Entonemos un canto de gratitud y de alabanza, de fe y esperanza, porque Cristo,al resucitar nos ha convertido en personas resucitadas: alegres y confiadas, llenas de perdón, de paz y de amor. Era una silenciosa tarde del día viernes 19 de diciembre de 2000, estaba yo sentado en una banca, en el patio de la casa central, solitario, pensativo lleno de dolor y sufrimiento de la perdida. De pronto, pasó por allí el P. Cristóbal Crames, me saludó y me preguntó: “¿qué pasa Yuventus?, te veo muy triste”. “Falleció mi mamá”, le respondí. El padre me abrazó y me dijo: “cuenta con mi apoyo y oración. Te invitó a tomar once en un restaurante cerca de aquí. Pero, “Ponte cara de Pascua”.

Pongamos cara de Pascua, es decir un rostro alegre, pues en Cristo Resucitado, el dolor y el sufrimiento se han transformado en alegría y felicidad; el miedo y la tristeza, en esperanza; las tinieblas en luz y; la muerte, en vida Una cara que refleje la humildad de cargar la cruz de quien más sufre, como Simón de Cireneo, que, aunque estaba cansado y con ganas de llegar a casa y descansar, dio la vuelta y fue en auxilio de Jesús, ayudándolo a cargar su cruz. Una cara iluminada, como la del buen ladrón, al reconocer sus propias culpas y eludir la injusticia de aprovecharse de lo que no es propio.

Una cara sin vergüenza ni complejos, que defienda la identidad cristiana ante cualquier decisión, situación social, cultural y/o política, que debilitan y no toman en cuenta los valores cristianos. (La negación: «No conozco a este hombre» – Pedro). Una cara de que sé es capaz de dialogar, con sencillez y humildad con el hermano, ante cualquier situación o información confusa, chismes, rumores y ofertas del poseer y poder, para no venderlo como Judas, viviendo en la misma familia y comiendo en la misma mesa. Una cara con el corazón sabio, que no se burle ni acuse falsamente a los demás, especialmente al débil, al descartado o humillado, sin tener pruebas ni fundamentos, solo por el afán del poder y placer (Caifás y Pilatos) Una cara con una mirada tierna y bondadosa, para quienes viven en los momentos o situaciones difíciles, que enfrentan la pérdida de cierta esperanzas e ilusiones, el peso de las limitaciones y ciertas injusticias, que experimentan el silencio de Dios, la duda de la fe, la tentación de renunciar a todo. Los que se encuentran con problemas físicos y psicológicos, los niños y ancianos abandonados, los jóvenes drogadictos y los migrantes. Una cara compasiva que acaricie y limpie el rostro deteriorado por el dolor y la marginación, enjugando sus lágrimas, como María Magdalena, Verónica y la madre de Jesús.

¿Tengo cara de pascua?, ¿Cuál es mi cara de pascua? Debemos poner cara de pascua. Demos testimonio de nuestra fe. No escondamos nuestra fe. Seamos consecuentes y dejemos ver que la fe pone confianza, luz y esperanza en nuestras vidas. Vivamos como personas resucitadas, con sencillez y humildad, discreción y buen humor, con fe y la esperanza de que los demás encuentren paz y amor en nuestra manera de pensar y actuar, vivir y convivir.

¡Feliz Pascua de Resurrección! ¡Aleluya, Aleluya!

P. Yuventus Kota, SVD

(Superior Provincial, SVD provincia chilena)