En el inicio del Mes de María, ponemos a disposición esta reflexión sobre la espiritualidad mariana de nuestro Fundador y que  dejó como legado a la  Congregación.

La Santísima Virgen María acompañó al P. Arnoldo Janssen a través de toda su vida. A su amoroso cuidado y protección le confió la fundación de la Congregación al elegir la fiesta de la Natividad de María (8 de septiembre de 1875) como el día oficial de la inauguración de la Casa de Misiones en Steyl. Esta casa fue fruto de María, por lo tanto María es considerada la madre de la Congregación. También las dos congregaciones de Hermanas fueron fundadas en la Fiesta de la Inmaculada Concepción (8 de diciembre 1889 y 1896).

La devoción de Arnoldo a María empezó en Goch, su lugar de nacimiento. Se crió en un ambiente de relación amorosa e íntima con la Madre de Dios. Su madre, Ana Catalina, enseñó a Arnoldo a rezar el rosario, pues lo rezaban todos los días en familia desde octubre hasta finales de marzo. Las devociones de mayo y octubre y las peregrinaciones periódicas al santuario mariano de Kevelaer profundizaron su espíritu mariano.

Durante sus estudios universitarios en Bonn se unió a la Congregación Mariana y después de su ordenación en 1864 entró en la Cofradía Dominicana del Santo Rosario. Durante su tiempo en Bocholt promovió “el rosario viviente” con intenciones especiales para cada misterio; y más tarde, durante los retiros en Steyl, distribuía rosarios a los participantes para tener su apoyo en la oración por el trabajo misionero. En la ceremonia de despedida de nuestros misioneros se cantaba el hermoso himno Ave Maris Stella ante el altar de la Santísima Virgen. Los misioneros le confiaban su viaje y su actividad misionera. Su Fiat y su desinteresado compromiso sirvieron como modelo para vivir los votos religiosos y el compromiso misionero. Las Constituciones de 1898 destacaron: “Como la Santísima Virgen María es de tan gran santidad, pureza, gracia y dignidad, debe ser venerada y amada grandemente por los miembros de nuestra Congregación”. […] El Fundador valoró mucho la importancia misionera de María, porque atrae los corazones y hace atractiva la virtud.

El Padre Janssen veneraba a María en estrecha relación con la Santísima Trinidad (el lirio de la Santísima Trinidad) como hija del Padre celestial, Madre del Hijo (el Verbo Encarnado), y Esposa del Espíritu Santo. También propagó las devociones al Inmaculado Corazón de María y a la Esposa del Espíritu Santo. El Propio de la Congregación incluye dos solemnidades marianas: La Anunciación del Señor (25 de marzo) y la Natividad de Nuestra Señora (8  de septiembre). Más tarde, por deseo del Papa, se introdujo la Fiesta del Inmaculado Corazón de María durante los oscuros tiempos de la Segunda Guerra Mundial.

Un lugar especial ocupaba también la fiesta de la Presentación de la Virgen (21 de noviembre) en la que frecuentemente se profesaban los votos, pues esta fiesta refleja el compromiso total de María con Dios. En Roma, el P. Arnoldo solía llevar a los jóvenes cohermanos estudiantes a la Basílica de San Pedro para rezar ante el hermoso mosaico de la Presentación. Su cita María, pupilla Sanctissimae Trinitatis (María, pupila de la Santísima Trinidad) está colocada entre otras 150 citas en el santuario mariano de la Revelación en las Tres Fuentes de Roma.

Como el Fundador tenía un profundo amor al Espíritu Santo, su devoción mariana encontró un énfasis particular en la bella imagen de la Esposa del Espíritu Santo – llena de gracia y templo del Espíritu Santo (ver la foto). María es particularmente querida por el Espíritu Santo, que hizo grandes cosas en ella, santificando su cuerpo y su alma, favoreciéndola maravillosamente por encima de todas las demás criaturas. El Espíritu Santo amaba a María como a su esposa y la convirtió en el recipiente elegido para su gracia divina. Totalmente sumisa a la guía del Espíritu Santo, María es para nosotros la obra maestra de la gracia divina.

La imagen de María Esposa del Espíritu Santo es significativa y emblemática de la devoción mariana de la Congregación. La pintura fue donada a San Gabriel por el P. Ferdinand Medits (CM) aunque sus orígenes quedaron empañados en un profundo secreto. El Padre Arnoldo aceptó este título de nuestra Santísima Madre del Círculo de Laicos del P. Medits, dedicados al culto al Espíritu Santo en Viena. Un visionario de ese grupo invocaba a la Santísima Virgen con el título de Inmaculada Esposa del Espíritu Santo. La imagen es de un pintor desconocido y estaba originariamente en el claustro del Oratorio en Viena (abolido en 1780). Debido a su verdad y belleza, esta rara imagen era especialmente querida por nuestro Fundador. Estuvo colocada inicialmente (hasta los años cincuenta) en la Casa de la Misiones de San Gabriel, en el altar de la pared norte de la iglesia.

La figura de medio cuerpo de María sobre fondo oscuro se presenta con la cabeza y los hombros tapados con un manto azul marino, del que sobresale un vestido blanco como la nieve y mangas de color rojo. En el seno de la Madre de Dios, el artista coloca una paloma de alas extendidas con aureola dorada que irradia el rostro y las manos de María con un resplandor fulgurante. La pintura refleja la imagen de la prometida del Cantar de los Cantares: María, esposa virgen de Dios y de toda la Santísima Trinidad. La luz en las manos cruzadas de María significa su consentimiento para casarse con el esposo. Sus ojos levantados simbolizan la pureza y la inocencia y su anhelo inefable de Dios. En la imagen, María se representa como la Pneumafora, la que lleva el Espíritu Santo. El Padre Arnoldo Janssen nos pidió que la invoquemos de esta manera: “Inmaculada Esposa del Espíritu Santo, ruega por nosotros”.

La devoción del Fundador a María Santísima, practicada con fervor por la generación fundadora, es un tesoro valioso legado a nuestra Congregación, ya que nos da una clave espiritual para trabajar por la misión con fruto y creatividad.

Autor: Andrzej Miotk SVD
Fuente: Janssenfreinademetz.com