*5 de noviembre de 1837, nacimiento de San Arnoldo Janssen.
Nuestras Constituciones caracterizan a Arnoldo Janssen como un hombre de oración, de inquebrantable confianza en Dios – un hombre de una profunda fe. Siempre estuvo abierto al plan de Dios con una entrega incondicional a Su voluntad. Hombre de mente abierta y de gran celo apostólico. Arnoldo respondió a la llamada del Espíritu Santo y a las necesidades de todos los pueblos.
Arnoldo Janssen y su familia
Sus padres: Gerhard Johann Janssen y Anna Katharina Janssen, criaron a sus hijos en una atmósfera de una profunda fe y oración. La madre fue, sobre todo, una mujer de oración en el pleno sentido de la palabra. El padre además, tenía una profunda veneración por la Santísima Trinidad y por el Espíritu Santo. En la oración de la tarde en familia, se leía a menudo el Prólogo del Evangelio de San Juan y se recitaba devotamente el rosario. También era una práctica común tener revistas de las misiones y de la actividad misionera, cuyos artículos se leían a viva voz en las reuniones familiares de las tardes.
Y fue así, que en este contexto familiar se sembró la semilla de vida de oración de Arnoldo Janssen. Esta semilla, en todo caso, continuó creciendo y desarrollándose a través de toda su vida.
Arnoldo Janssen, un hombre de su época
Arnoldo Janssen fue un hombre bien de su tiempo, una época de gobiernos autoritarios y de estrictos principios sociales. Su oración estaba atada con estructuras que nunca fueron cuestionadas, sino heredadas de las generaciones pasadas. Ejercicios devocionales bendecidos por las antiguas tradiciones de la Iglesia formaron el núcleo de su oración.
En el tiempo de la fundación de la SVD, el Kulturkampf estaba en su pleno apogeo. Esta situación representó una lucha entre la Iglesia Católica y el gobierno secular, entre el poder espiritual y el temporal. Fue el tiempo del Emperador Guillermo JJ y el prusiano Otto von Bismark, Canciller alemán y enemigo político del catolicismo.
La Iglesia de Europa central enfrenta su prueba más dura durante la década del 1870. El gobierno en Alemania consideró como enemigo del nuevo imperio a todos los que pertenecían al Partido Central, el cual, estaba bajo la influencia de la jerarquía católica, un poder opositor indeseado. Entre 1874 y 1875, cinco de los once obispos estaban en prisión. Por medio de las “Leyes de Mayo”, las autoridades esperaban romper con la resistencia de los católicos, pero sin embargo, su oposición se volvió aún más fuerte que nunca.
Esas leyes atacaron las órdenes religiosas: sus casas en el Estado Prusiano fueron cerradas, se les prohibió aceptar nuevos miembros y se les ordenó dispersarse en un plazo de seis meses. Los institutos para la educación sin embargo podían continuar por cuatro años más. Después de ese plazo, sólo aquellos que trabajaran en el campo de la salud permanecerían, y serían controlados por el Estado y sujetos a cierres arbitrarios. Efectivamente, esto sobre todo, acabó con el desarrollo de una nueva vida religiosa en Alemania desde mediados del siglo XIX. Los grupos religiosos emigraron a EEUU, Bélgica y Holanda.
Arnoldo Janssen, el fundador de Congregaciones Misioneras
El P. Janssen sabía cómo leer los signos de los tiempos y proveer, como fruto de su vida de fe, respuestas viables a sus desafíos. Él podía reconocer las situaciones como viniendo de la mano de Dios, de su divina providencia, y estaba preparado para ser usado como su instrumento.
Arnoldo tenía objetivos claros. Con el “Pequeño Mensajero del Sagrado Corazón” él esperaba despertar interés en las misiones extranjeras de la Iglesia. Bajo la presión adversa del Kulturkampf, se inspiraba para extraer aún más esfuerzos para la causa misionera.
Al ver la necesidad de personal sacerdotal en el campo misional, el P. Janssen se propuso tratar de inspirar a obispos para que comenzaran un seminario para preparar jóvenes para este propósito. Él se consideraba demasiado viejo y su salud muy pobre también como para trabajar en las misiones, y fundar su propio seminario le era impensable. Por lo tanto, solo deseaba actuar como mediador del proyecto y ponerse a su servicio de acuerdo a sus habilidades. Con este fin, comenzó una serie de visitas personales a obispos de Holanda, Alemania y Austria. Buscó sus consejos y bendición para un seminario y un colegio dependiente de éste.
Entre los años 1874 – 1875, treinta y dos obispos respondieron aprobando su plan. Muchos de ellos expresaron la esperanza que Dios inspirara a las personas capaces de dedicarse a este proyecto. Sin embargo, algunos obispos, remarcaron que debido al Kulturkampf este no era el momento oportuno para comenzar esa tremenda empresa, especialmente por el aspecto financiero.
El Fundador como persona
Arnoldo Janssen era de una inteligencia promedio, ni un buen orador ni cantante, y no especialmente atractivo. Su talento por los estudios era limitado, pero esto lo contrarrestó con su perseverancia y dedicación. Las matemáticas y las ciencias naturales eran sus preferidas, mientras que los idiomas se le presentaban muy difíciles. Con mucho esfuerzo él pudo hablar holandés razonablemente bien y también francés correctamente pero no fluido. Sabía también algo de italiano e inglés.
Como profesor, Janssen era muy seco y rígido como para ser querido por sus estudiantes, pero eso sí, se ganaba el respeto. ¿Cómo entonces Arnoldo Janssen llegó a ser fundador de tres congregaciones? Una cosa es cierta, él trabajó con todas sus fuerzas y permitió que Dios lo guiara. Una voluntad fuerte, combinada con perseverancia y un profundo sentido de la responsabilidad, le permitieron llevar adelante lo que pudo percibir como voluntad de Dios para él. Humanamente hablando, era difícil descubrir su grandeza y la mayoría de la gente dudaba de sus habilidades y cualificaciones: él mismo sería el primero en negarlas. Fue criticado por sus colaboradores por el arduo horario que les imponía a ellos y a los estudiantes, y por la centralizada forma de gobierno dentro de las nuevas sociedades, y por los extraños, por su carácter sin doblez. A pesar de todo esto, el P. Janssen les dio una sólida formación a los miembros de sus congregaciones.
Características de Arnoldo Janssen
En el P. Arnoldo Janssen era notorio en él ser un hombre de:
- Búsqueda incansable de la voluntad de Dios: una vez que percibía una acción como la voluntad de Dios, él nunca perdió de vista su objetivo y los medios para alcanzarlo.
En el Decreto de Beatificación del P. Arnoldo, Paulo VI alabó su perseverancia en buscar la voluntad de Dios: “Abierto a los signos de los tiempos y atento a la voz de Dios, él reconoció la voluntad de Dios…Una vez que reconoció la llamada de Dios él dejaba todo aparte, se olvidaba de sí mismo y se dedicaba por completo a su cumplimiento…”. - Profunda Oración: sus decisiones eran fruto de una genuina y sincera oración, la cual respondía a su perseverancia y tenacidad en continuarlas (Estas eran a menudo juzgadas sólo de su voluntad o porfiadas).
- Vida de fe y unión con Dios: por medio de éstas, él vio el mundo y se capacitó para percibir las necesidades urgentes del momento en el contexto de las necesidades futuras de la Iglesia. Con una visión universal, más allá de los límites provinciales, él probó estar mucho más adelantado para su tiempo.
- Franqueza en sus observaciones: el Fundador insistió en sus colaboradores la necesidad de ser confiables y corresponsables.
- Caridad y humildad: cuando era criticado y experimentaba oposición, él permanecía silencioso más que ofender a su vez a su detractor. Se le escuchó comentar que la crítica comienza el día en el que son destinados los superiores. Con sabiduría y compasión él escuchaba ambos lados de un conflicto.
- Amor a la verdad: él era derecho en todas sus palabras y acciones.
- Claridad de visión: en seleccionar candidatos de acuerdo a los criterios que consideraba esenciales para la vida religiosa: amor por la oración y cercanía a Dios, humildad como signo de una genuina unión con Dios y amor por los compañeros con una prontitud para servir a los otros.
Fundación de las Tres Congregaciones
De parte del P. Arnoldo, “su familia” ha recibido una rica herencia que incluye un profundo espíritu de fe y oración, devoción a la Santísima Trinidad con veneración al Espíritu Santo, y un profundo apego a la Palabra de Dios.
El P. Arnoldo llegó a ser un real apóstol de la oración universal por medio de la promoción del Apostolado de la Oración del que fue miembro en 1865. Los folletos que publicó acerca del tema fueron re-editados muchas veces alcanzando hasta los noventa mil ejemplares. Durante la Pascua y estación de otoño de 1869 visitó 160 parroquias de la diócesis de Münster para difundir esta práctica. En 1869 cuando hizo su informe final como Director del Apostolado, 300 de las 350 parroquias se habían registrado como miembros. De esta manera el P. Arnoldo llegó a ser un misionero y apóstol de la oración.
Gradualmente el P. Janssen comenzó difundiendo este Apostolado y la devoción al Sagrado Corazón, otro de sus compromisos, más allá de Alemania, agrandando su visión y horizontes. Reservado por naturaleza con una fuerte tendencia hacia la vida contemplativa. Arnoldo pronto se dio cuenta de la necesidad de superar esas tendencias, dando una nueva dirección a su vida: el aspecto misionero. Tal es así, que en 1875 él fundó la Sociedad del Verbo Divino para sacerdotes y Hermanos, en 1889 las Hermanas Misioneras Siervas del Espíritu Santo, y finalmente en 1896 las Siervas del Espíritu Santo de Adoración Perpetua.