El miércoles 1 de mayo, con una solemne eucaristía, se celebró la fiesta patronal de la Parroquia San José Obrero de Rancagua. Antes de la misa, el párroco, P. Graziano Beltrami, lideró una procesión con la imagen de San José, instancia en la que estuvo acompañado por un grupo de feligreses, con quienes recorrió algunas cuadras de la población Granja. Durante ese trayecto, mientras se entonaban diversos cantos, compartieron reflexiones vinculadas al espíritu de San José, momentos en que quienes participaban de la actividad se sintieron muy conmovidos y llamados a imitar a su patrono.

Posteriormente, alrededor de las 11 horas, se inició la Santa misa, momento en que el párroco identificó y saludó a los sacerdotes presentes. La ceremonia fue presidida por el Padre Juventus Kota, Superior provincial, quién en su homilía explicó por qué ese día se celebraba con tanta oración, alegría y expectativa. De acuerdo a sus palabras, San José fue una persona llena de virtudes: sencillo, humilde, honesto, obediente y trabajador. Además, había cumplido su misión de aceptar a la Virgen María como su esposa y, lo más importante: estaba dispuesto a cuidar y guiar al hijo de Dios.

Antes de la bendición final, el Padre Graziano agradeció a todos los fieles de la parroquia el apoyo y colaboración que brindaron mientras se preparaba la actividad. También, reconoció la participación de todo el grupo en la Santa misa, la que se celebró con gozo y alegría, espíritu propio del tiempo de Pascua de resurrección.

Es obvio que la fiesta de San José Obrero para la comunidad parroquial es una ocasión para unirse como fieles en torno a su iglesia – comunidad de las comunidades- y renovar el compromiso de caminar juntos en el espíritu de sinodalidad. Por ende, la misa concluyó con el compartir de una empanada y un vasito de vino tinto para no perder la buena costumbre que dejaron los antepasados.

Julio Japa, SVD