El P. Paulus Budi Kleden SVD, Superior General de los Misioneros del Verbo Divino, saluda a la familia verbita con motivo de la Pascua.

 

Mensaje textual

Queridos cohermanos, hermanas, socios laicos en la misión, amigos, benefactores y parientes:

Estamos celebrando en estos días los fundamentos de nuestra fe: la vida, el sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesucristo, nuestro Hermano y Señor. San Pablo escribe en su primera carta a los Corintios: «Si Cristo no resucitó, de nada les sirve su fe» (15:17). La Pascua demuestra que Dios nos ama tanto, que haciéndose humano realmente participa en nuestras experiencias de las tinieblas del sufrimiento y la agonía de la muerte, y nos abre la perspectiva de una nueva vida transformada. Este mensaje de solidaridad y esperanza tenemos que celebrarlo y proclamarlo, también este año, que por segunda vez celebramos la Pascua condicionados por las medidas especiales a raíz de la pandemia de la COVID-19.

La Pascua es la fiesta del éxodo: Jesús pasa del sufrimiento y la muerte a la gloria de la resurrección. Como bautizados, todos participamos en este misterio pascual de Jesús; pasamos de la oscuridad de la desesperación a la luz de la salvación. Como misioneros, laicos y religiosos, estamos llamados y empoderados para ser signos del éxodo pascual en nuestro mundo, para dar testimonio con nuestros hechos y palabras de que la transformación a una nueva vida es posible.

Me gustaría recordar lo que el XIII Capítulo General de la SVD en 1988 dijo sobre el éxodo pascual. El Capítulo percibió el triple éxodo pascual como un nuevo paradigma de la misión que caracteriza nuestra vida misionera y nuestro ministerio.

El primer éxodo es el ÉXODO HACIA OTRAS CULTURAS. El Señor resucitado inspira a los discípulos a cruzar las fronteras de sus propias culturas e ir a todas las naciones a proclamar este mensaje que reaviva las esperanzas. La proclamación de este mensaje nos reúne como hermanos y hermanas de diferentes raíces culturales. Nos inspira a construir comunidades en donde las diferencias culturales no son motivo de sospecha y separación, sino más bien una invitación duradera a disfrutar de la riqueza con la que la humanidad ha sido bendecida. El documento del Capítulo dice: «Vivimos el misterio pascual cuando, desasiéndonos de nuestra propia cultura, lengua o mentalidad, estamos dispuestos a entrar en una cultura diferente. Entonces nos vaciamos de prejuicios y de nacionalismos o regionalismos exagerados y nos llenamos de la alegría que produce contemplar la presencia de Dios en los demás, en lo desconocido y poco familiar».

El segundo éxodo es el ÉXODO HACIA LOS POBRES. La Pascua nos manifiesta que Dios verdaderamente toma el lado de los pobres, de los marginados y de las víctimas. El Señor resucitado es el Jesús crucificado. En tiempos de crisis como este de la Pandemia de la COVID-19, la Pascua debe inspirarnos y fortalecernos para estar cerca de los más pobres de nuestra sociedad, como los jornaleros en muchas partes del mundo. El Capítulo nos recuerda que «A fin de realizar este éxodo hacia los pobres, las siguientes vivencias y actitudes son esenciales: una profunda experiencia de Dios que es fuente de toda compasión, la conciencia de la propia pobreza e insuficiencia interiores, la necesidad permanente de conversión del corazón, y la convicción de que los pobres tienen la capacidad de ser los gestores de su propio destino. Para que funcione todo este engranaje es fundamental el respeto profundo de la dignidad de cada ser humano.».

El tercer éxodo es el ÉXODO AL DIÁLOGO. La Pascua es un encuentro. El Señor resucitado rompe los muros que los discípulos han construido, por miedo a los demás. Se encuentra con ellos y los alienta a salir y encontrarse con otros. El miedo esclaviza, nos lleva a pensar en todos los demás como enemigos que quieren hacernos daño. Vivir con miedo es vivir rodeado de fantasmas. El diálogo y el encuentro nos ayudan a ver, entender y responder a la realidad. El diálogo crea colaboración para abordar los problemas comunes de la familia humana. En el documento del Capítulo leemos: «Vivimos la dimensión pascual cuando, en dialogo con creyentes de otras tradiciones religiosas y con seguidores de ideologías contemporáneas, pasamos de la reciproca sospecha a la mutua confianza. Confianza que se funda en la convicción que el Verbo se encuentra presente doquiera haya quienes sinceramente buscan la verdad.».

Queridos cohermanos, hermanas, socios laicos en la misión, amigos, benefactores y parientes, Cuando cantemos «Aleluya» y encendamos el cirio de la alegría y la esperanza, recordemos a todos aquellos y aquellas que han perdido la vida durante este período de pandemia, especialmente a nuestros 21 cohermanos, nuestras hermanas, parientes, amigos, benefactores y colaboradores. Seguimos orando por ellos y por todos aquellos que están de duelo por ellos y ellas. También nos unimos a nuestros más de 300 de nuestros cohermanos, y todos los demás que resultaron o todavía son positivos al virus. Nuestras oraciones por los cohermanos y todos aquellos que están pasando por un momento de oscuridad y de amargura por algún motivo. Que todos experimenten el éxodo pascual con el Señor resucitado.

¡Feliz Pascua de la Resurrección a todos y todas!

P. Budi Kleden, SVD
Superior General