* 30 de enero, conmemoración de la muerte de Gandhi

Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948). Ese era su nombre. Pero la historia le conoce como Mahatma Ghandi, como lo rebautizó el poeta Rabindranath Tagore. En sánscrito, Mahatma significa algo así como ‘alma grande’. Y la no violencia de Gandhi tuvo mucho que ver en ese apodo.

“Existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar”, escribió en 1927. Una afirmación que recoge la esencia de su filosofía, la no violencia de Gandhi. Pero ¿cómo llegó un joven abogado a una afirmación como esa? Tras estudiar Derecho en Inglaterra, Gandhi vivió un tiempo en Sudáfrica. Y fue allí donde sufrió prejuicios y discriminación debido a su raza. Así comenzó su labor en la política y el activismo pacífico por los derechos civiles. Más tarde, en su regreso a la India, viajó por todo el país. Allí sus discursos combinaban política y pasajes de los libros sagrados de distintas religiones. Y con el tiempo se convirtió en el líder del movimiento independentista de la India frente al poder británico. Pero lejos de animar a las masas a la lucha armada, la no violencia de Gandhi promovía la resistencia pacífica y nuevos modos de oposición.

Características de la no violencia de Gandhi. Las huelgas de hambre fueron una de las principales armas de la no violencia de Gandhi. “La fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable”, afirmaba. Y era esa férrea voluntad la que parecía guiar sus ayunos. Pero la desobediencia civil no violenta implicaba también otros métodos. Por ejemplo, la conocida como ‘Marcha de la sal’. Entre marzo y abril de 1930, decenas de discípulos, periodistas y el propio Gandhi recorrieron más de 300 kilómetros hasta el océano Índico reclamando su derecho a producir sal. Entonces era un producto de vital importancia en la India para la conservación de los alimentos. Y hasta ese momento cualquier indio podía obtenerla recogiendo agua del mar y dejándola evaporar. Sin embargo, los británicos se habían adueñado de la producción y habían establecido un impuesto sobre su consumo. Pero tras la famosa marcha, miles de personas por todo el país los desafiaron. Se acercaron al mar a recoger sal, y muchas fueron encarceladas. También el propio Gandhi. No obstante, el virrey acabó finalmente cediendo y reconociendo el derecho de los indios a producirla. Así, la marcha se convirtió en una inspiración para los movimientos de no violencia de Martin Luther King.

“Me opongo a la violencia porque cuando parece causar el bien este solo es temporal. El mal que causa es permanente”, señalaba. Gandhi era un ferviente partidario de la resistencia pacífica, y estaba convencido de que “la no violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre”. Y llegó incluso a decir: “Quisiera sufrir todas las humillaciones, todas las torturas, el ostracismo absoluto y hasta la muerte, para impedir la violencia.”

Gandhi y la independencia de la India. A pesar de sus esfuerzos, la proclamación de la independencia no tuvo lugar hasta 1947. Pero la no violencia de Gandhi seguía persiguiendo un cambio social. Entre otras cosas, trató de promover el desarrollo del ámbito rural y siguió luchando por dignificar a los ‘intocables’, la casta más baja. Gandhi llevaba tiempo conviviendo con ellos y retaba a las castas superiores a mostrar qué parte de los textos sagrados predicaba la humillación a las castas inferiores.

“He pensado durante años que algo debe andar mal en una sociedad que ha convertido el recoger los desperdicios en la ocupación exclusiva de una clase marginada”, afirmaba. Los ‘dalits’ o intocables eran entonces los encargados de limpiar las letrinas. Y ya en 1910 Gandhi había obligado a personas de las castas más altas a hacer algo así. Pero aún hoy este oficio sigue existiendo y usándose como una forma de discriminación de las mujeres. Está prohibido por el Gobierno, y el Tribunal Supremo reconoció en 2014 que suponía una vulneración de los derechos humanos.

El legado de la no violencia de Gandhi. La suya es una lucha inacabada. Pero, además de sus esfuerzos por cambiar las cosas, conservamos de él otro legado, el discurso de la no violencia de Gandhi. Decenas de mensajes en defensa del amor, la honestidad y el cambio social que trascienden el tiempo y el espacio: “si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo” o “la paz es el camino”, “no hay camino para la paz, la paz es el camino”. Este discurso sigue inspirando a muchos hombres y mujeres que activamente y con paz luchan por cambiar el mundo, entroncando en sus diversas tradiciones religiosas.