*Por: P. Leonito Jesús Leto SVD

En la tradición de la Iglesia Católica, el 2 de noviembre se conmemora como una fiesta para todos los fieles difuntos. Generalmente ese día los católicos van al cementerio con coronas de flores y también rezan por sus familias fallecidas. Creo que, espiritualmente, el 2 de noviembre es un hermoso momento para que los católicos, tanto los que han muerto como los que todavía están vivos, se reúnan para compartir la nostalgia entre sí.

Tal vez la gente va a preguntar: ¿Cómo es posible que los que han fallecidos puedan compartir con  sus familiares que todavía están vivos? Si pensamos, usando la lógica de la ciencia, eso no podría suceder. Sin embargo, al reflexionar desde la perspectiva de la fe, el encuentro entre los vivos y los que han muerto es posible, porque en la teología cristiana católica, la muerte no es el final de la vida humana, sino que una transición a una nueva vida, o en un lenguaje más simple, se puede decir que la muerte es renacer a un nuevo mundo de vida, a saber: el cielo.

La fe de la Iglesia  sobre una nueva vida después de la muerte no es una esperanza vacía, sin embargo, se basa en las palabras del mismo Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí vivirá, aunque ya esté muerto” (Juan 11:25). Esta Palabra de Jesús quiere enfatizar que todo aquel que crea en Él y viva de acuerdo a sus palabras, el Señor lo resucitará y vivirá en el Reino de Dios.

En otro pasaje del Evangelio, Jesús una vez más da esperanza y garantía de  vida a los cristianos con la siguiente promesa: “… ¡Confíen en Dios y confíen también en Mí! En la casa de Mi Padre hay lugar para todos. … una vez que me haya y les haya preparado el lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que puedan estar donde esté yo” (Juan 14: 1-3).

Fundamentados en  las palabras de Jesús, los católicos estamos muy seguros de que después de la muerte seguramente habrá una  nueva vida en el más allá. Todas las personas que han sido bautizadas en el nombre de Jesús y creen en Él con todo su corazón tendrán una nueva vida en la casa de Dios.  Según esta creencia, considero que todos los católicos que han muerto están con Jesús en el cielo. Sus cuerpos, ciertamente, han muerto, pero ahora han renacido al nuevo mundo.

 En relación con el 2 de noviembre, en realidad estamos celebrando la fiesta de nuestros hermanos y hermanas que han dejado este mundo y ahora están viviendo en un mundo nuevo: el Reino de Dios.

*Sobre el autor:

El padre Leonito Jesús Leto  SVD es vicario de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Quepe en el sur del país.