*Por: Jeanette Pérez

A propósito del Tiempo de la Creación que el Papa Francisco animó desde el 1 de septiembre al 4 de octubre, con el deseo de cultivar la conciencia y la responsabilidad en el cuidado del medioambiente; reflexiono desde el último proyecto de JUPIC Araucanía: “Saberes, Sabores y Relaciones” y les comparto pistas en la búsqueda de sentidos para una buena vida en estos tiempos de pandemia.

La trilogía presentada en el proyecto: saberes, sabores y relaciones pertenecen a la profundidad de la pregunta ética sobre el ser humano en su entorno: las relaciones entre el deber ser y el real ser, el ideal del ser y el quehacer del ser humano en el mundo, además de su permanencia como especie.  Lo que en el diseño del proyecto nos pareció un juego de palabras, terminó siendo el aprendizaje principal, una fuente que sigue generando conversas y contenido.

La búsqueda de la sabiduría es lo que ha caracterizado a la sociedad contemporánea, pero ¿nos ha bastado el conocimiento, lo teórico, lo racional y la información?  Me parece que son caminos compartimentados y paralelos que fundamentan consumos extractivistas para unos pocos ansiosos de poder y dinero.   Por el contrario, la sabiduría es amable, llena de misericordia y da buenos frutos (Santiago 3,17).   Se centra en escuchar, observar y tener una actitud de aprendiz de la vida, valorando en dignidad y en saber al otro.  Se vislumbra en esta tensión un dejo de pensamiento masculino, racional, europeo con fuerte presencia de patriarcado que tímidamente se despide de nuestras prácticas.

Por otro lado, los sabores: la comida, la fiesta, el disfrute de la vida, el cuidado diario de nuestros cuerpos.  Sentirnos bien, sintonizar con nuestros afectos y sentimientos; conocer a través de nuestros sentidos como hacen los niñ@s.    En tiempos de dificultad las cocinas solidarias se hacen disponibles para cuidar-nos, juntarnos alrededor de la mesa cuando hay dificultades, cuando debemos tomar decisiones, cuando queremos celebrar o en la mesa nuestra de cada día donde compartimos la vida son nuestros sacramentos cotidianos donde hacemos memoria del que nos cuidó primero…

 El recuerdo de Jesús se hace en torno a la mesa.  Los evangelios nos recuerdan muchas mesas incluyendo multiplicaciones de pan y peces.   Parece que como lo femenino tiene menos valor social, saborear la vida ha quedado fuera y desde aquí les invito a poner atención a cómo estamos saboreando la vida y nuestra propia existencia como seres humanos, cuidando toda vida  de  los presentes y los que vendrán.

Por último, las relaciones.  La única razón por la que estamos vivos hoy es debido a que  much@s nos han cuidado!! no tenemos posibilidades de existir sin los cuidados de otros.  En este tiempo de pandemia pudimos experimentar lo bien que nos hacen los abrazos bien apapachados, esos que renuevan el alma y reconfortan el espíritu.   Por eso, conocernos, re-conocernos y valorarnos a nosotros mismos para luego hacer lo propio con los otros como nos pide Jesús “ama a tu próximo como a ti mismo” y dar gracias por tant@s que nos han cuidado es una condición espiritual de l@s discípulos del Nazareno.  

Me relaciono con la naturaleza y siento cómo va siendo masacrada, devastada y me uno conscientemente a quienes la defienden, me uno con mi trabajo, con mi familia y  con mis amistades soy una defensora y cuidadora de la creación amorosa de Dios. 

En estos tiempos en que se nos impone el distanciamiento social o físico debo preguntarme: ¿con quiénes me relaciono? ¿con quiénes hablo? ¿a quiénes visito? ¿a quienes me acerco en la vida? y poner especial atención al sentido/significado del tiempo y del espacio que se nos ha amplificado.  Entonces cómo me encuentro con el Otro dador de vida y me pregunto cómo hacerse uno con la eternamente otra, con nuestra Madre tierra.

Por eso al cerrar esta reflexión ¡te alabo Padre Señor del Cielo y Madre, Señora de la Tierra! porque le has ocultado esto a los sabios y poderosos y se lo has compartido a las mujeres, a los niños, a l@s migrantes, l@s excluidos; en ell@s permanece porfiadamente la palabra, el canto, la comida y el abrazo solidario como signo evidente de la confianza que sostiene y contiene. 

*Sobre la autora:

Jeanette Pérez Jiménez es integrante de JUPIC Araucanía y también participa en la Articulación Ecuménica de Pastoral Mapuche del Sur.