*Por: Hna. Karoline Mayer
Mi amiga Anna Reis Kreuzinger, hermana Klemens María SSpS, “hermana Anita” nació en 1936 en el pueblo campesino Zlaben en el sur de Austria. Vivió como niña los tiempos difíciles de la Segunda Guerra Mundial y de la postguerra. Desde muy joven sintió el llamado de Jesús para ser misionera, aunque tuvo que luchar con su familia, que era muy religiosa y católica, pero que no lograba entenderla: ¿Cómo se le puede ocurrir a una joven bella, la hija mayor de la familia – con tres hermanos más – querer abandonar a sus seres queridos para ir lejos? Hasta avanzada edad, tanto a su madre como a una hermana les costó comprenderla y perdonarle este gran salto fuera de su hogar, lo que dejó una marca de dolor en el corazón de la Hermana Anita.
A pesar de esto Anna entró a los 21 años alegremente a la Congregación de las Misioneras Siervas del Espíritu Santo en Stockerau, cerca de Viena, para ser misionera e ir a anunciar la Buena Noticia de Jesús a los pobres, como lo había hecho dos siglos antes Klemens María, un gran santo muy popular en Austria, cuyo nombre ella quiso recibir en su “Toma-de-hábito” para ser llamada “hermana Klemens María”.
Este santo la había marcado por su conocido incansable celo pastoral, había servido al pueblo en Polonia y por todo el Imperio Austro-Húngaro, además se destacó por su amor apasionado a los pobres de su tiempo.
Yo tuve la alegría de conocer en 1964 a la hermana Klemens María en su pasada por la Casa Madre de las Siervas del Espíritu Santo en Steyl. Ella estaba feliz por ser enviada, y ya en camino como misionera a Chile nos hicimos amigas, aunque yo soñaba ir de misionera a China o a la India. La hermana Klemens María llegó a Chile en barco el 30 de noviembre de 1964.
¿¡Quien se hubiera imaginado que solamente cuatro años más tarde, sorpresivamente, recibiría la cartita azul de Roma con mi envío a Chile!? Así volvimos encontrarnos en 1968 en Chile, en Fresia, su lugar de misión. Trabajaba en la cocina de la casa de las hermanas, pero por las tardes hacía su misión en el pueblo.
En la imagen (de derecha a izquierda), la hermana Klemens María.
Escribe la hermana Kreti SSpS: «Dedicada incansable a la pastoral parroquial y rural, a la catequesis, a la visita domiciliaria. Todo cuanto hacía era acompañado por la oración. Se caracterizó por su sencillez, humildad, servicialidad y oración, talentos que Dios le regaló para facilitar su misión en donde estuviera, como una persona de mucha facilidad de comunicación, cercana, facilidad en las relaciones interpersonales, sin importarle raza, color o religión, ella solo quería llevar a Dios, a todas las personas.»
Esto la llevó a querer hacer una experiencia para vivir entre los pobres. Por eso pidió un permiso especial en 1976 para compartir la vida de los pobres en nuestra casita de la Comunidad de Jesús en el Campamento Angela Davis en la Comuna de Conchalí, hoy Recoleta. Para llegar más a la gente, recuperó su nombre de bautismo y se hizo llamar Hermana Anita. Trabajamos juntas con mucha pasión acompañando a las Comunidades Cristianas de Base en la población. Pero como ella era incansable, quiso extender su servicio a las poblaciones de Renca. Efectivamente nació allí una «Comunidad Espíritu Santo», que ella siguió atendiendo por varios años, incluso después de su año sabático y su regreso al Convento.
Siempre la admiré por su disponibilidad para aceptar los diferentes destinos que la Congregación le dio. Así pasó por varias casas: en Longotoma, El Pinar, La Florida, El Monte, El Tránsito y en sus últimos años en Las Condes.
Dice la Hna. Kreti SSpS: «Se destacó como una persona inquieta por ir más allá en el conocimiento y compartir con hermanos y hermanas de otras religiones. De los encuentros ecuménicos que tenía cada cierto tiempo, siempre regresaba muy contenta de aquella experiencia, que cada vez destacaba, que aprendía algo nuevo de los demás. Desde allí, se nos dijo que la recuerdan como una mujer comprometida, inteligente, con mucha vida interior, tremendamente inquieta por lo espiritual. Profunda y carismática en sus reflexiones».
Al mismo tiempo cumplía en el Convento con sus deberes en la cocina, en la costura y en la atención de algunas Hermanas mayores. Compartimos muchas experiencias espirituales en los últimos años de su vida, cuando ella llegaba algunos domingos a la Misa de nuestra Comunidad “Cristo Vive” en la población Quinta Bella. Siempre nos invitó también a orar y a meditar con ella en el Convento.
Un día me avisó que estaba enferma y en tratamiento de una leucemia. Al visitarla un par de veces, me di cuenta de que ella se estaba preparando para el encuentro con su Amado Jesús. Me dijo, que ella creía, que ya había cumplido su misión en la tierra y que se estaba aprontando para encontrarse con Él. Me quedé impactada por su confianza y deseo de unirse con el AMOR de su vida.
Cuando días más tarde, el 14 de septiembre, recibí la noticia de la partida de nuestra querida hermana Anita – Klemens María. Escuché su canto:
En la noche busqué el Amor de mi alma.
En mi árido jardín, El hizo su morada,
con perlas de rocío cubrió Él mi cabeza,
mi alma está bella, mi Bienamado llega!
Y la invitación de su Amado:
Ven Amada mía, ven a mi jardín,
el invierno ya pasó y las viñas en flor
exhalan su frescor: ¡VEN A MI JARDÍN!
*Sobre la autora:
Karoline Mayer nació el 30 de abril de 1943 en Eichstätt, Alemania. En 1957 tuvo la suerte de entrar al Internado de la Congregación Misionera de las Siervas del Espíritu Santo en Steyl (Países Bajos) y poder, luego de su Bachillerato, en 1964 entrar a la orden misionera en Steyl, haciendo sus primeros votos temporales en diciembre 1967.
Aunque deseaba ir como misionera a China o a la India, la Orden la envió a Chile y llegó a destino en agosto de 1968. Estudió Enfermería en la Universidad de Chile de 1969 a 1972. En este tiempo la Congregación autorizó que ella pudiese trabajar y posteriormente vivir en la Población Areas Verdes junto con dos compañeras religiosas.
En marzo 1973 la Congregación la hizo regresar a Alemania donde dejó la Orden antes de sus Votos Perpetuos para regresar a Chile a fines de año.
Con el permiso del Cardenal Raúl Silva Henríquez fundaron con hermana Maruja y otras compañeras la pequeña comunidad religiosa: “Comunidad de Jesús”. El mismo Cardenal las envió a evangelizar al “Campamento Ángela Davis”, comuna de Conchalí, donde se formó la Comunidad Cristiana de Base “Jesús Sol Naciente”.
En 1977 con el obispo Jorge Hourton se creó la “Fundación Missio”, institución de beneficencia de derecho canónico al servicio de los pobres. Karoline sirvió 11 años como secretaria ejecutiva.
En el año 1989, por encargo de la Iglesia, Karoline es enviada a la población “Quinta Bella” donde nace la Comunidad Cristiana Cristo Vive.
En 1990, junto con una comunidad de amigos y compañeros creyentes y no creyentes, se fundó la “Fundación Cristo Vive”, institución privada sin fines lucro al servicio de los pobres y marginados.
Gracias a la cooperación de muchos amigos, asociaciones, ex voluntarios y otros colaboradores se crearon las asociaciones “Cristo Vive Europa” en 2002 y “Cristo Vive Suiza” en 2007 para poder acompañar y apoyar los servicios en Chile, Perú y Bolivia.