El joven misionero recibió el impulso espiritual para partir a Paraguay, acompañado por la comunidad parroquial San José Obrero de Rancagua, de su familia y en presencia del Superior General de la Congregación.

En una Eucaristía presidida ayer por el Superior General, P. Paulus Budi Kleden SVD, el P. Felipe Hermosilla Espinoza recibió el envío para partir a su primer destino como religioso del Verbo Divino. Fue el propio Padre General el encargado de imponer sobre el neomisionero la Cruz misional, un signo dirigido a los nuevos verbitas que se aprontan a marchar a la misión encomendada por la Congregación.

La celebración contó con la presencia de los familiares del P. Felipe -procedentes de Lonquimay, región de La Araucanía-, de los cohermanos y de la comunidad parroquial San José Obrero, a la que sirvió desde el año 2020 como diácono y posteriormente como sacerdote.

La misión verbita

En la homilía, el P. Paulus Budi Kleden, quien también compartió en Rancagua su primera actividad en el marco de la visita que efectúa a la Provincia chilena, se refirió a uno de los ejes misioneros de todo verbita y de los laicos que comparten el anuncio del Evangelio:

“La fidelidad a la Palabra nos lleva a respetar la diversidad de las culturas y aprender a vivir y trabajar juntos. La Palabra estaba en la Creación, dice el Prólogo de San Juan, y la Creación no es una uniformidad”, expresó.

En ese mismo sentido señaló que “Dios mismo habla a los pueblos en diferentes idiomas y culturas. En la Encarnación, Dios entró en una cultura concreta, se incultura, sin declarar esta cultura como la única aceptada por Dios. Jesús envió a sus discípulos a todas las naciones y culturas para hacerlos parte de su comunión. Para nosotros, los misioneros, la inculturación es una consecuencia de seguir a Jesús, el Verbo encarnado de Dios”.

El P. Felipe junto al Superior General y algunos de los cohermanos presentes en la ceremonia

Gratitud

Por su parte el P. Felipe -que a fines de agosto viajará a Paraguay- agradeció el cariño, la cercanía y enseñanzas recibidas de parte de la comunidad que acompañó durante este tiempo. Además, recordó uno de los habituales consejos de su maestro, mentor y cohermano, el P. Manuel Bahl SVD, fallecido en abril de este año: ‘Lo importante es estar con la gente’.

“No es fácil para mí dejar Rancagua, pero considero que es necesario que todo lo que he aprendido de ustedes germine y dé frutos. Necesito abrir mis alas de joven sacerdote y trabajar codo a codo con la gente de Paraguay”, expresó.

“Esto no es un adiós, sino un hasta pronto. El corazón de nosotros los misioneros se reparte en pedacitos para dejarlos en cada lugar donde hemos trabajado. Cuando uno ama, como me dijo una vez el padre Paulo Becker, ni la distancia ni el tiempo cortan los lazos”. 

Homilía del Superior General
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