*Por: P. Sergio Cerna SVD

+ 25 de enero, fiesta de la conversión de San Pablo

Pablo se convirtió en apóstol de los gentiles a través de una experiencia extraordinaria de Jesús resucitado. Esto sucedió en el camino de Damasco, según los Hechos de los Apóstoles, o en la misma ciudad de Damasco según la carta a los Gálatas.

Triple relato

En Hechos de los Apóstoles aparecen tres relatos sobre la conversión de Pablo: Hechos 9,1-30; 22,4-21; 26,9-23. El primero es de carácter narrativo y los dos siguientes corresponden a discursos del propio Pablo en distintos lugares y ante diferentes auditores. Este hecho indica que el autor del libro dio gran importancia a este encuentro personal de Pablo con Jesús, que lo ubicaría a la misma altura de los demás apóstoles. Más allá de las ambigüedades y divergencias que contienen, los textos señalan básicamente que Pablo tuvo una experiencia de Jesús glorificado, en la que se le presentó como Hijo de Dios y le dio el encargo de evangelizar a los gentiles.

Los hechos

De acuerdo con lo relatado en la carta a los Gálatas, los acontecimientos parecen haber sucedido en la siguiente forma. Pablo perseguía a la comunidad cristiana en Damasco. Es en esa ciudad donde él tiene una experiencia carismática de Jesús, con apariciones, visiones y audiciones extraordinarias. Él escribirá más tarde que es apóstol porque vio a Jesús (1 Corintios 9,1). De encarnizado y fanático perseguidor, Pablo se transformó en un activo miembro del movimiento de Jesús. Con toda seguridad, él tuvo a continuación la oportunidad de conocer más profundamente a la persona de Jesús y su mensaje en el seno de la comunidad cristiana de Damasco. Desde allí él se dirigió a Arabia (Petra), lugar donde ciertamente había también una comunidad cristiana. No se trató de un viaje al desierto para reflexionar, sino de una manifestación de su compromiso misionero. Es por esto que él fue perseguido por el rey Aretas IV de Petra y tuvo que regresar a Damasco. Allí el etnarca del rey Aretas continuó la persecución, por lo que Pablo tuvo que huir también de esta ciudad. Recién después de tres años de su conversión, él realizó su primera visita a Jerusalén. Bernabé lo presentó a los únicos apóstoles que aún estaban en esa ciudad. Permaneció quince días junto a Pedro y se encontró con Santiago. Posteriormente, Pablo se fue a las regiones de Siria y Cilicia, cuyas capitales eran Antioquía y Tarso, respectivamente.

 Modelo literario

El triple relato de la conversión de Pablo sigue un modelo literario griego, en el cual el contenido narrativo de un acontecimiento original es repetido más tarde en un discurso de un determinado personaje. El relato de la experiencia de Pablo en Damasco de Hechos 9,1-30 se repite, como un testimonio personal de Pablo, en dos oportunidades distintas: ante una muchedumbre judía en el templo de Jerusalén (Hechos 22,4-21) y ante el procurador Festo, el rey Herodes Agripa II y su hermana Berenice (Hechos 26,9-23). Lucas utiliza este recurso literario en otras dos oportunidades en Hechos de los Apóstoles. En Hechos 10,1-48 está el relato del encuentro de Pedro con el centurión Cornelio y la venida del Espíritu Santo sobre los gentiles. Posteriormente, Pedro informó en dos ocasiones a la comunidad de Jerusalén sobre este acontecimiento (Hechos 11,1-18 y 15,5-11). Por otra parte, la carta del tribuno Claudio Lisias al procurador Antonio Félix de Hechos 23,26-30 se refiere a acontecimientos previos y narrados con anterioridad en el libro. Esta misma forma literaria se encuentra en la Ilíada y en la Odisea de Homero: una acción narrativa previa y una información repetida a través de la intervención de un personaje. La literatura épica de Homero tuvo una gran influencia en todos los niveles de la cultura griega y de la educación de la época. De hecho, Lucas siguió el estilo literario de Homero trayendo al primer plano algunos contenidos narrativos que más adelante relacionaría con caracterizaciones posteriores de algún personaje importante.

 Características de los relatos

Los Hechos de los Apóstoles, entonces, relatan tres veces la conversión de Pablo. Las tres narraciones no proceden de fuentes distintas, sino más bien se presuponen y complementan mutuamente. Naturalmente, hay divergencias en algunos detalles, como por ejemplo lo que ven y oyen los acompañantes de Pablo (comparar Hechos 9,7 con 22,9 y 26,13). También es fácil observar los elementos simbólicos de las tres narraciones: la luz fulgurante que rodea a Pablo (Hechos 9,3; 22,6; 26,13), la ceguera después del encuentro con Jesús (Hechos 9,8; 22,11) y la recuperación de la vista después de tres días (Hechos 9,9.17; 22,13-16). Por su parte, los diálogos siguen el modelo del género literario de las apariciones con motivo de una llamada profética. La frase identificatoria “Yo soy Jesús a quien tú persigues” es característica del género y juega un rol clave en los relatos (Hechos 9,5; 22,8; 26,15). Ananías, como los demás profetas, protesta por el encargo que Dios le hace, debido a todo lo que se cuenta sobre las fechorías de Pablo contra los cristianos (Hechos 9,13).

 Pablo dijo que vio a Jesús y que por eso era apóstol (1 Corintios 9,1).  A raíz del acontecimiento de Damasco, él se sintió ubicado a la misma altura de los apóstoles (1 Corintios 15,8-10; Gálatas 1,18; 2,11.14) y con autoridad sobre los fieles de sus comunidades (1 Corintios 4,15.19.21; 2 Corintios 10,4-6.8; 13,10). Los demás apóstoles habían tenido varios años de convivencia con Jesús, además de las apariciones del Señor resucitado. Las listas de los apóstoles y de las apariciones de Jesús se consideraban en esa época como definitivamente clausuradas. Por eso, Pablo se sentía como “nacido fuera de tiempo” y “el último de los apóstoles”. La experiencia de esta llamada de Dios sería para Pablo muy particular y estaría acompañada de la violencia y el sufrimiento, al estilo de la tragedia griega. “El Señor le respondió: Vete, pues éste me es un instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.” (Hechos 9,15-16)

Pablo se sentía llamado directa e inmediatamente por Dios. “Pablo, apóstol, no de parte de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos.” (Gálatas 1,1) “El Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.” (Gálatas 1,12) Naturalmente, ambas frases se refieren al modo como sucedió la conversión del apóstol. No se trata de que él haya llegado a conocer todo por revelación directa, ni mucho menos de una vez en el camino de Damasco. Sin embargo, la intervención de Dios fue directa, inmediata y completamente inesperada para él. Como celoso y fanático defensor de la identidad judía, él perseguía a los seguidores de Jesús por considerarlos un peligro para su religión y no se imaginaba a los gentiles como destinatarios inmediatos de la salvación de Dios.

*Sobre el autor:

El P. Sergio Cerna Spichiger es sacerdote de la Congregación del Verbo Divino.  Nació en Los Sauces en la Región de La Araucanía y fue ordenado presbítero el 8 de diciembre del año 1963.  En la Provincia ha servido como rector del Colegio del Verbo Divino de Las Condes y Superior Provincial (entre los años 1993 y 1998). También fue responsable de la Dimensión del Apostolado bíblico y entre las iniciativas que impulsó destacan su rol como colaborador y conductor de las cápsulas radiales «Paz y Amor» donde compartía reflexiones sobre el Evangelio dominical y una sección denominada «La Biblia, una orientación para la vida», cuyos contenidos fueron emitidos en diversas radioemisoras del país, entre ellas Radio María de Chile.