*Por: P. Sergio Edwards SVD
José Freinademetz nació el 15 de abril de 1852, en Oies, Tirol del Sur, en una zona que antes pertenecía al Imperio Austro-húngaro y hoy es parte del norte de Italia. El 25 de julio de 1875 fue ordenado sacerdote de la Diócesis de Brixen (Bressanone), y trabajó por dos años en una parroquia, hasta que sintió que Dios lo llamaba a ser misionero en China y en agosto de 1878 ingresó a la Casa Misional de Steyl, fundada sólo tres años antes. A los pocos meses, viajaba junto a Juan B. Anzer a Hong Kong, donde trabajó por dos años, hasta que la nueva sociedad de misiones recibió un territorio misional en el sur de la provincia china de Shandong, donde trabajó sin volver a su patria hasta su muerte por una epidemia de tifus el 28 de enero de 1908, a los 55 años de edad. Fue un ejemplo de humildad, trabajo duro, fe profunda y entrega a los demás. Fue beatificado en 1975 y canonizado en 2003.
Infancia. La familia Freinademetz eran campesinos de una minoría étnico-lingüística con un pequeño terreno “en el medio de la pendiente” (eso significa el apellido: “frena de metz” en el idioma ladino) de una montaña de los Alpes. Es un paisaje muy hermoso, pero son tierras de poca productividad. Eran nueve hermanos más cuatro que murieron de muy corta edad. Eran una familia de escasos recursos. Un comerciante de la zona se dio cuenta de que José era un niño muy inteligente y de muy buen carácter y ofreció financiarle sus estudios en la ciudad de Brixen, ubicada a 50 km de su casa, distancia que se recorría a pie por atajos entre las montañas, en unas once horas o en carreta, por los caminos de la época, en que el viaje era aún más largo.
Estudios. Ujöp (“José” en ladino) fue un buen alumno en el Seminario de Brixen y era muy apreciado por su obispo, quien lo hubiera querido mantener en su diócesis. Pero en ese seminario había mucho interés por las misiones, lo que le abrió a José los horizontes. Después de terminar sus estudios fue enviado a la parroquia de San Martín, a unos 15 kilómetros de la casa de los Freinademetz. Era muy querido y admirado, al punto que el peluquero guardó sus cabellos pensando que algún día serían la reliquia de un santo. Meditando este texto del libro de las Lamentaciones 4,4b” los pequeños piden pan y no hay quien se los reparta” sintió que Dios lo llamaba a China a repartir el pan de la Palabra de Dios. Había leído en las revistas de Iglesia que Arnoldo Janssen había fundado una Casa de Misiones para sacerdotes de habla alemana orientada justamente para el trabajo misional en China, le escribió, se entrevistó con él y pidió permiso para dejar su diócesis e irse de misionero. El pastor respondió: “como obispo de mi diócesis digo que no, pero como obispo de la Iglesia Universal digo que sí”. José vivió sólo unos meses en Steyl, pues en marzo de 1879 ya iba de viaje a Hong Kong, donde llegaron el 20 de abril.
Misionero. La SVD está presente en Hong Kong desde 1949, donde tenemos más de 20 misioneros, que llevan un colegio, más de cinco parroquias y una casa de formación de seminaristas. Pero estuvimos presente por dos años, entre 1879 y 1881, especialmente con el padre José, que sabía bien el italiano, y trabajaba muy bien con los misioneros de ese país que atendían no sólo la isla de Hong Kong, sino sectores cercanos de China. Trabajó en la parroquia de Saikung, actualmente en los Nuevos Territorios (arrendados por el Reino Unido a China entre 1898 y 1997), particularmente en la isla de YimTinTsai, con una minoría étnica llamada Hakka (“visitantes”). José Freinademetz es el único santo canonizado que ha trabajado de la Diócesis de Hong Kong. Su imagen está en uno de los vitrales de la catedral y en la isla de YimTinTsai (villa del campo de sal) se restauró una iglesia que pasó a ser un santuario de peregrinación para los devotos de San José Freinademetz. La SVD tomó hace unos años la parroquia en la Isla de Lantau, donde nuestro santo fue el primero en hacer un recorrido para planificar el trabajo misionero entre los pocos pescadores que vivían allí en esos años.
Humilde superior. La gran parte de su vida misionera la pasó San José Freinademetz, en la zona sur de la provincia de Shandong, famosa por ser la patria de Confucio, y donde se ubica el Monte Tai, una de las montañas sagradas de China. Toda esa provincia era atendida por franciscanos italianos, quienes en 1881 entregaron un sector a la Sociedad del Verbo Divino (SVD). De los dos primeros misioneros de Steyl en China, Anzer era alemán, y Freinademetz era austríaco. El obispo de Shandong tenía serias dudas sobre Anzer, y quería recomendar a Freinademetz para el puesto de superior, pero éste se negó hasta el punto de arrodillarse ante el obispo para pedirle que no lo recomendara a él, sino a Anzer. Finalmente, el obispo cedió, y Anzer fue nombrado superior y, unos años más tarde, obispo de la misión del sur de Shandong. A la muerte de Anzer el P. José no fue nombrado obispo sobre todo por no ser alemán.
Tiempos difíciles. China, siendo un inmenso imperio, milenario, había sido humillada durante el siglo XIX por los ingleses, franceses, alemanes y después por fuerzas armadas de otros países, quitándoles territorio, obligándolos a comercializar con Europa, entre otras cosas opio. Los mismos que los humillaban predicaban a Cristo, lo que hasta ahora es un gran problema para la evangelización en ese país. Entre los católicos de la vecina provincia de Shanxi se culpa a Anzer de gatillar el comienzo de la rebelión de los Bóxer, iniciadas por un prominente mandarín que habría tenido un duro enfrentamiento con Anzer, siendo removido de su alto cargo en Shandong y enviado a uno menor en Shanxi. Esta ofensa o “pérdida de cara” la habría vengado organizando las acciones violentas contra los cristianos y los europeos.
Misionero visionario. San José Freinademetz fue un misionero itinerante, que se relacionaba con toda la gente. Pero se dio cuenta que debía enfocarse en los líderes, los catequistas, chinos católicos que formaban a la gente para recibir y profundizar su fe, y los mismos misioneros europeos, que estaban muy solos. Creó el centro de renovación espiritual y teológica en la localidad de DaiJiaZhuang (villa de la familia Dai), donde cada año los misioneros pasaban un mes para estar juntos, rezar, evaluar, planificar y recibir formación teológico espiritual. Allí llegaban también los neo misioneros de la SVD a estudiar el idioma chino. En ese lugar estaba el seminario menor y mayor de la diócesis de YanZhouFu. En esa época la SVD no aceptaba vocaciones locales, porque su objetico era crear un clero local. Ahí está también el cementerio de los misioneros.
Misionero abnegado. En noviembre de 1897 fueron asesinados los misioneros de la SVD Richard Henle y Franz Xaver Nies. Este fue el pretexto para que Alemania invadiera Shandong y se apropió del puerto de QingDao, y de una franja que une ese puerto con Jinan, la capital de la provincia de Shandong. Varios misioneros fueron atacados, entre ellos José Freinademetz, quien fue golpeado violentamente una vez. Pero no murió mártir, sino que se contagió de tifus durante una epidemia, pues él se arriesgó y continuó su misión de atender a quienes estaban enfermos. Esto es muy apreciado por las autoridades chinas, que ven con malos ojos la canonización de los mártires, porque eso implica enrostrar a sus compatriotas el asesinato de cristianos, extranjeros y locales.
Una iglesia sufrida. En 1949 comenzó el gobierno comunista en China, que dura hasta ahora. Se permitieron las religiones, pero sin relación con el extranjero, lo que implicó que la Iglesia Católica pasó a ser ilegal, porque depende del Papa, considerado el gobernante de una nación extranjera. Un grupo de católicos aceptó romper relaciones con el Sumo Pontífice, y viven su fe al alero de la Asociación Patriótica Católica. En esos años se requisaron muchas propiedades de la Iglesia, entre ellas la que tenía la SVD en DaiJiaZhuang, Shandong. La capilla de ese lugar se destinó a ser un galpón y los edificios a ser un hospital. Muchos líderes de las religiones, entre ellos obispos y sacerdotes católicos, fueron enviados a prisión o a campos de trabajos forzados. Entre 1965 y 1976 se desarrolló la Revolución Cultural, en que se trató de borrar todas las tradiciones de la gente, entre ellos sus creencias. La presión hacia las religiones se intensificó, y ni siquiera podía funcionar la iglesia patriótica. Más sacerdotes fueron apresados, y quienes ya estaban sin libertad fueron enviados a confinamiento solitario. Se destruyeron muchas iglesias, y sólo se salvaron las que eran usadas como galpones de industrias. En esos años se crearon brigadas de jóvenes (guardias rojos) que destruían lo que el gobierno les indicaba, como las hermosas estelas de piedra con citas de Confucio, y los cementerios, por ser considerados una pérdida de terreno que podría ser usado para producir alimentos. Se destruyó el cementerio de los misioneros de la SVD en DaiJiaZhuang. Uno de los guardias rojos que destruyó nuestro cementerio declaró en el año 2002 que el cuerpo de José Freinademetz estaba incorrupto, por lo que ellos lo rociaron con combustible y lo quemaron, quedando sólo ceniza que se unió al polvo de la tierra de ese lugar.
Frutos de fe. Cuando José Freinademetz y Juan Bautista Anzer llegaron al sur de Shandong en 1881 había sólo una comunidad católica, en un pueblo llamado Puoli, con poco más de 100 católicos. Cuando José Freinademetz murió, a comienzos de 1908, 27 años después de llegar a la zona, había más de veinte mil católicos en la región, lo que muestra el gran trabajo de los misioneros de la SVD (en 1904 se habían bautizado 3400 personas llegando a 26.000 bautizados y 40.000 catecúmenos, atendidos por unos 50 sacerdotes).
Un camino interior de santidad. Lo más admirable en la vida misionera de San José Freinademetz es su conversión interior. Cuando llegó a China, con sus categorías mentales occidentales, se notaba un cierto desprecio por la cultura china y por su gente. Poco a poco él fue conociendo, admirando y queriendo al pueblo chino y su cultura al punto que terminó diciendo que en el cielo él quería ser chino. De esta forma fue y sigue siendo un ejemplo luminoso para las nuevas generaciones de misioneros de la Congregación del Verbo Divino.
*Sobre el autor:
El P. Sergio Edwards Velasco SVD nació en 1957. Es el segundo de siete hermanos y estudió en el Colegio del Verbo Divino. Cursó Ingeniería Civil en la Universidad de Chile y tras graduarse ejerció su profesión por tres años.
Desde 1977 participó en las misiones de verano en La Araucanía y cada semana en un grupo de Reflexión sobre la fe católica. En 1982 sintió que Dios lo llamaba a una entrega más radical y entró a la Congregación del Verbo Divino. Profesó los Votos Perpetuos en 1988 y fue ordenado sacerdote en 1989.
Entre 1990 y 2011 trabajó en la Provincia China de la Sociedad del Verbo Divino, primero estudiando el idioma Chino Mandarín y haciendo pastoral con inmigrantes filipinos, usando el inglés. Desde 1992 sirvió en parroquias del sur de la isla de Taiwán, primero como asistente y luego como párroco.
A partir de 1994 se desempeñó como profesor de Ética en el Colegio Secundario FuJen, en la ciudad de JiaYi. En 1996 fue además Maestro de Novicios y viajó varias veces a apoyar el trabajo de la SVD en China. En el 2002 fue nombrado Superior Provincial, cargo que ocupó hasta el año 2008, viviendo en Taipei, pero debiendo viajar constantemente por toda la isla de Taiwán, y también a Hong Kong, Macao y diversas ciudades de China.
También vivió en Macao desde 2008 donde hizo clases en la Universidad San José. En 2011 volvió a Chile y uno de sus primeros encargos pastorales fue la rectoría del Liceo Alemán del Verbo Divino de Los Ángeles. En 2017 asumió el mismo servicio en el Colegio Verbo Divino de Las Condes, en Santiago de Chile.
El P. Sergio es, además, vice provincial de la SVD Chile desde el año 2014 y coordinador del área Educación.