Domingo 27° durante el año: 8 de 0ctubre 2023
Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico
Escuchen otra parábola. Había un propietario que plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores y se ausentó. Cuando llegó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores para recibir sus frutos. Pero los labradores agarraron a los siervos, y a uno le golpearon, a otro le mataron, a otro le apedrearon. De nuevo envió otros siervos en mayor número que los primeros; pero los trataron de la misma manera. Finalmente les envió a su hijo, diciendo: A mi hijo le respetarán. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron entre sí: Éste es el heredero. Vamos, matémosle y quedémonos con su herencia. Y, agarrándole, le echaron fuera de la viña y le mataron. Cuando venga, pues, el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores? Le dicen: A esos miserables les dará una muerte miserable y arrendará la viña a otros labradores, que le paguen los frutos a su tiempo. Y Jesús les dice: ¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Por eso les digo: Se les quitará el Reino de Dios para dárselo a un pueblo que rinda sus frutos. Y el que cayere sobre esta piedra se destrozará, y a aquel sobre quien cayere, le aplastará. Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. Y trataban de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque le tenían por profeta. (Mateo 21,33-46)
Referencias bíblicas
– Y se puso a hablarles en parábolas: Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un lagar y edificó una torre; la arrendó a unos labradores, y se ausentó. Envió un siervo a los labradores a su debido tiempo para recibir de ellos una parte de los frutos de la viña. Ellos le agarraron, le golpearon y le despacharon con las manos vacías. De nuevo les envió a otro siervo; también a éste le descalabraron y le insultaron. Y envió a otro y a éste le mataron; y también a otros muchos, hiriendo a unos, matando a otros. Todavía le quedaba un hijo querido; les envió a éste, el último, diciendo: A mi hijo le respetarán. Pero aquellos labradores dijeron entre sí: Éste es el heredero. Vamos, matémosle, y será nuestra la herencia. Le agarraron, le mataron y le echaron fuera de la viña. ¿Qué hará el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a los labradores y entregará la viña a otros. ¿No han leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos? Trataban de detenerle -pero tuvieron miedo a la gente- porque habían comprendido que la parábola la había dicho por ellos. Y dejándole, se fueron. (Marcos 12,1-12)
– Se puso a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos labradores y se ausentó por mucho tiempo. A su debido tiempo, envió un siervo a los labradores para que le diesen una parte del fruto de la viña. Pero los labradores le apalearon y le despacharon con las manos vacías. Volvió a enviar otro siervo, pero también a él le apalearon, le insultaron y le despacharon con las manos vacías. Tornó a enviar un tercero, pero también a éste lo malhirieron y lo echaron. Dijo, pues, el dueño de la viña: ¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo querido; tal vez le respeten. Pero los labradores, al verle, se dijeron entre sí: Este es el heredero; matémosle, para que la herencia sea nuestra. Lo echaron fuera de la viña y le mataron. ¿Qué hará ahora con ellos el dueño de la viña? Vendrá, dará muerte a estos labradores y entregará la viña a otros. Al oír esto, dijeron: ¡Dios no lo quiera! Pero él, clavando en ellos la mirada, dijo: Pues, ¿qué es lo que está escrito: La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido? Todo el que caiga sobre esta piedra se destrozará, y aquel sobre quien ella caiga quedará aplastado. Los escribas y los sumos sacerdotes comprendieron que aquella parábola había sido dicha para ellos y trataron de echarle mano en aquel mismo momento, pero tuvieron miedo del pueblo. (Lucas 20,9-19)
– Voy a cantar a mi amigo la canción de amor por su viña. Una viña tenía mi amigo en un fértil otero. La cavó, despedregó y la plantó de cepa exquisita. Edificó una torre en medio de ella y excavó un lagar. Esperó que diese uvas, pero dio agraces. Ahora, habitantes de Jerusalén y hombres de Judá, juzguen entre mi viña y yo: ¿Qué más se puede hacer a mi viña, que no lo haya hecho yo? Yo esperaba que diese uvas. ¿Por qué ha dado agraces? Ahora, les hago saber, lo que pienso hacer con mi viña: quitar su seto y será quemada; desportillar su cerca y será pisoteada. Haré de ella un erial que ni se pode ni se escarde, crecerá la zarza y el espino, y a las nubes prohibiré llover sobre ella. Pues bien, viña de Yahvé Sebaot es la Casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantío exquisito. Esperaba de ellos justicia y hay iniquidad; honradez y hay alaridos. (Isaías 5,1-7)
– El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo. Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir. Envió otros siervos, con el encargo: Digan a los invitados: Miren, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; vengan a la boda. Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron. (Mateo 22,2-6)
– Lo que les mandé fue esto: Escuchen mi voz y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo, e irán por donde yo les mande, para que les vaya bien. Mas ellos no escucharon ni aplicaron oído, sino que se guiaron por la pertinacia de su mal corazón, volviéndose de espaldas y no de cara. Desde que salieron sus padres del país de Egipto hasta el día de hoy, les envié a todos mis siervos, los profetas, cada día puntualmente. Pero no me escucharon ni aplicaron el oído, sino que atiesando la cerviz hicieron peor que sus padres. Les dirás todas estas palabras, mas no te escucharán. Los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: Ésta es la nación que no ha escuchado la voz de Yahvé su Dios, ni ha querido aprender. Ha perecido la lealtad, ha desaparecido de su boca. (Jeremías 7,23-28)
– Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. (Juan 3,16-17)
– En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios; en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él. (1 Juan 4,9)
– Pues bien, las promesas fueron hechas a Abrahán y a su descendencia. No dice a los descendientes, como si fueran muchos, sino a uno solo, es decir, a Cristo. (Gálatas 3,16)
– Y, como son hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios. (Gálatas 4,6-7)
– Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo, por quien también hizo el universo. (Hebreos 1,1-2)
– Por eso, también Jesús, para santificar al pueblo con su sangre, padeció fuera de la puerta. (Hebreos 13,12)
– Caín dijo a su hermano Abel: Vamos afuera. Y cuando estaban en el campo, se lanzó Caín contra su hermano Abel y lo mató. (Génesis 4,8)
– La piedra que desecharon los albañiles se ha convertido en la piedra angular; esto ha sido obra de Yahvé, nos ha parecido un milagro. (Salmo 118,22-23)
– Por eso, así dice el Señor Yahvé: Yo pongo por fundamento en Sión una piedra elegida, angular, preciosa y fundamental: quien tuviere fe en ella no vacilará. (Isaías 28,16)
– He aquí que pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de escándalo; mas el que crea en él, no será confundido. (Romanos 9,33)
– Así pues, ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en quien toda edificación bien trabada se eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en quien también ustedes con ellos están siendo edificados, para ser morada de Dios en el Espíritu. (Efesios 2,19-22)
– Acercándose a él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, cual piedras vivas, entren ustedes en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. Pues está en la Escritura: He aquí que coloco en Sión una piedra elegida, angular, preciosa y el que crea en ella no será confundido. Para ustedes, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, la piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido, en piedra de tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella porque no creen en la palabra; para esto han sido destinados. (1 Pedro 2,4-8)
– Y la soberanía, el poder y la grandeza de todos los reinos del mundo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Su reino es un reino eterno y todos los poderes le servirán y obedecerán. (Daniel 7,27)
– Por ser yo apóstol de los gentiles, hago honor a mi ministerio, pero es con la esperanza de despertar celos en los de mi raza y salvar a alguno de ellos. (Romanos 11,13-14)
– Y si decimos: De los hombres, tenemos miedo a la gente, pues todos tienen a Juan por profeta. (Mateo 21,16)
– ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos dijeron: Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o uno de los profetas. (Mateo16, 13-14)
Comentario
La llegada definitiva del Reino de Dios es el tema central del quinto libro del evangelio de Mateo (19,1-25,46). La primera parte de este libro es narrativa (19,1-22,46) y se refiere al destino universal de la nueva vida del Reino de Dios. La segunda parte del libro es discursiva (23,1-25,46) y contiene el discurso escatológico, cuyo mensaje está relacionado con la parusía, es decir, con la manifestación gloriosa del Hijo del hombre al final de los tiempos. Al desconocer el día y la hora, se recomienda a los discípulos estar muy atentos y vigilantes.
La parábola de los viñadores (Mateo 21,33-46) se encuentra inserta en el contexto de la parte narrativa del quinto libro del evangelio de Mateo (19,1-22,46), cuyo tema central es la universalidad del Reino de Dios. El capítulo 21 del evangelio de Mateo contiene varios temas relacionados entre sí y cuya secuencia es la siguiente: 1. Entrada mesiánica en Jerusalén (21,1-11). 2. Expulsión de los vendedores del templo (21,12-17). 3. La higuera estéril y seca (21,18-22). 4. Controversia sobre la autoridad de Jesús (21,23-27). 5. Parábola del padre y sus dos hijos (21,28-32). 6. Parábola de los viñadores (21,33-46). De este modo, la parábola de los viñadores es la culminación del capítulo 21 del evangelio de Mateo.
La parábola de los viñadores se ubica en la más pura tradición bíblica. En Isaías 5,1-7 se encuentra la canción de la viña, en la que Dios se lamentaba porque todas sus preocupaciones por su pueblo no habían dado el resultado esperado: yo esperaba de ellos justicia y hay maldad; honradez, y hay alaridos. En la parábola del evangelio de Mateo, los arrendatarios de una viña no estuvieron a la altura del compromiso contraído. Ellos, en repetidas oportunidades, se negaron a entregar al dueño de la viña parte de los frutos obtenidos en la vendimia. La consecuencia fue que nuevos arrendatarios tendrían que asumir la responsabilidad de cultivar la viña. La parábola es una invitación a la comunidad cristiana a estar siempre dispuesta a dar los frutos que Dios esperaba de ella.
En muchas ocasiones, Dios había enviado a sus mensajeros al pueblo de Israel. Pero ellos habían sido rechazados y hasta asesinados, porque el mensaje anunciado no había sido del agrado de los auditores, en especial de los jefes civiles y religiosos. En último término, Dios envió a su propio hijo, con la esperanza de que a él lo respetarían; pero su suerte no fue diferente a la de los profetas anteriores. De hecho, muy pronto Jesús intuyó un final trágico de su vida, semejante a los otros enviados de Dios. Él presintió un desenlace violento, pues se dio cuenta que las autoridades religiosas de la época no estaban dispuestas a aceptar su imagen de Dios, su modo de interpretar la religión y su estilo de vida. Lo que ellas proponían difería tan radicalmente del mensaje de Jesús, que él tuvo permanentemente conflictos con los sacerdotes, los fariseos, los escribas y los saduceos. Ellos se dieron cuenta que la parábola de los viñadores estaba dirigida principalmente a ellos. Por tal motivo, trataron de detenerle, pero tuvieron miedo a la gente porque lo consideraban un profeta. De este modo, la decisión de eliminar a Jesús experimentó sólo una postergación para un momento más oportuno en el futuro.
P. Sergio Cerna, SVD