Domingo 16° durante el año: 23 de julio 2023

Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

Otra parábola les propuso, diciendo: El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? Él les contestó: Algún enemigo ha hecho esto. Le dicen los siervos: ¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla? Les dice: No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquen a la vez el trigo. Dejen que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, y el trigo recójanlo en mi granero. Otra parábola les propuso: El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas. Les dijo otra parábola: El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo. Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Abriré con parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo. Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Él respondió: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga. (Mateo 13,24-43)

Referencias bíblicas

– Luego salió del Santuario otro ángel gritando con fuerte voz al que estaba sentado en la nube: Mete tu hoz y siega, porque ha llegado la hora de segar; la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado en la nube metió su hoz y quedó segada la tierra. (Apocalipsis 14,15-16)

– Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. (Juan 15,6)

– En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga. (Mateo 3,12)

– ¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra. (Marcos 4,30-32)

– ¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su huerto; creció hasta hacerse árbol y las aves del cielo anidaron en sus ramas. (Lucas 13,18-19)

– Porque yo les aseguro: si tienen fe como un grano de mostaza, dirán a este monte: Desplázate de aquí allá y se desplazará, y nada les será imposible. (Mateo 17,20)

– ¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina hasta que todo fermentó. (Lucas 13,20-21)

– Abran los ojos y guárdense de la levadura de los fariseos y saduceos. (Mateo 16,6)

– ¡No está bien su orgullo! ¿No saben que un poco de levadura fermenta toda la masa? Eliminen la levadura vieja, para ser masa nueva, pues son ázimos. Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado. Celebremos la fiesta, no con vieja levadura, ni con levadura de malicia e inmoralidad, sino con ázimos de sinceridad y verdad. (1 Corintios 5,6-8)

– Les anunciaba la palabra con parábolas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado. (Marcos 4,33-34)

– Salió Jesús y se sentó a orillas del mar. Se reunió tanta gente, que tuvo que subir a una barca; la gente se quedó en la ribera. Les habló muchas cosas en parábolas. (Mateo 13,3)

– Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, presta oído a las palabras de mi boca; voy a abrir mi boca en parábolas, a evocar los misterios del pasado. (Salmo 78,1-2)

– Hablamos de una sabiduría de Dios, misteriosa, escondida, destinada por Dios desde antes de los siglos para gloria nuestra. (1 Corintios 2,7)

– En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: todo el que no obra la justicia no es de Dios, y quien no ama a su hermano, tampoco. (1 Juan 3,10)

– Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. (Mateo 4,1)

– Metan la hoz, porque la mies está madura; vengan a pisar, que el lagar está lleno y las tinajas rebosan: tantos son sus delitos. (Joel 14,13)

– Aventaré hombres y bestias, aventaré aves del cielo y peces del mar, haré tropezar a los impíos; extirparé a los hombres de la faz de la tierra -oráculo de Yahvé-. (Sofonías 1,3)

– Muchos me dirán aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ¡Jamás los conocí; apártense de mí, agentes de iniquidad! (Mateo 7,22-23)

– El que no se postre para adorar la estatua de oro que ha erigido el rey Nabucodonosor, será inmediatamente arrojado a un horno de fuego abrasador. (Daniel 3,5-6)

– Les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes. (Mateo 8,11-12)

– Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los impuros, los hechiceros, los idólatras y todos los embusteros tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. (Apocalipsis 21,8)

– Así perezcan todos tus enemigos, ¡oh Yahvé! ¡Y sean los que te aman como el sol cuando sale en todo su fulgor! Y el país quedó tranquilo cuarenta años. (Jueces 5,31)

– El Dios de Israel ha hablado, me ha dicho la Roca de Israel: Quien gobierna a los hombres con justicia y en el temor de Dios, será como luz del alba cuando rompe el sol en una mañana sin nubes y hace brillar tras la lluvia el césped de la tierra. (2 Samuel 23,3-4)

– Muchos de los que descansan en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para vergüenza y horror eternos. Los maestros brillarán como el resplandor del firmamento y los que enseñaron a muchos a ser justos, como las estrellas para siempre. (Daniel 12,2-3)

Comentario

El discurso parabólico del evangelio de Mateo (13,1-52) contiene siete parábolas: el sembrador, la cizaña, el grano de mostaza, la levadura, el tesoro, la perla y la red. A través de estas parábolas, Jesús quería explicar la misteriosa realidad del Reino de los cielos, que él estaba anunciando e inaugurando por encargo de su Padre. El texto del evangelio (Mateo 13,24-43) contiene la segunda, tercera y cuarta parábola de la secuencia anterior. A ellas se agregan una explicación del porqué Jesús hablaba en parábolas y una interpretación de la parábola de la cizaña. El mensaje de Jesús sobre el Reino estaba íntimamente relacionado con la vida concreta de la gente. No todos fueron capaces de descubrir esta relación; de aquí surgió el rechazo y la incredulidad. La parábola de la cizaña decía que había que aceptar, como una realidad indiscutible, la presencia del bien y del mal en el mundo. Pero esta actitud de tolerancia, no significaba resignación ni conformismo, sino por el contrario un compromiso para superar creativamente el mal con el bien. 

El texto del evangelio se divide en cinco partes. 1. Parábola de la cizaña (13,24-30).Junto a la buena semilla sembrada en el campo, había brotado una mala hierba. Los trabajadores preguntaron por el origen de la cizaña y la estrategia a seguir. El amo respondió que el causante había sido un adversario y que había que esperar hasta la cosecha para separar el trigo de la cizaña. La parábola se refiere a la coexistencia de buenos y malos en el mundo, a la dificultad de distinguir a los unos de los otros y a la necesidad de aceptar esta realidad, que se superaría sólo al final. El mensaje es muy positivo: empieza con la siembra de una buena semilla y concluye con una excelente cosecha. 2. Parábola de la semilla de mostaza (13,31-32).La pequeña semilla de mostaza experimentaba un enorme desarrollo. El punto de comparación está en la labor ordinaria de un campesino. Así también el Reino se manifestaba en las actividades cotidianas y debía ser descubierto en ese contexto. 3. Parábola de la levadura (13,33).Había un contraste entre la pequeña cantidad de levadura que transformaba una gran cantidad de harina. El Reino debía ser experimentado en el ambiente natural de la vida diaria, tal como sucedía con la actividad doméstica de una mujer que amasaba el pan. 4. Hablar en parábolas (13,34-35).El texto explica la enseñanza de Jesús en parábolas, citando al profeta: Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, presta oído a las palabras de mi boca; voy a abrir mi boca en parábolas, a evocar los misterios del pasado. 5. Explicación de la parábola de la cizaña (13,36-43).Está dirigida sólo a los discípulos. Es una interpretación alegórica, en la que cada elemento adquiere un significado especial. Si la parábola original era una exhortación a la paciencia y a contar con la presencia del mal en la vida, la alegoría desplazó el acento hacia el tema del Juicio final, cuyo protagonista sería el Hijo del hombre. En un lenguaje propio de la literatura apocalíptica, se describe lo que sucedería: Así como se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. Sin embargo, el mensaje final es muy positivo: Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre.

P. Sergio Cerna, SVD