En la fiesta de la Sagrada Familia, compartimos el testimonio de Juan Bravo y Patricia Solís, un matrimonio de Iquique y que vive su fe en la parroquia verbita Espíritu Santo.
“Somos Juan y Patricia y conformamos la familia Bravo Solís. Este es nuestro testimonio de vida matrimonial – familiar y el sustento que nos ha mantenido unidos por más de 40 años a la fecha.
Como información adicional queremos decirles que desde el año 1988 asistimos a la Parroquia Espíritu Santo de Iquique, la cual nos ha acompañado en momentos de alegría (Bautismo de dos de nuestros hijos, Primera Comunión de los tres, Renovación de Votos dos veces) y también en momentos de aflicciones. Además, desde el año 2017 pertenecemos al Grupo Bíblico de la Parroquia, hoy acompañados por el padre Ronald Aming’a SVD.
Nuestra historia se remonta a la década del 70, época en que nos conocimos siendo jóvenes en la Séptima Región (Talca) y en esa misma, contrajimos matrimonio en febrero de 1977 en la Parroquia Corazón de María de la ciudad de Linares. Tenemos 3 hijos: Patricio, Juan Francisco, Rodrigo y además, 4 maravillosos nietos.
Juntos a la par
La espiritualidad conyugal, en donde compartimos el sacramento del matrimonio, y que al momento de decidir “caminar juntos” se ha cimentado en el signo visible del amor, la comprensión y el respeto, aunque no exenta de dificultades y diferencias que fuimos superando en la primera etapa y hasta hoy.
En nuestra vida siempre han estado estos cuatro elementos que, a nuestro juicio, nos han permitido mantener la buena y sana convivencia: Dios siempre presente en nuestro “caminar”. El diálogo, el cual ha desatado cualquier “nudo”, los pequeños, pero grandes detalles, saberse escuchar mutuamente, estar juntos en los momento en los que nos hemos necesitado y también saber pedir perdón y aceptar las disculpas cuando nos hemos equivocado en el “caminar”.
Por el proyecto de nuestra vida, por asuntos laborales y en el afán probable de mejorar el proyecto de nuestros padres, dejamos a los seres queridos y partimos. Dios nos ha permitido vivir en Talca, Rancagua y en Iquique; en esta última estamos radicados desde 1987.
Es una ciudad de buen clima que nos ha acogido hasta la fecha y nos ha permitido haber criado a nuestros hijos, hoy adultos y profesionales, con mucho cariño. Los hemos guiado con amor, dedicación y esfuerzo y, desde siempre, inculcándoles los valores cristianos y principios universales, incluso a sus años, se los seguimos recordando.
En unión familiar todos juntos hemos sorteado problemas complejos de salud, hemos salido adelante y también continuado desarrollando el proyecto de vida conyugal y familiar con la ayuda de Dios y la Virgen , bastiones espirituales que nos han acompañado hasta hoy, tiempo diferente, tiempo largo de inesperada pandemia, mas también tiempo de fe y de mucha esperanza en el Salvador.
Agradecemos al estimado padre Ronald Aming’a SVD por motivarnos y darnos la oportunidad de condensar nuestra historia y sus momentos”.