El Superior General de la Sociedad del Verbo Divino, P. Paulus Budi Kleden SVD, dedica un mensaje a toda la familia misionera de San Arnoldo Janssen en la conmemoración de su fiesta en este domingo 15 de enero.

Estimados cohermanos, hermanas, socios en la misión, bienhechores, amigos y familiares:

Uno de los legados espirituales de nuestro Fundador, San Arnoldo Janssen, es su oración: «Que el Corazón de Jesús viva en los corazones de todas las personas».

El corazón de Jesús es un corazón enraizado en su relación íntima con el Padre y en su abrazo amoroso a la humanidad. Es un corazón lleno de humildad y de compasión, un corazón que se regocija en el Señor y late por la humanidad que sufre y por el mundo, un corazón que se une al Señor y siente el dolor del mundo. Si este corazón vive en nosotros, nos convertimos en discípulos misioneros, fieles a la Palabra, y unidos al pueblo en solidaridad. San Arnoldo nos transmitió esta oración y nos la enseña con su vida.

Sin cerrar los ojos ante tantos fracasos, tenemos todos los motivos para agradecer al Señor. Mientras rezamos, «Que el Corazón de Jesús viva en los corazones de todas las personas», estamos agradecidos por los miembros de las tres congregaciones fundadas por San Arnoldo y los socios misioneros laicos que comparten su espiritualidad misionera. Somos testigos de cómo el corazón de Jesús está viviendo en nuestros corazones, inspirando nuestra vida y misión.

Entre Navidad y Año Nuevo visité Ucrania, que forma parte de la Provincia SVD de Polonia. Con el Consejero General Eryk Koppa y Krzystof Malejko, el Coordinador de JUPIC de la Provincia, me reuní con los tres cohermanos que trabajan en tres parroquias: Verboviets, Struga y Nova Uszyca; y con las Hermanas SSpS que viven en dos comunidades: en Wierzbowiec y Boryspolu, Kyiv. La decisión de los cohermanos y de las Hermanas de permanecer con el pueblo en este tiempo de guerra, en este período oscuro de sus vidas, es muy apreciada por el pueblo y por el obispo. Ellos y ellas proporcionan la ayuda necesaria a las personal del lugar y a los refugiados de otras partes del país. También acompañan a muchas familias que están de luto por la pérdida de sus seres queridos. Además, asesoran a los hombres entre 18 y 60 años que son llamados al servicio militar y tienen que despedirse de sus hijos/hijas pequeños o padres ancianos. En tal situación, la presencia de nuestros misioneros es significativa porque da testimonio del Corazón de Jesús, que abraza a todos con sus preocupaciones y no deja a nadie solo en los momentos de dificultad.

La pandemia de la COVID-19 y las guerras en diferentes partes del mundo, incluyendo la guerra en Ucrania, revelan la profunda crisis por la que atraviesa el mundo y la humanidad. Al mismo tiempo, también vemos cómo instituciones morales, como las religiones, van perdiendo autoridad. Además, constantemente somos testigos con consternación de cómo el clima sigue afectando a muchos lugares del mundo. De hecho, nuestro mundo está herido por todas estas crisis.

La crisis en los corazones humanos hizo posible todo esto. Son corazones incapaces de compartir las penas y alegrías de los demás. Estos son corazones aprisionados en sus intereses y preocupaciones. Lo que la humanidad y el mundo necesitan urgentemente es una conversión de los corazones. Los corazones convertidos son compasivos y generosos, deseosos de sentir y compartir con los demás. Estos corazones son libres y siempre dispuestos a trabajar por el bien común. Nuestro mundo herido solo puede ser sanado por aquellos cuyos corazones pueden vivir en solidaridad con los demás y cuidar la naturaleza.

Creemos, como lo hizo San Arnoldo, que esto sólo es posible si el corazón de Jesús vive en nuestros corazones, cuando estamos sumergidos en el amor y la bondad del Dios Uno y Trino. En su discurso a los capitulares del XVII Capítulo General en Nemi en 2012, el difunto Papa Benedicto nos recordó la generosidad de Dios como fuente de la misión. Dios es el «“bonum diffusivum sui”, una bondad que tiene una necesidad inherente de ser comunicada, de ser dada. No puede permanecer en sí mismo; lo que es bueno, la bondad misma es esencialmente communicatio… Este misterio trinitario se difunde en la historia de la salvación y en nuestra necesidad de dar a los demás el bien que hemos recibido». Por eso, el Papa Benedicto nos asegura que «el dinamismo misionero está vivo sólo si existe la alegría del Evangelio y si experimentamos la bondad que viene de Dios que debe y quiere ser comunicada».

Queridos cohermanos, hermanas, socios en la misión, bienhechores, amigos y familiares,
que la celebración de la fiesta de San Arnoldo Janssen, fundador de nuestras tres congregaciones e inspiración de nuestros socios en la misión, nos ayude en el camino de la conversión de los corazones para que las tinieblas de los pecados, la noche del egoísmo y la codicia, se desvanezcan ante la luz de la Palabra y el espíritu de la gracia. Que el corazón de Jesús viva en nuestros corazones y en los corazones de todas las personas.

Feliz día de la fiesta de San Arnoldo para todos ustedes.

P. Budi Kleden, SVD
Superior General