Domingo 10° del año: 9 de junio 2024

Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

Jesús vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: Está fuera de sí. Los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: Está poseído por Beelzebul y por el príncipe de los demonios expulsa los demonios. Él, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo les aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno. Es que decían: Está poseído por un espíritu inmundo. Llegan su madre y sus hermanos y, quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: ¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan. Él les responde: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. (Marcos 3,20-35)

Referencias bíblicas

– Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, mientras él les anunciaba la palabra. (Marcos 2,2)

– Llegaron su madre y sus hermanos y, quedándose fuera, mandaron llamarle. Había mucha gente sentada a su alrededor. Le dijeron: Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan. (Marcos 3,31-32)

– Él, entonces, les dijo: Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco. Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. Así que se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. (Marcos 6,31-32)

– Pero se acercaba la fiesta judía de las Tiendas. Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces, pues nadie actúa en secreto cuando quiere ser conocido. Si haces estas cosas, muéstrate al mundo. Es que ni siquiera sus hermanos creían en él. (Juan 7,2-5)

– Se produjo una disensión entre los judíos. Muchos de ellos decían: Tiene un demonio y está loco. ¿Por qué le escuchan? Pero otros decían: Esas palabras no son de un endemoniado. ¿Puede acaso un demonio abrir los ojos de los ciegos? (Juan 10,19-21)

– Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo. Y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. Toda la gente decía: ¿No será éste el Hijo de David? Mas los fariseos dijeron: Éste expulsa los demonios por Beelzebul, Príncipe de los demonios. Él les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida no podrá subsistir. Si Satanás expulsa a Satanás, contra sí mismo está dividido: ¿cómo, pues, va a subsistir su reino? Y si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan sus hijos? Ellos serán sus jueces. Pero si por el Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Por eso les digo: Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro. (Mateo 12,22-32)

– Estaba expulsando un demonio que era mudo. Apenas salió el demonio, rompió a hablar el mudo y la gente se admiró. Pero algunos de ellos dijeron: Por Beelzebul, príncipe de los demonios, expulsa los demonios. Otros, para ponerle a prueba, le pedían un signo del cielo. Pero él les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado y una casa se desploma sobre la otra. Si Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino?; porque dicen que yo expulso los demonios por Beelzebul. Si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan sus hijos? Ellos serán sus jueces. Pero si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. Cuando uno fuerte y bien armado custodia su palacio, sus bienes están seguros; pero si llega uno más fuerte que él y le vence, le quita las armas en las que estaba confiado y reparte sus despojos. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama. (Lucas 11,14-23)

– A todo el que diga una palabra contra el Hijo del hombre se le perdonará; pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando los lleven a las sinagogas, ante los magistrados y las autoridades, no se preocupen de cómo se defenderán o qué dirán, porque el Espíritu Santo les enseñará lo que conviene decir. (Lucas 12,10-12)

– Su madre y sus hermanos se presentaron y trataban de hablar con él. Alguien le dijo: Ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte. Pero él respondió al que se lo decía: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre. (Mateo 12,46-50)

– Su madre y sus hermanos no podían llegar hasta él a causa de la gente. Le avisaron: Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren verte. Pero él les respondió: Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen. (Lucas 8,19-21)

– Estaba él diciendo estas cosas cuando alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: ¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron! Pero él dijo: Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan. (Lucas 11,27-28)

– Que la palabra esté bien cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la pongas en práctica. (Deuteronomio 30,14)

– Jesús le respondió: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. (Juan 14,23)

– Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca. (Apocalipsis 1,3)

Comentario

El evangelio se divide en tres partes. 1. Introducción (3,20-21). 2. Reacción de los escribas (3,22-30). 3. La nueva familia de Jesús (3,31-35). La introducción trata sobre la buena acogida que Jesús experimentó entre la gente y el rechazo que surgió entre sus propios parientes. Jesús producía una fuerte atracción entre la gente y era acogido con afecto por una multitud que lo buscaba anhelante y lo seguía a todas partes, pues todos tenían la certeza que él se preocuparía realmente de cada uno. Sin embargo, para los parientes de Jesús, esa situación sólo tenía la explicación de la locura. A ellos les preocupaba la salud mental de Jesús y por eso decidieron llevárselo, incluso con violencia, para evitar que siguiera actuando en medio de la gente. Resulta extraña esta reacción de los parientes al declararlo loco por preocuparse de la gente que lo buscaba.

La segunda parte trata sobre la reacción de los escribas. Ellos venían de la ciudad de Jerusalén y representaban la religiosidad oficial judía. Las acusaciones de esos magistrados serían un anticipo de la condena a muerte de Jesús. Ellos descartaban que la energía sanadora de Jesús procedía de Dios. Jesús estaba dominado por el jefe de los malos espíritus y por su poder realizaba los exorcismos. En otras palabras, Jesús era un poseído por el demonio y practicaba la brujería. Ambos delitos eran castigados con la pena de muerte. La respuesta de Jesús está precedida de una pregunta: ¿Cómo puede Satanás expulsarse a sí mismo desde el lugar donde se encuentra dominando? Satanás no estaba dividido ni luchaba contra sí mismo. El reino de Satanás estaba llegando a su fin, por la poderosa intervención de Dios a través de Jesús, quien era más fuerte que Satanás. Si por el dedo de Dios expulso yo los demonios, es señal que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. (Lucas 11,20) Jesús, en nombre de Dios, estaba atacando la base y la estructura del mal en el mundo y tratando de liberar a las personas de sus perniciosas consecuencias. No aceptar esta realidad significaba rechazar el plan salvador de Dios. Este pecado imperdonable consistía en el rechazo del plan de Dios dado a conocer por Jesús. Esto era lo que habían hecho los escribas, al acusarlo de estar poseído por el demonio. El Espíritu de Dios estaba actuando en los milagros y exorcismos de Jesús y atribuirlos a un espíritu malo significaba rechazar su proyecto de vida y optar por el proyecto alternativo del demonio. Esta opción descartaba toda posibilidad de conversión, y por eso no había ningún espacio para el perdón. Esta era la lamentable situación en la que se encontraban los adversarios de Jesús.

La tercera parte del evangelio trata sobre la nueva familia de Jesús. La madre y los hermanos de Jesús llegaron a donde estaba él, pero se quedaron fuera de la casa y le mandaron llamar. Eran los mismos parientes que habían dicho que Jesús estaba loco. Jesús reaccionó con un rechazo a sus familiares y a su intento de llevárselo para la casa. Dirigiendo su mirada a las personas que lo rodeaban y escuchaban su palabra, declaró que esas personas eran su madre y sus hermanos, es decir, que ellas constituían su nuevo grupo familiar. La conclusión del evangelio es una declaración solemne de Jesús: Su verdadera familia estaba constituida sólo por aquellas personas que estaban dispuestas a cumplir la voluntad de Dios en su vida.

P. Sergio Cerna, SVD