*Por: P. José Miguel Alvarado SVD
Antes de esbozar algo breve sobre el Prólogo de san Juan, nos preguntamos sobre cuál es la imagen que tenía de Jesús y permanece registrada en su Evangelio.
Diversos autores mencionan su carácter rabínico pues califican su obra como inspirada en la literatura religiosa judía (cf. R. Rábanos Espinosa y D. Muñoz León). Con todo, es solo una parte pues su obra en su conjunto devela que es un autor profundamente “cristiano”. Hay un entrelazado entre tradiciones históricas, experiencias pascuales y fórmulas de fe. Se trata de una profunda experiencia de fe en Cristo, lo que le da una mística a toda la obra literaria.
Desde allí que el simbolismo y desarrollo del Evangelio de Juan sean de una profunda riqueza que no resulta del todo simple de desentrañar. Por lo mismo, al leerlo estamos frente a quien adhirió, conoció e hizo experiencia de Jesús, el Verbo.
Nos atrevemos a mencionar al menos una de las imágenes bíblico-místicas relevantes en Juan: “quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14,9).
Jesús Verdadero hombre, verdadero Dios.
Nuestra pretensión en este texto es sencilla sobre el prólogo de Juan, sobretodo en los versículos iniciales (1,1-4).
“En el principio existía la Palabra
Y la Palabra estaba junto a Dios
Y la palabra era Dios.
Ella estaba en el principio junto a Dios.
Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada.
Lo que se hizo en ella era la vida
Y la vida era la luz de los hombres”.
Desde el primer versículo, Juan habla de Jesús. El sujeto del prólogo es Jesús y se convierte en el objeto de todo el Evangelio. “Jesús es la auténtica explicación de Dios” (J. Mateos). “A Dios nadie le ha visto jamás, el Hijo Unigénito, que está en el seno del padre, él lo ha contado” (Jn 1,18). Jesús es, por tanto, criterio fundamental de toda lectura e interpretación bíblica.
Leyendo Jn 1,1-4, Jesús es la Palabra siempre creadora e identificado como la sabiduría de Dios. Por tanto, es el contenedor de la potencia creadora de Dios.
Identificado con en el Génesis: Dios crea por el poder de su Palabra (Gn 1,1); “Todo se hizo por la Palabra y sin ella no se hizo nada” Gn 1,3. “La Palabra se identifica con Dios, en cuyo interior existía en estrecha relación con él” (S. Castro).
Podríamos decir que la palabra es ese fulgor mismo de Dios que es vitalidad máxima.
Unido a lo precedente, es Palabra hecha hombre, hecha humanidad. De modo que la vida en plenitud se ha manifestado en Él.
A propósito de la palabra VIDA esta es también uno de los términos de mayor peso joánico. En Dios encontramos el origen, desarrollo y cúlmen de la vida. Es la invitación, de este modo, a desarrollar una vida plena que, asistida por la Gracia va transformándose en imagen y semejanza (rostro) de Dios. Contrario a lo que tenga relación con la destrucción, devastación que lleva a una muerte no transformadora sino desfiguradora de lo humano.
De manera que quien adhiere a Jesús, su vida y misión, se compromete con la propia vida y la de los demás y se conecta con los deseos y anhelos más profundos y esenciales. Tales anhelos hoy se reflejan en inquietudes de siempre y también nuevas. Los deseos de justicia, verdad, amor, paz. Y nos seguimos debatiendo entre la vida y la muerte, entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal: y más allá de declarar que Cristo ha vencido el poder del mal y de la muerte ¿qué triunfará en nosotros?
Recordemos y contemplemos lo que nos dice Jesús: “Yo he venido para que tengan vida y tengan vida en abundancia” (Jn 10,10). ¿De qué abundancia estamos hablando? Probable sea de aquellas buenas intenciones y buenos deseos que nacen del corazón, del interior. Y en tal sentido renovamos nuestro compromiso de cultivar una vida que esté en íntima relación con el Espíritu. Y como esta palabra Vida de Juan Evangelista está también relacionada con el Espíritu, convergemos en que Juan desarrolla una teología trinitaria que surge de la profunda experiencia de Dios que crea, redime, santifica.
Algunas referencias bibliográficas:
Castro S. Secundino: Evangelio de Juan: comprensión exegético-existencial. 3a ed. Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 2005.
Konings, Johan: Evangelio segundo João: Amor e fidelidade, edições Loyola, São Paulo, 2005.
*Sobre el autor:
El P.José Miguel Alvarado SVD es el encargado de la Dimensión Bíblica de la Provincia de Chile y Superior del Distrito Sur.
Es Magíster en Teología Sistemática de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo, magister en Consultoría y Coaching Organizacional de la Universidad Del Desarrollo, Santiago de Chile