Domingo 25° durante el año: 24 de septiembre 2023

Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

Muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros. En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, les dijo: Vayan también ustedes a mi viña, y les daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo. Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ¿Por qué están aquí todo el día parados? Le dicen: Es que nadie nos ha contratado. Les dice: Vayan también ustedes a la viña. Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros. Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno. Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, diciendo: Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor. Pero él contestó a uno de ellos: Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno? Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos. (Mateo 19,30-20,16)

Referencias bíblicas

– Pues hay últimos que serán primeros y hay primeros que serán últimos. (Lucas 13,30)

– Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos. (Mateo 20,16)

– Pero muchos primeros serán últimos y los últimos, primeros. (Marcos 10,31)

– Llegaron a Cafarnaún y, una vez en casa, les preguntaba: ¿De qué discutían por el camino? Ellos callaron, pues por el camino habían discutido entre sí quién era el mayor. Entonces se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos. Y tomando un niño, le puso en medio de ellos, le estrechó entre sus brazos y les dijo: El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, no me recibe a mí sino a Aquel que me ha enviado. (Marcos 9,33-37)

– Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: Saben que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser el primero entre ustedes, será su esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos. (Mateo 20,24-28)

– Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: ¿Comprenden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman el Maestro y el Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Porque les he dado ejemplo, para que también ustedes hagan como yo he hecho con ustedes. (Juan 13,12-14)

– Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. (Mateo 5,3-5)

– El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor. (Lucas 4,18-19)

– Y les respondió: Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva; ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí! (Lucas 7,22-23)

– No oprimirás a tu prójimo, ni lo explotarás. El salario del jornalero no pasará la noche contigo hasta la mañana siguiente. (Levítico 19,13)

– No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que residen en tu tierra, en tus ciudades. El mismo día le darás su salario, y el sol no se pondrá sobre esta deuda; porque es pobre, y de ese salario depende su vida. Así no clamará contra ti a Yahvé, y no te cargarás con un pecado. (Deuteronomio 24,14-15)

– Pero ¿qué les importa? Machacan a mi pueblo y muelen el rostro de los pobres -oráculo del Señor Yahvé Sebaot-. (Isaías 3,15)

– ¡Ay del que edifica su casa sin justicia y sus pisos sin derecho! De su prójimo se sirve de balde y su trabajo no le paga. (Jeremías 22,13)

– Pisan contra el polvo de la tierra la cabeza de los débiles, y desvían el camino de los humildes. (Amós 2,7)

– No saben obrar con rectitud -oráculo de Yahvé- los que amontonan violencia y rapiña en sus palacios. (Amós 3,10)

– Me haré presente para juzgarlos, y seré un testigo expeditivo contra los hechiceros y los adúlteros, contra los que juran en falso, contra los que oprimen al jornalero, a la viuda y al huérfano, contra los que hacen agravio al forastero sin ningún temor de mí, dice Yahvé Sebaot. (Malaquías 3,5)

– Miren; el salario de los obreros que segaron sus campos y que no han pagado está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. (Santiago 5,4)

– Pero me dirás: Entonces ¿de qué se enoja? Pues ¿quién puede resistir a su voluntad? ¡Oh hombre! ¿Quién eres tú para pedir cuentas a Dios? ¿Acaso la vasija dirá al alfarero: por qué me hiciste así? O ¿es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa objetos para usos nobles y otros para usos despreciables? (Romanos 9,19-21)

– Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros. (Mateo 19,30)

– Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos. (Mateo 22,14)

Comentario

El quinto libro del evangelio de Mateo (19,1-25,46) trata sobre la llegada definitiva del Reino de los cielos. La primera parte es narrativa (19,1-22,46) y desarrolla el tema de que el Reino de Dios es para todos. El presente evangelio sobre la parábola de los obreros que fueron contratados para trabajar en una viña (Mateo 19,30-20,16), se encuentra en el contexto de esta primera parte narrativa. La segunda parte del quinto libro es discursiva (23,1-25,46) y contiene el, así llamado, discurso escatológico; su mensaje central se refiere a la vigilancia que había que tener ante la futura llegada del reino, destacando especialmente la destrucción de Jerusalén y el fin del mundo.

La lógica del evangelio es muy distinta a la lógica que nosotros estamos habituados en nuestra vida. El evangelio de hoy empieza y termina con las enigmáticas palabras: “Los primeros serán los últimos y los últimos, primeros”. La forma literaria es evidentemente una paradoja, pues pretende llamar la atención de los lectores e invitarles a hacer una profunda reflexión. La afirmación del evangelio atenta contra todo lo que estamos acostumbrados y pareciera relativizar lo que para nosotros es natural. Además, podríamos pensar que la parábola del evangelio estimula la injusticia social, pues todos los trabajadores recibieron el mismo salario, al final de una jornada laboral muy disímil para ellos. Aunque el dueño de la viña lo hubiere acordado libremente con todos ellos en el contrato inicial, aquí se presenta un problema muy serio. El asunto es que parece que da lo mismo trabajar durante toda una jornada de ocho horas, que durante unos breves momentos en las últimas horas de la tarde; porque, en definitiva, da la impresión de que el resultado final termina siendo el mismo. Como se trata de una parábola, nosotros podemos trasladar este tema a la experiencia de la fe cristiana. Aquí surge naturalmente una pregunta. ¿Qué sentido tiene esforzarse, durante toda una vida, por ser fiel y responsable en el cumplimiento de las exigencias de la fe cristiana, si al parecer, la salvación podría obtenerse también a última hora y sin tantos ni prolongados sacrificios?

La parábola nos señala que el resultado final de nuestro compromiso cristiano no es una consecuencia natural de los esfuerzos que hicimos durante nuestra vida. La salvación y la vida eterna son un regalo gratuito de Dios y no el pago o premio por méritos acumulados durante la vida. Nosotros jamás podríamos acumular tantos méritos que nos permitan exigirle a Dios una recompensa. El poder estar junto a él para siempre supera con creces todo lo que podemos hacer de bueno en la vida. Además de regalo gratuito, es un obsequio que él hace a todas las personas; las que lo conocieron y aceptaron desde pequeños y también las que se encontraron con él recién en los últimos momentos de su vida. Esto podría parecernos injusto, de acuerdo con nuestros criterios, pero así de generoso y bondadoso es el Dios de la fe. Y así tenemos que aceptarlo y relacionarnos con él. Tengamos presente que nosotros somos los principales beneficiados de creer en un Dios que confía en nosotros y que quiere nuestro bien en cualquier circunstancia en que nos encontremos. Porque, junto a las cosas positivas, en nuestra vida hay también muchas fallas y problemas.

P. Sergio Cerna, SVD