*Por: Sra. Elena Ortiz

Cada 1 de Noviembre conmemoramos el Día de todos los Santos, una fecha especial para la Iglesia Católica donde se recuerda a aquellos que con su ejemplo de vida nos demostraron que llegar al cielo en un camino arduo, pero no imposible

“La santidad es un don, es el don que nos hace el Señor Jesús, cuando nos toma consigo y nos reviste de sí mismo, nos hace como Él.

El Papa Francisco nos llamó a reflexionar sobre el llamado universal a la santidad, recordó que “¡todos podemos ser santos!” y explicó las claves para vivir esto en la vida cotidiana.

“que todos los cristianos, como bautizados, tienen una igual dignidad ante el Señor y los une la misma vocación, que es la de la santidad”.

Con ello quiere decir que no hace falta formar parte de una clase privilegiada, ni tener cualidades especiales, ni alejarse del mundo en que vivimos para acceder a la santidad. La santidad es para todos y en los aspectos más sencillos y normales de nuestra vida. Bajo la mirada de Dios, con generosidad, todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo el propio testimonio allí donde cada uno se encuentra.

 Vivir el día a día con AMOR y ofrecer un testimonio en todas las ocupaciones que tengamos durante el día es donde estamos llamados a convertirnos en Santos.

 Para ser santos, no hay que hacer nada extraordinario. Basta con hacer extraordinariamente bien, todas las cosas que son sencillas, ordinarias y cotidianas.

 La Santidad esta aquí y ahora

 Vivir la vida con amor, con alegría, con espíritu positivo y esperanzado. Esta actitud es expresión de gratitud por todo lo bueno que hemos recibido de Dios.

Ponernos cada día en las manos de Dios para sentirnos firmes y estar en paz, con uno mismo y los demás, sintiéndonos hijos amados por él. Esta confianza nos ayudará a irradiar y comunicar el don de la fe y ser testimonio de su amor cada día.

La santidad se vive en comunidad, es decir, con otros, sea en la familia, en el trabajo, en el lugar donde vivimos, en algún grupo. En esos ámbitos se pueden manifestar los pequeños detalles del amor que hacen la convivencia amable y atractiva.

Todas estas actitudes nos acercan cada día a Santidad

Trabajemos con paciencia, con valentía, con alegría para alcanzar esta meta.

Recordando siempre que, para alcanzar la santidad, debe ser sinónimo de vivir con AMOR, ofreciendo cada día un testimonio vivo en cada una de las actividades que realicemos en la cotidianidad

Alégrense  y regocíjense, porque el Señor nos eligió a cada uno de nosotros «para que fuéramos santos e irreprochables ante Él por el amor» (Ef 1,4).

 

*Sobre la autora:

La señora Elena Ortiz es una laica colaboradora con la SVD en Chile. Actualmente forma parte de ALMA Verbita, una organización de laicas y laicos socios en la misión.