*Por: P. Heriberto Becker SVD

Cada 6 de diciembre nuestra Iglesia celebra la fiesta y hace recuerdo de San Nicolás, obispo de Myra probablemente en la primera mitad del siglo cuatro. En esos tiempos la ciudad de Myra pertenecía al Imperio Bizantino; hoy es un pequeño poblado en la costa turca del Mediterráneo, cerca de Antalya, ciudad mencionada por San Pablo en sus cartas. Puedo decir que conocí personalmente Myra, cuando con mi hermana Hannelore, por una invitación, pudimos recorrer algunos paisajes y conocer varios monumentos históricos (en las huellas de San Pablo) de Turquía sudoccidental.

Subdividiré esta sucinta y abreviada hagiografía en tres cortos acápites: Lo que se sabe de San Nicolás, lo que se cuenta de él y como se lo celebra.

Antes de continuar agrego que los santos Nicolás de Myra y San Martín de Tours son los dos santos más queridos en Europa Central, lo que no ocurre en Chile, donde, entre otros, aparte de nuestros dos santos de “casa”, San Sebastián y Santa Gemita corren a la cabeza. En la tierra en que nací la fiesta de San Nicolás es muy querida y anhelada por los niños, porque este santo se pone con regalos para ellos. San Nicolás es el pregonero y heraldo de la cercana Navidad y con su día se puede palpar ya aires navideños.

Lo que se sabe: Ya mencioné que fue obispo y ejerció su ministerio en Myra probablemente en la primera mitad del siglo cuatro.

San Nicolás fue y es muy venerado en la Iglesia ortodoxa, junto a la Virgen y San Jorge. De hecho, en los primeros diez siglos P.C. se lo veneraba más en Oriente. Esto cambió en los siglos décimo y undécimo, cuando su culto se expandió en Europa Central, especialmente por intermedio de la Emperadora Theophanu, esposa del Emperador Otto II del Sacro Imperio Romano de Nacionalidad Alemana.

De hecho, el obispo Nicolás fue el primer cristiano canonizado no siendo mártir. En la antigua Iglesia el martirio era condición para ser elevado al honor de los altares.

En la Edad Media sus reliquias llegaron de un país musulmán, Turquía de hoy, a Bari en Italia, debido a los numerosos griegos que vivían en el sur de este país. Esto ocurrió en 1087 y a partir de este hecho la veneración de San Nicolás tomó vuelo en la Iglesia romana de Europa Central. Desde el Viejo Continente fue “exportado” como “Santa Claus” a América, donde en 1931 la firma Coca Cola mutó su imagen en el conocido personaje del “Viejo Pascuero”, de aspecto rojo-blanco, con mitra y gorro con borla. Lo que sabemos también, es que era de corazón notablemente bondadoso

Lo que se cuenta: En torno a este Santo se han tejido muchas leyendas, con trasfondo histórico o como producto de una floreciente imaginación religiosa, lo cual no sería el único caso. Me limito a mencionar solamente los milagros más conocidos que se atribuyen a San Nicolás: la liberación de tres capitanes romanos injustamente encarcelados en tiempos del Emperador Constantino (de ahí que nuestro santo sea invocado como patrono de los presidiarios), el rescate de unos marineros del peligro de hundirse en alta mar (también es patrono de los hombres de mar), el obsequio consistente en oro, que hace llegar a tres muchachas, para que pudieran obtener su dote y así casarse, etc. Su veneración, su recuerdo, los cantos en su honor, las obras teatrales, la emulación de su bondad son viva expresión de la religiosidad popular en Europa.

Cómo se celebra su día: Cómo ya se anticipó, la celebración del día de San Nicolás se da preferentemente en Europa Central. En el siglo catorce encontramos la figura del niño-obispo, que teatralmente vestido de obispo recorría las casas en la noche. Así se originó la costumbre de las visitas de Nicolás a las casas, con la finalidad de premiar o reprender el comportamiento de los niños, acompañado a menudo por un personaje que infundía miedo llamado en alemán “Knechtruprecht”. Este encarnaba el castigo y San Nicolás la bondad y amor a los niños. Así conocí a San Nicolás en mi infancia, como sumamente agradable y simpático, como dador de regalos y amigos de los niños. Poníamos nuestro zapatos o botas delante de la puerta del dormitorio, con el deseo que San Nicolás los llenara con sabrosas galletas, chocolate, bombones y otros dulces. Corría el rumor de que San Nicolás bajaba del cielo y las casas por la chimenea.

Martín Lutero sustituyó a San Nicolás como benefactor por el Niño Jesús, práctica que se ha mantenido hasta el presente: El Niño Jesús trae los regalos de Navidad, los del santo son solamente un anticipo. En nuestros tiempos el Viejo Pascuero les ha quitado protagonismo a San Nicolás e incluso al cumpleañero de Navidad.

Agrego al final que la Parroquia de Villa Alemana, que está en tabla para ser tal vez asumida por nuestra Congregación, está dedicada a San Nicolás.

*Sobre el autor:

El P. Heriberto Becker SVD es oriundo de Alemania. Ha trabajado en Chile por más de 40 años en pastoral parroquial, formación de futuros religiosos, colegios y universidades.