*Por: Hna. Marcela Robles SSpS

En este tiempo de Adviento en el que nos preparamos para la llegada de nuestro Salvador, la Iglesia nos ofrece figuras importantes que nos ayudan a vivir este tiempo de espera.

El tercer domingo de Adviento, llamado también el Domingo de la Alegría “Gaudete”, en latín, nos invita a intensificar la alegría por la llegada de nuestro Salvador. Este año, coincide con la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe; advocación muy querida en nuestro continente. Los creyentes Latinoamericanos se identifican con ella por los rasgos de la Imagen que son propios de la cultura indígena y mestiza. También porque su mensaje fue dirigido a un indígena en el Cerrito del Tepeyac en el año de 1531. 

Juan Diego “Cuauhtlatoatzin” se quedó sorprendido por las palabras que María le dirigió: “Juanito, Juan Dieguito, escucha mi hijo más querido, el más pequeño”. Una forma muy cariñosa de hablarle, así como la utilización de la lengua originaria y el canto de las aves, hizo que Juan Diego se detuviera y se acercara al lugar de donde provenía aquella voz, aunque después tuvo miedo de llevar el mensaje al Obispo, por el rechazo de éste; María de Guadalupe insiste en que Él debía ser el portador del mensaje, porque Dios se dirige a los humildes y sencillos de corazón. 

A lo largo de la historia, María ha representado la figura maternal de Dios; en Latinoamérica se ve reflejado en las numerosas advocaciones que existen en cada país, las fiestas principales se celebran en torno a la Patrona, que generalmente es una Advocación Mariana. A ella se le rinde culto, homenaje y veneración, por medio de peregrinaciones, mandas, danzas e infinidad de expresiones de la piedad popular, donde se entremezcla la religión y la cultura. 

María es causa de alegría, esperanza y confianza entre los creyentes, aquella en cuyo seno fue acunado el Verbo de Dios, a quien ella alimentó, cuidó y fue fiel discípula hasta el día de Pentecostés. Esta fidelidad de la cual María es poseedora es otro aspecto que lleva a los creyentes a tener la plena certeza que serán escuchados sus ruegos.

Las consecuencias que vivimos debido a la pandemia del Covid-19, puede dejarnos sin alegría y esperanza, pero este Domingo recordemos que María, nuestra Madre, se dirige nuevamente a nosotros como se dirigió a Juan Diego en medio de sus aflicciones y nos dice como a Él: “¿No estoy yo aquí, que tengo el honor y la dicha de ser tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Acaso tienes necesidad de otra cosa?, por eso, no perdamos la Alegría y la confianza en María nuestra madre, que siempre nos está escuchando.