.

Dinos cuándo sucederá eso y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse. (Marcos 13,49) La pregunta inicial de los discípulos sobre el cuándo y las señales que acompañarían el fin del mundo, recibió una respuesta bastante evasiva de Jesús. Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo; sólo el Padre. (Marcos 13,32) Jesús afirmó que el mismo ignoraba el día y la hora en que esto sucedería; sólo el Padre lo sabría. Esta misteriosa realidad fue expresada a través de la comparación con un hombre que se ausentaba de su casa, sin indicar el momento en que regresaría. Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; velen, por tanto, ya que no saben cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al cantar del gallo, o de madrugada. No sea que llegue de improviso y los encuentre dormidos. (Marcos 13,34-36) Era esta situación tan particular la que aconsejaba una actitud atenta y vigilante a toda la comunidad cristiana. Por lo demás, para el discípulo de Jesús, su regreso debía ser una realidad siempre muy cercana y que se podía hacer presente en cualquier momento.

Por tal motivo, el tiempo de adviento para nosotros no es un mero recuerdo de la época previa a la venida de Jesús al mundo, en la que el pueblo de Israel esperaba la llegada de un salvador. Más bien, el adviento se trata de una actitud permanente en el creyente, pues el Señor está viniendo cada día a su vida y en las situaciones más diversas e inesperadas. Una adecuada lectura e interpretación de los hechos y acontecimientos del momento presente permite no sólo un encuentro con el Señor en esas circunstancias, sino también el ser capaces de encontrar el verdadero sentido de la vida y la existencia. El gran desafío que se nos presenta a los cristianos en el momento actual es ser capaces de comprender el significado de los acontecimientos diarios desde la perspectiva del plan que Dios tiene para nosotros. Estén atentos y vigilen, porque ignoran cuándo será el momento. Lo que a ustedes digo, a todos lo digo: ¡Velen! (Marcos 13,33.37).

P. Sergio Cerna, SVD