El Camino, la Verdad y la Vida

Nueva reflexión sobre el Evangelio dominical de nuestro especial bíblico

No se turbe su corazón. Creen en Dios: crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, se los habría dicho; porque voy a prepararles un lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los tomaré conmigo, para que donde esté yo estén también ustedes. Y adonde yo voy saben el camino. Le dice Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Le dice Jesús: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre; desde ahora lo conocen y lo han visto. Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesús: ¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ¿Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que les digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es el que realiza las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Al menos, créanlo por las obras. En verdad, en verdad les digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. (Juan 14,1-12)

Referencias bíblicas

– Les dejo la paz, mi paz les doy; no se las doy como la da el mundo. No se turbe su corazón ni se acobarde. (Juan 14,27)

– No se asusten y no tengan miedo. Yahvé su Dios, que marcha al frente, combatirá por ustedes, como vieron que lo hizo en Egipto, y en el desierto, donde Yahvé tu Dios te llevaba como un hombre lleva a su hijo, a lo largo del camino que han recorrido hasta llegar a este lugar. Aun así, ninguno de ustedes confió en Yahvé su Dios, que era el que los precedía en el camino y les buscaba lugar donde acampar, con el fuego durante la noche para alumbrar el camino y con la nube durante el día. (Deuteronomio 1,29-33)

– Si esta tienda, nuestra morada terrestre, se desmorona, hay un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. (2 Corintios 5,1)

– Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno. (Juan 10,28-30)

– Les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo. (Juan 16,33)

– En la esperanza propuesta tenemos un ancla firme y segura de nuestra alma, que penetra hasta dentro de la cortina, adonde entró por nosotros como precursor Jesús, hecho, a la manera de Melquisedec, sumo sacerdote para la eternidad. (Hebreos 6,19-20)

– Me buscarán y no me encontrarán; adonde yo esté, ustedes no pueden venir. (Juan 7,34)

– Si alguno me sirve, que me siga; donde yo esté, allí estará también mi servidor. (Juan 12,26)

– Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo. (Juan 17,24)

– Entonces Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: Vayamos también nosotros a morir con él. (Juan 11,16)

– Tomás el Mellizo, uno de los Doce, no estaba cuando vino Jesús. Los discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez los discípulos y Tomás con ellos. Se presentó Jesús estando las puertas cerradas y dijo: La paz con ustedes. Luego dice a Tomás: Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino fiel. Tomás le contestó: ¡Señor mío y Dios mío! Le dice Jesús: Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído. (Juan 20,24-29)

– Simón Pedro le dice: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: Adonde yo voy no puedes seguirme ahora; me seguirás más tarde. Pedro le dice: ¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti. (Juan 13,36-37)

– Lo que se hizo en ella era la vida y la vida era la luz de los hombres. (Juan 1,4)

– Tenemos, pues, hermanos, plena confianza para entrar en el santuario en virtud de la sangre de Jesús, por este camino nuevo y vivo, inaugurado por él para nosotros, a través de la cortina, es decir, de su cuerpo. (Hebreos 10,19-20)

– Entonces le decían: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: No me conocen ni a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre. (Juan 8,19)

– El que me ve a mí, ve a aquel que me ha enviado. (Juan 12,45)

– Y si todavía nuestro Evangelio está velado, lo está para los que se pierden, para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean el resplandor del glorioso Evangelio de Cristo, que es imagen de Dios. (2 Corintios 4,4)

– Entonces Moisés dijo a Yahvé: Déjame ver tu gloria. (Éxodo 33,18)

– A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Unigénito, que está en el seno del Padre, él lo ha contado. (Juan 1,18)

– He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo.

Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu palabra. (Juan 17,6)

– En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. (Juan 1,1)

– Yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado

lo que tengo que decir y hablar, y yo sé que su mandato es vida eterna. Por eso, lo que yo hablo lo hablo como el Padre me lo ha dicho a mí. (Juan 12,49-50)

– Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. (Juan 5,36)

– Pero si las hago, aunque a mí no me crean, crean por las obras, y así sabrán y conocerán

que el Padre está en mí y yo en el Padre. (Juan 10,38)

Comentario

El evangelio es parte del discurso de despedida de Jesús (Juan 13,31-14,31), ubicado al comienzo del Libro de la Pasión y la Gloria del evangelio de Juan (13,1-20,31). El discurso tiene las siguientes partes: 1. El mandamiento nuevo (13,31-35). 2. Anuncio de la negación de Pedro (13,36-38). 3. Jesús es camino, verdad y vida (14,1-14). 4. Anuncio del Espíritu Santo (14,15-17). 5. El regreso de Jesús (14,18-24). 6. Anuncio del Espíritu Santo (14,25-26). 7. La paz de Jesús (14,27-31). El discurso se encuentra después del relato del lavatorio de los pies (13,1-20), del anuncio de la traición de Judas (13,21-30) y de la negación de Pedro (13,36-38). El lavatorio de los pies había significado la constitución de una comunidad de discípulos caracterizada por las actitudes del amor y del servicio. Ahora correspondía referirse al Padre, que estaba en la base de la persona y misión de Jesús. El tema central es la figura del Padre. Jesús ya había dicho que había sido enviado por el Padre. Ahora quería satisfacer la inquietud de los discípulos de conocer algo más sobre su persona. Jesús les dijo: Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, conocerán también a mi Padre. (14,6-7) La espontánea reacción de Felipe es muy elocuente: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. (14,8) Ante la inminencia de su partida, Jesús llamó a sus discípulos a estar tranquilos y los invitó a participar de la vida de su Padre.

Las partes del evangelio son las siguientes: 1. Introducción (14,1). Jesús anunció a los discípulos la traición de Judas, la negación de Pedro y su propia muerte. Ellos se sintieron muy conmovidos. Por eso, Jesús les transmitió confianza y tranquilidad. El que confiaba en Dios debía confiar también en Jesús. 2. La casa del Padre (14,2-3). La partida de Jesús es presentada como su ida a la casa del Padre. Su muerte significaría para él una nueva forma de comunión con su Padre y en la que podrían participar también los discípulos. Las muchas moradas que había en la casa del Padre aludían a esta nueva realidad y a una actitud inclusiva de Dios. 3. El camino hacia el Padre (14,4-7). Tomás quería conocer el camino que los conduciría a esa nueva vida junto a Dios. La respuesta de Jesús fue: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. La persona de Jesús era el camino que conducía al Padre; él era el auténtico mediador entre Dios y los hombres. Pero, se agregan dos aspectos importantes: la verdad y la vida. Jesús se identificaba con la verdad porque él personificaba y revelaba el proyecto de Dios, que era la verdad plena. En Jesús estaba también la vida (1,4), por eso él era auténtico salvador del mundo. 4. Jesús y el Padre (14,8-11). Felipe le pide a Jesús: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. La respuesta de Jesús fue: El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Jesús había hecho de la causa del Padre su propia causa, de modo que sus palabras y acciones eran reflejo de la vida de Dios. Toda la vida de Jesús fue una manifestación de su comunión con el Padre. 5. Conclusión (14,12). La conclusión es una sentencia de sabiduría: En verdad, en verdad les digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún, porque yo voy al Padre. Los discípulos tendrían la tarea de continuar la misión de Jesús. Así como quien veía a Jesús veía al Padre, así también quien vería a la comunidad de los discípulos vería al mismo Jesús.

+ P. Sergio Cerna, SVD