El Superior Provincial de los Misioneros del Verbo Divino en Chile, P. Yuventus Kota SVD, envía su saludo navideño a toda la familia verbita de nuestro país y del mundo.

Celebramos la Navidad, el nacimiento del Emmanuel, en tiempos difíciles. La sociedad y el mundo están divididos, el miedo y la esperanza no se distribuyen por igual entre los distintos grupos sociales, por distintos motivos, incluido el impacto del Covid-19. Algunos grupos sociales viven en espera, pero sin esperanza; hoy están vivos, tienen para comer, beber, estudiar y para la salud, pero el día de mañana podrían estar muertos.  En nuestro país, muchos están preocupados, con miedo al futuro, por deudas sin pagar, en la incertidumbre por la salud, por el futuro de las pensiones, la  vivienda, trabajo y sueldo digno, por lo derechos humanos (inmigrantes y pueblos originarios), entre muchos otros motivos surgidos el último tiempo.

Pero, Dios, el Emmanuel, renace  en medio de estas  tinieblas. Navidad  es Dios en nosotros cuando somos capaces de evitar que el ego domine nuestra vida para no culpar a otros por pequeñas faltas y excusar nuestras grandes faltas para no ver  la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el nuestro.

El nacimiento del niño Dios en el pesebre nos enseña  a vivir en forma  sencilla y humilde, abandonando estas actitudes: odiamos a los demás y lo llamamos celo, mentimos y los llamamos tacto, no defendemos los derechos de Dios en público y lo llamamos prudencia, actuamos de manera egoísta y lo llamamos defender nuestros derechos, juzgamos al prójimo y decimos que estamos enfrentando los hechos, abusamos de la comida y bebida y lo llamamos fiesta fraternal, amontonamos riqueza y lo llamamos seguridad para el futuro, envidiamos la riqueza de  otros y nos apodamos defensores de los oprimidos, violamos principios de la ley y nos ponemos firmes y nos llamamos liberales, destruimos nuestra vida familiar por  distintos motivos y alegamos que debemos vivir nuestra propia vida. Estamos siempre centrados en nosotros mismos, deseamos siempre que el mundo nos sirva, pero el Emmanuel nos enseña que somos nosotros quienes debemos servir al mundo. El mundo  huye de la verdad, pues sabe que la verdad lo desarmaría.  En el Emmanuel debemos buscar la verdad, pues en Él la verdad significa florecimiento y su perfección. (Arzobispo Fulton John Sheen ) 

En medio de estas vicisitudes  y contrariedades,  de tantas tinieblas que nos acosan, sentimos y profesamos, como el profeta Isaías, que una luz brilla con especial belleza, fulgor y eternidad. Alegría y asombro son dos emociones  que nos motivan a vivir el nacimiento del niño Dios en cada uno de nosotros en la fiesta navideña.  Éstas no pueden faltar, ante la llegada del  Redentor a esta tierra y a cada uno de nosotros, ¿seremos capaces de vivirlas? Sólo siendo pequeños y humildes, como Él, podemos descubrir la luz y la perla más valiosa de la Navidad, pues en Jesús, Dios responde a todos nuestros miedos e incertidumbres, suaviza toda prueba, nos tiende su mano para acompañarnos ante tanta injusticia que nos acongoja y nos lleva a una esperanza sin límites.

Debemos postrarnos ante el Dios humillado al nacer en el pesebre. Si Dios nace y actúa de esta manera es para enseñarnos un nuevo modo de vivir, es decir, cuando uno  encuentra  a Jesús es  capaz de cambiar el estilo de vida, la relativización de pensamientos, ideas, modos y formas.

La Navidad es la esperanza que Dios nos regala  a quienes le esperamos, aunque mañana el mundo y Chile sigan igual, estoy seguro de que habrá hombres y mujeres con el corazón, la vida, la fe y la esperanza, traspasados por las fuerzas misteriosas y divinas de la Navidad. No todo será igual, aunque todo siga igual, porque cuando uno contempla, desde el fondo de su corazón, al Verbo Encarnado, la esperanza se impone frente al miedo, la alegría ante la tristeza, el optimismo frente a la pesadumbre y la luz ante las tinieblas. Esta es la maravillosa y bendecida fuerza navideña.

En Navidad, Dios nace en cada persona  que -como los pastores- saben abandonarse a sí mismos, y a su vez,  encontrarse con Dios, escondido en una humilde figura humana. ¿Dónde tienes tú a Dios?, ¿cómo lo vives? Tu corazón, ¿se ha transformado en un pesebre, para que Dios renazca?.

 Sí, hermanos, Feliz Navidad, Dios está  en nuestro camino y a nuestro alcance para que comprendamos la nueva vida que nos espera en el cielo. Dios nace en el pesebre para que valoremos que en la sencillez está el camino hacia la paz y el amor. Dios renace en el castillo de nuestra existencia para liberarnos del odio, el orgullo, los vicios, y las formas de vida que no nos dejan ser semejantes a Él. 

Feliz Navidad, Dios en la tierra chilena, Dios con nosotros y Dios en medio de nosotros.

P. Yuventus Kota SVD