*Por:  P. Karol Gajer SVD

 

Les invito a conocer, en el día de su fiesta,  a un gran hombre entregado al servicio de Dios: a Esteban, quien fue elegido para atender a las viudas. Al final, fue prisionero, misionero, apedreado y así dio testimonio de fe  en Cristo Jesús.

La institución de los siete[1]

 Hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce Apóstoles convocaron la asamblea de los discípulos. La asamblea eligió a Esteban, hombre, lleno de fe y de Espíritu Santo y otros seis hombres. Los presentaron a los Apóstoles y habiendo hecho la oración le impusieron las manos.

 Prisión de Esteban

 Esteban, lleno de gracia y de poder hacía milagros, anunciaba la Palabra y bautizaba. Se presentaron algunos de la sinagoga llamada de los Libertos, cirenenses y alejandrinos y otros de Cilicia y Asia          y se pusieron a discutir con Esteban pero no lograron  vencerlo. Sobornaron a unos hombres para que dijeran: hemos oído a éste pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y Dios. Presentaron testigos falsos que declararon: este hombre no para de hablar en contra del Lugar santo y de la Ley, pues le hemos oído decir que Jesús destruiría este Lugar y cambiaría las costumbres que Moisés nos transmitió.

 Discurso de Esteban

 Resume la historia de Abrahán: les dio la alianza de la circuncisión,  de José: los patriarcas por envidia vendieron a José con destino a Egipto y la historia de Moisés.  A la eminente misión de salvación que Dios encomendó a Moisés, Esteban contrapone la actitud de los israelitas: rechazo, negativa a obedecer, infidelidad. Al hablar de Moisés Esteban piensa en Cristo de quién aquél es figura;  la actitud de los israelitas respecto de él es la de los judíos respecto de Cristo.

 Esteban subraya en la historia de Israel lo que redunda en contra del apego a un país particular, contra los sacrificios y contra la construcción de un templo material.

 Lapidación de Esteban. Saulo perseguidor

 Esteban dijo: ¨Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios¨. Gritando fuertemente se taparon sus oídos y todos se abalanzaron sobre él. Le arrastraron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos depusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Después dobló    las rodillas y dijo con fuerte voz: Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Y diciendo esto, se durmió.

 

[1] Nueva Biblia de Jerusalén, Bilbao, 1998, p.1602-1605.

*Sobre el autor:

El P. Karol Gajer SVD es oriundo de Polonia y actualmente sirve como vicario de la Parroquia Espíritu Santo de Osorno,  en el sur de Chile.