El P. Delfor Nerenberg SVD cumplirá un año de arribo a su primer destino misionero y en este tiempo pudo conocer la realidad de las comunidades a las que le toca servir. También es consciente de los desafíos que esta misión le plantea como persona, verbita y pastor de la Iglesia frente a los cambios sociales y culturales.

A continuación, su testimonio:

En mayo del 2022 llegué a estas tierras lleno de expectativas y con todas las energías de un neo-misionero. Después de una breve estancia en la ciudad Capital de Austria, Viena, me dirigí a la comunidad de Dornbirn en la región de Vorarlberg. Durante los primeros meses me dediqué al estudio del idioma alemán. Simultáneamente iba conociendo las diferentes comunidades en las que trabajamos los verbitas, así como la realidad social, cultural y eclesial de estos lados.

La región de Vorarlberg se encuentra rodeada de montañas, entre ellas se asientan pequeños pueblos con personas mayormente campesinas. A unos kilómetros de la ciudad en donde resido, se encuentra el conocido lago de Constanza, lago que es compartido también con Alemania y Suiza.  Por ser un lugar de frontera, el contacto con los extranjeros no es algo ajeno a las personas de estos lados. En los últimos años, las diversas realidades mundiales, la guerra, la pobreza, ha movilizado un gran numero de personas hasta estas tierras; ya no nos referimos solamente a la migración de europeos, sino de diversos continentes: Asia, África, América… esto ha impulsado a los lugareños a adaptarse a las realidades culturales y religiosas, que antes quizás solo los habían leído y visto por televisión. Hoy día, es común e interesante caminar por las calles de la ciudad y el escuchar diversos idiomas. Aunque para algunos esto sea un desafío, otros se muestran muy abiertos ante esta nueva realidad. Los niños en las escuelas crecen con niños de otras culturas, en ellos se puede ver el crisol cultural que se va formando en la nueva Europa. La tierra que una vez, dentro de su necesidad, buscó refugio en otros países, hoy abre sus puertas a otras culturas.

En los primeros meses de misión el P. Delfor ha podido conocer a las comunidades.

Este avance cultural, ideológico y la apertura a otros contextos ha incidido también en la Iglesia local. Aquello que antes formaba parte de la identidad cultural de Austria, como ser el cristianismo, y en modo particular el catolicismo, hoy se encuentra con otras religiones, como la musulmana. Aquellas cuestiones de fe que siempre parecieron intocables, o verdades sólidas hoy son cuestionadas. Ya no se trata de una verdad que solo hay que acatarla, sino de la verdad que hay que buscar y descubrir. Estos cuestionamientos, así como la crisis en la estructura dentro de la Iglesia, en sus diversas formas, han llevado a que muchos austriacos ya no se sientan identificados con la Iglesia católica o el cristianismo, o con ninguna religión. Las fiestas y los ritos religiosos, en muchos casos, ya no forman parte de la vida de las personas, o por lo menos no como tradicionalmente lo conocemos.

Dentro de esta realidad de dudas y búsquedas, una nueva Iglesia se va abriendo camino. La escasez de clero, así como la falta de personal, impulsan a la Iglesia a repensar sus comunidades. En los últimos años, los laicos han asumido un rol preponderante en las comunidades, imaginando y proyectando las comunidades hacia el futuro. Comunidades abiertas al diálogo, interesadas por la realidad social, en el rol de la mujer en la Iglesia, comunidades que no esperan en los templos a las personas, sino que salen a las calles, al encuentro de los demás. La preocupación por la naturaleza, por su cuidado, es de vital importancia para ellos. Nos encontramos en un tiempo de cambio eclesial y cultural y es interesante vivirlo y ver cómo la Iglesia va tomando lentamente un nuevo rumbo y nuevo rostro. Dentro de este contexto los verbitas aportamos nuestra experiencia de comunidad intercultural, de compromiso social y religioso. Nuestra comunidad busca ser un puente de diálogo intergeneracional, intercultural e interreligioso.

En medio de esta peregrinación constante de la Iglesia me encuentro yo, quien con alegría me brindo a la comunidad con lo que soy, con lo que puedo aportar a la futura Iglesia. Siempre intento dialogar con las personas, para conocerlas mejor y saber cuáles son sus inquietudes. La música es para mí hacedora de caminos, con mi guitarra en las misas busco transmitir el Evangelio de la mejor manera. En medio de las comunidades soy también signo de la migración de mis abuelos, del encuentro cultural entre mis raíces maternas y paternas. La realidad aquí es desafiante e insta constantemente a la creatividad en el anuncio de la Buena Noticia, más que con palabras con hechos concretos. Me encuentro feliz y muy agradecido a esta tierra que tan bien ha recibido a este misionerito.

A todos ustedes un abrazo fraterno y recen por mí y este pueblo, que yo y ellos también lo haremos por ustedes.