*Por: P. Yuventus Adur SVD

Goethe decía “Trata a un ser humano como es, y seguirá siendo lo que es. Pero trátalo como puede llegar a ser, y será lo que está llamado a ser”

Sin duda hay diferentes puntos de vista para entender o interpretar lo que decía Goethe. A mí modo de ver, creo que lo que pretende este poeta y novelista alemán es un llamado a descubrir la esencia o la autenticidad de un ser humano. Y una manera para poder descubrir la autenticidad de un ser humano es la educación, que apunta a la formación integral. Es decir, una educación que abarca desde lo académico, lo valórico hasta lo espiritual. Pues un ser humano es un ser integral del cuerpo y del alma.

La educación no se trata solamente de una educación formal, realizada en una sala de clase, sino en todo el ámbito de vida. Yo diría la vida es un proceso de educación. Esto significa que todos de una y otra manera somos educandos, pero al mismo tiempo somos educadores, pues en la vida hay momentos donde actuamos como un educador, pero también hay momentos donde nos situamos como educandos, lo que necesitan aprender.

En este breve artículo, no pretendo hacer una explicación teórica sobre los modelos de la educación sino más bien apuntar directamente hacia “el cómo” educar. No me cabe la menor duda  que hasta la actualidad hay miles de estrategias de los pedagogos de todos los tiempos sobre cómo educar. Sin embargo, quiero destacar lo que planteó Alex Rovira, un escritor español, sobre “la mirada apreciativa” como una manera de educar, pues para Rovira la educación tiene que ver con el corazón profundamente. Por lo tanto, cualquier modelo de educación debe conectarse directamente con el corazón. Y una mirada apreciativa, llega directamente al corazón.

¿Qué es una mirada apreciativa?

Alex Rovira plantea esta “mirada apreciativa” como una mirada sin juicio y prejuicio, una mirada que muchas veces no necesitan voces. Él decía que “Hay personas que han tenido acceso a una muy buena formación pero que son mal educadas; porque no tienen corazón. Y hay personas que no tuvieron el privilegio del acceso a una buena formación; pero son extraordinariamente bien educadas”.

Eso quiere decir que una buena educación no solamente se puede lograr en las aulas sino también mediante una simple mirada apreciativa de los educadores hacia los educandos. Una mirada sin prejuicio. Una mirada llena de ternura, de aceptación y valoración hacia los educandos tal como son. Por eso Giovanna Fuentes (2020) también afirma “que tener una mirada apreciativa es hacer consciencia de que condicionamiento o creencia predomina en ti para juzgar al otro y condenarlo sin siquiera darnos la oportunidad de conocerlo”.  Ella agregó que esta mirada apreciativa se logra por medio del respeto, la admiración mutua, el afecto genuino, la honestidad, el descubrir y aceptar que como seres humanos somos vulnerables y que la vulnerabilidad, forma parte de la humanidad, el abandonar juicios, transformar creencias, y paradigmas culturales

La mirada apreciativa de Jesús

Después de reflexionar y profundizar este término, la mirada apreciativa, me doy cuenta de que éste no es un término nuevo pues ya lo ha enseñado y practicado Jesús, nuestro gran maestro y pedagogo, hace más de dos mil años atrás. Jesús es el maestro y pedagogo muy sabio, que sabe muy bien cómo enseñar y educar.

En los textos evangélicos, podemos encontrar los relatos de cómo Jesús “hace vida” este método de educar en sus enseñanzas y sus relaciones con la multitud que lo seguía. El encuentro con la mujer samaritana (Juan 4, 5-43) en el pozo de Jacob, es uno de tantos ejemplos que muestra esa mirada apreciativa de Jesús. La samaritana, siendo mujer además de ser samaritana ya son razones suficientes para Jesús, que era un judío, para mirar menos o mirar des apreciadamente a la mujer, sin embargo, Jesús rompió esa barrera con esa mirada apreciativa, sin prejuicio. Una mirada que ayuda a la conversión de la mujer.

Otro ejemplo de esa mirada apreciativa de Jesús podemos encontrarlo en relato de Zaqueo (Lucas 9,1-10). Zaqueo para los demás era un pecador, sin embargo, Jesús lo acogió con una mirada apreciativa que terminó también con la conversión y arrepentimiento de Zaqueo. Sin duda hay muchos ejemplos que podemos encontrar en los textos evangélicos sobre esa mirada apreciativa. Jesús siempre mira detenidamente y se conmueve. Su corazón intuye la desorientación y el abandono en que se encuentran los campesinos de aquellas aldeas. Esa mirada que no solamente conecta a los ojos sino también conecta directamente con el corazón. Desde esa mirada, Jesús descubre la necesidad más profunda de aquellas gentes; andan como “ovejas sin pastor”.

Nuestro compromiso

Tal como lo que ha planteado Alex Rovira, que en la escuela se deben complementar la educación que se dan en los hogares, y también en los hogares se deben crear las circunstancias para que la educación florezca y complementar la formación que se le da en las escuelas. Y en ambos contextos, tanto maestros, como padres o los que hagan la función materno y parental, debe haber esa mirada apreciativa que den alas. Una mirada que según Alex es una mirada sin prejuicios, que sea capaces de encontrarnos en las bondades y las virtudes sin perder el pensamiento crítico.

Como cristianos y cristianas, no podemos permanecer indiferentes ante tanta gente necesitada dentro y fuera de nuestras comunidades cristianas. No hemos de aceptar como normal la desorientación religiosa dentro de la Iglesia. En la Iglesia hemos de aprender a mirar a la gente como la miraba Jesús; captando el sufrimiento, la soledad, el desconcierto o el abandono que sufren muchos. La compasión no brota de la atención a las normas o el recuerdo de nuestras obligaciones. Se despierta en nosotros cuando miramos atentamente a los que sufren.  Hemos de reaccionar de manera lúcida y responsable. No pocos cristianos católicos buscan ser mejor alimentados. Necesitan pastores que tengan la mirada apreciativa que les transmitan el mensaje de Jesús.

Como verbitas tenemos nuestro gran compromiso de promover y llevar a cabo el dialogo profético en la tarea que nos corresponde a cada uno de nosotros. Tal como lo que decía nuestro Superior General, Paulus Budi Kleden, en el simposio de 120 años de la presencia de SVD en Chile que el dialogo profético no se trata solamente de una mera conversación o diálogo con el otro sino es un estilo de vida. Y creo que un buen diálogo profético es posible cuando parte de una mirada apreciativa a los demás, una mirada que valora y acepta a los demás tal como son. Ya es el momento de mirarnos los unos a los otros con una mirada apreciativa pues es la pedagogía que llega hasta el alma.

Referencias

Evangelio de San Lucas 9,1-10

Evangelio de San Juan 5,4-3

Apuntes tomados del simposio de 120 de SVD en Chile

https://www.misreflexiones.org/familia/la-mirada-apreciativa/

https://blogs.portafolio.co/gaviota-en-excelencia/la-magia-la-mirada-apreciativa/

*Sobre el autor:

El P. Yuventus Adur SVD es misionero verbita, oriundo de Indonesia, y actualmente sirve como párroco en la Parroquia Espíritu Santo de Fresia, X Región.