*Por: P. Roberto Díaz SVD

*Reflexión publicada con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones 2022

Los Misioneros del Verbo Divino, sacerdotes y hermanos, viven y trabajan en diferentes países de los cinco continentes, por lo que la experiencia que han hecho y hacen muchos misioneros es bien diversa. Sin embargo, hay algunas características comunes que descubrimos en toda misión, ya sea si uno trabaja en una gran ciudad de Sudamérica, en Europa o en la jungla africana, y que son la base para ser misioneros “fieles y creativos en un mundo profundamente herido”, como nos propone el documento de preparación para el próximo capítulo general de los Verbitas.

Nos puede ayudar el testimonio del P. Carlos de Foucauld, recientemente canonizado (15 de mayo de 2022), y propuesto por la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, como paradigma de “amistad social”. Fue un hombre de profunda vida interior, que en un primer momento se sintió llamado a vivir como monje, pero que posteriormente se hizo eremita en el desierto de Argelia, y como tal hizo un camino de misionero entre las tribus Tuareg, hasta que fue asesinado en 1916.

Inspirados por esta experiencia novedosa de misión basada en el testimonio y comprobada por muchos misioneros verbitas a lo largo de la historia de la SVD, resumimos el fundamento de la misión en las siguientes características:

Estudio. Se trata de mantener la disciplina de formarse en todos los ámbitos de interés personal, pero especialmente en aquellos que sustentan nuestra vida y misión: el idioma del país, la teología, la Sagrada Escritura, etc.

El P. Charles de Foucauld decía al respecto: “las lecturas y los estudios son necesarios. Hay que meter constantemente nueva agua pura y fresca en la pobre vasija que tiene tantas fisuras y de donde el agua se escapa o se evapora rápidamente.”.     

Buenas relaciones. Establecer buenas relaciones de confianza y amistad con los cohermanos, pero también con los laicos del lugar donde uno vive y trabaja. Hacerlo utilizando la “paciencia” como virtud, y una actitud de disponibilidad de tiempo, de buena voluntad y hospitalidad hacia todos, en lo posible.

Alimentar la misión. El alimento para nuestra misión es todo aquello que ayude a mantener y acrecentar la amistad con el Señor Jesús. Por ejemplo:

–           La oración, tanto la oración oficial que nos une a toda la iglesia (el Oficio y la celebración de los sacramentos), pero también la oración recogida y silenciosa.

–           La meditación bíblica diaria, tanto como lectura personal, así como también para preparar las homilías.

–           La eucaristía celebrada no tanto como función o tarea, sino como encuentro de comunión con Cristo y con los hermanos y hermanas.

–           El acompañamiento, tanto espiritual como humano. Personas que están llamadas a una profunda entrega personal y profesional, como es el servicio misionero, deben ser acompañadas, orientadas y supervisadas permanentemente, en especial al inicio del ministerio sacerdotal y del trabajo como hermano misionero.

Asociar a otros. Asociar a otras personas a la tarea que se me ha encomendado o a la obra que he iniciado, especialmente a laicos, a familiares o amigos en la patria, como un modo de tender puentes, de crear redes entre muchos que individualmente buscan el bien. Se trata de crear vínculos o lazos en un “apostolado de la bondad”.

El mismo P. De Foucauld escribía respecto a su misión: “Lo que haría falta aquí, más que misioneros empeñados en seguir sus métodos ordinarios, sería mucha gente valiente, buenos cristianos/as de todas las profesiones que entraran en contacto estrecho con los indígenas por los mil actos de la vida cotidiana.”

Esta frase nos recuerda la vocación de los Hermanos misioneros de la SVD, que ejercen su misión no en relación al culto, sino en sus oficios y profesiones (médicos, carpinteros, profesores, arquitectos, etc.) que ejercen en estrecho contacto con la gente.

Ahonda aún más en que “la misión no es un privilegio ni el deber de unos pocos; recibida de Jesús y vivida a fondo en la banalidad de la existencia ordinaria, es lugar de convocatoria para todos los bautizados.”

Conocer la realidad. Profundizar el conocimiento de la realidad donde se vive (pueblo, ciudad, país y continente…) por la lectura y por el contacto estrecho con la población.

Esta base puede hacer más fecunda la misión de tantos misioneros y misioneras en el mundo entero; les ayudará a descubrir y acompañar las heridas de nuestro mundo real y a ofrecer una alternativa basada en el mensaje del Evangelio, especialmente por medio del testimonio, como lo hizo el P. Carlos de Foucauld y tantos misioneros verbitas a través de nuestra más que centenaria historia.

“Tu luz debe brillar delante de los demás” (Mt 5, 16)

*Sobre el autor:

El P. Roberto Díaz Castro SVD es el encargado de Comunicaciones de la Provincia y también acompaña pastoralmente, como capellán, al Colegio del Verbo Divino de Las Condes.

Fue formador en el Juniorado Panam y ha servido en diversas parroquias verbitas, tales como Osorno, Rancagua, Quepe y Puerto Domínguez.