*Por: P. Saju George Aruvelil SVD
El Día Mundial del Agua, celebrado cada 22 de marzo, nos recuerda la importancia de este elemento vital para la vida de todos los seres vivos del planeta Tierra. La plataforma Laudato Si´ nos da indicaciones a todos los miembros de la gran Familia Arnoldina sobre el uso y el cuidado de este don divino para nuestra vida y misión. En cierto sentido el río Maas, a las orillas del cual está situada la primera casa misional, forma también parte de nuestra familia Arnoldina.
Si bien necesitamos varios recursos para la vida, al agua le corresponde un lugar sagrado. Ella es el principio de la vida. y como tal aparece en la Sagrada Escritura. No hay en la Biblia ningún otro elemento más imprescindible e importante para la existencia del hombre.
Así pues, el agua posibilita y mantiene la vida. El agua también tiene su uso en lo religioso, litúrgico-sacramental. La presencia del concepto “agua” en las Sagradas Escrituras del judeocristianismo e islamismo (Ar-Rahmán, 55:19-20). nos ofrece un fundamento para ver el carácter sagrado de este elemento para la ecología espiritual. En el Antiguo Testamento [AT], encontramos el término hebreo máyím más de 580 veces. En el Nuevo Testamento [NT], el término griego es hydor y aparece 80 veces. La Biblia nombra las formas derivadas del agua: la escarcha, el granizo, la lluvia, etc. De esta manera, todo el AT celebra la magnificencia del agua. El Nuevo Testamento recibirá esta herencia y sabrá utilizarla, llenándola de un amplio contenido simbólico y espiritual.
El agua es también el elemento de redención para el hombre bíblico: el paso por el agua del Mar Rojo lo redime de la esclavitud del Faraón (Ex 14,15-31), el agua bautismal lo libra del pecado original (Jn 3,5). El agua tiene también una dimensión escatológica (Is 55,1; Ap 21, 6). El agua, en su amplia carga de significados, recorre la Biblia desde la primera página hasta la última: desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Dice Dios que el que tenga sed, se acerque. El que quiera que tome gratis del agua de la vida (Ap 22, 17). Con mayor razón el místico patrón de la ecología espiritual, San Francisco de Asís, cantaba y alababa: «Loado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil, humilde, preciosa y casta…». Todo nos invita a encontrar un fundamento para una ecoespiritualidad radical. Desde la perspectiva cristiana, Cristo es el único que puede dar el agua de la vida (Jn 4, 14).
Siendo el agua el símbolo de la vida, es muy significativo el mandato bíblico de dar de beber al sediento. A Job le acusan de no haberlo hecho: «No diste agua al sediento […]» (Job 22, 7); el libro de Proverbios va más lejos: «Si tiene sed, dale de beber agua» (Prov 25, 21).
El agua es sinónimo de la subsistencia de la vida (La encíclica Laudato Si´ 30) [LS]. LS ahonda en el tema del agua potable con grandes preocupaciones (LS 27-31). El agua potable y limpia representa una cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos (LS 28). Ahí yace la importancia jerárquica del agua para el sostenimiento de la vida terrestre. También los demás seres creados siempre necesitan el agua y la usan de una forma u otra. En los documentos eclesiales el término “agua” también aparece a menudo: en LS 40 veces, en Instrumentum Laboris, 15 veces y en el Querida Amazonia, 16 veces.
En la Amazonía la interrelación entre el agua y los seres humanos es básica. “La vida en la Amazonía, entretejida por el agua, el territorio, las identidades, espiritualidades de sus pueblos, invita al diálogo y al aprendizaje de su diversidad biológica y cultural” (IL 48). «Sabemos que el agua es un recurso escaso e indispensable y es un derecho fundamental que condiciona el ejercicio de otros derechos humanos. Eso es indudable y supera todo análisis de impacto ambiental de una región» (LS 185). La Organización de Naciones Unidas proclamó El Decenio Internacional para la Acción para el Desarrollo Sostenible, que empezó en el Día Mundial del Agua, el 22 de marzo de 2018, y terminará el 22 de marzo de 2028. (Cf. Agua | Naciones Unidas).
Para finalizar, el río Maas es testigo silencioso de la vida y del crecimiento de nuestra familia misionera de San Arnoldo. El agua del mismo río sirve de muchas maneras para la vida de los miembros de las comunidades. Los primeros misioneros habían embarcado desde el pequeño puerto de Steyl. Desde entonces tanto Maas como la pequeña dársena siguen siendo nuestro aliado natural. A Arnoldo Janssen le alcanzó la vida para ver cómo los misioneros del Verbo Divino y las Misioneras Siervas del Espíritu Santo, que se embarcaron desde allí, extendían sus obras misionales en varios países (China, Argentina, Togo, Brasil, Papúa-Nueva Guinea, Chile, Estados Unidos y Japón – para mencionar algunos de los primeros países misionales).
Me imagino las veces que San Arnoldo y los demás miembros de la Generación Fundadora se habrían sentado junto al río para contemplar el misterio del agua de vida. En esta imagen hay algo evangélico que recuerda el encuentro de Jesús con la Samaritana (Jn 2, 5-42), la pesca milagrosa (Lc 5, 1-11) u otros acontecimientos (Mt 13, 1-16. Lc 5, 1-25. Mc 5, 35-5,43. Jn 2, 1.42. 21, 1-11).
Al ver los barcos que llevaban pasajeros, cuántos habrían dicho que próximamente estarían también entre ellos para llevar la Buena Nueva de Jesús, para que se haga realidad el anhelo del Fundador: Ante la Luz del Verbo y el Espíritu de Gracia, desaparezcan las tinieblas del pecado y la noche de la incredulidad y viva el corazón de Jesús en los corazones de toda la humanidad. Las olas de Maas los inspiraban a emprender el viaje a las lejanas tierras misionales.
Cuidar el agua es también una manera de amar a Dios, al prójimo que incluye y a toda la Creación. Podríamos agregar esta verdad como parte del nuevo mandato misionero. De esta manera tomaremos una opción por el cuidado de la vida de todos y nos comprometeremos a ser guardianes de esta fuente vital y participaremos activamente como Familia Arnoldina en las actividades de la dimensión JPIC y la plataforma LS plan de acción (LSAP). Porque el agua es la fuente de vida para todos y es sobre todo sagrada.
Fuente: vivatdeus.org
*Sobre el autor:
Saju George Aruvelil SVD es de India. Es uno de los primeros OTPs que ha ido a Argentina y en ese país terminó también sus estudios teológicos para el sacerdocio. Luego comenzó su servicio en el área de la educación en nuestras instituciones SVD.
Es Licenciado en Espiritualidad por la Universidad Pontificia de Comillas, Madrid. También tiene un doctorado en Teología de la Pontificia Universidad Católica de Argentina, Buenos Aires. Además ayuda en la formación de laicos y candidatos religiosos. Da retiros y dirige talleres de espiritualidad y de liderazgo, seminarios, etc. Tiene un programa de radio y escribe en un periódico local. Actualmente es un promotor del Movimiento Laudato Si para el cuidado de la Tierra, junto con sus actividades de pastoral parroquial.