*Por:  Frt. Octavianus Edor SVD

Cuando recibí la noticia de mi formador sobre el lugar en el que realizaría mi experiencia pastoral transcultural (OTP), en este caso Chile, se entrecruzaron los sentimientos en mi mente. Por un lado, me sentí feliz porque me permitiría conocer a otros cohermanos de distintas nacionalidades, culturas y lenguas. Por otro lado, tuve miedo porque tendría que renacer como una nueva criatura y empezar a introducirme a la nueva cultura con toda su complejidad: el idioma, costumbres, entre otras cosas. Sin embargo, me atreví a enfrentar este gran desafío, recordando las huellas de los primeros misioneros de la casa de Steyl cuando fueron enviados a las tierras desconocidas de la misión.

Me esforcé, también, para asumir esta experiencia, porque el programa OTP me facilitaría aprender el idioma y, de manera especial, conocer la querida cultura chilena los cuales forman parte de mi identidad misionera intercultural. Así, llegué a Chile en diciembre del 2019 con mi equipaje semivacío porque quería llenarlo con toda la riqueza de una comunidad misionera intercultural de esta hermosa patria.

Después de tomar el curso del idioma y estar aislado en Santiago por nueve meses debido al Covid 19, finalmente tuve la oportunidad de hacer mi experiencia pastoral en la parroquia de San Andrés, ubicada en un pueblo nortino de Chile que se llama Pica. Es un pueblo pequeño donde la cultura y las tradiciones influyen fuertemente en la vida de su gente. Ejemplo de eso es la existencia de 10 grupos de baile y  cada baile tiene sus características, tales como: estilo de danza, música y el vestuario. Los diez grupos de bailes participan activamente en distintas ocasiones, incluida en las fiestas de la Iglesia, así como en la fiesta patronal de la parroquia, la de san Andrés el 30 de septiembre.

En esa fiesta ellos bailan y cantan, tanto en la liturgia dentro del templo como en las procesiones que se realizan en las calles del pueblo. Esta bella tradición les permite vivir la fe en forma diferente de lo común, la cual muestra una gran riqueza de vivir y expresar devoción dentro de la iglesia.

Mi introducción a la cultura y la tradición de los piqueños fue una experiencia enriquecedora, porque me permitió ver la presencia de Dios en la rica cultura, gente generosa, tradición acogedora. En el contexto de esta Iglesia, veo un nuevo rostro; es una Iglesia que no se alimenta sólo de fe de las personas, sino que también por la cultura y sus hermosas tradiciones. Dos ejemplos: para la fiesta de san Andrés y otras fiestas comunales, los católicos vienen a la iglesia como un grupo de baile, llevan sus banderas, entran al templo bailando y cantando para alabar a Dios Creador. Además, en algunos momentos especiales las imágenes de Jesús, María, san Andrés y otros santos son vestidos con diferentes túnicas que destacan por su hermosura y estilo cultural.

Estas bellas experiencias religiosas,  revestidas por la cultura nortina,  ayuda a los agentes pastorales a llevar la Buena Nueva a los corazones del Pueblo de Dios.

Por supuesto, no todo es color de rosas.  En cuanto la expresión de fe, mucha gente se queda con lo popular y se olvida lo más importante. Por ejemplo, mientras estábamos celebrando la Eucaristía, algunas personas entraban al templo, rezaban ante la imagen de san Andrés y luego se iban, olvidando la importancia de la Eucaristía  que es el  centro de todo nuestro culto a Dios.

De ahí que es importante evangelizar a la gente para que sepa  celebrar su fe. Es un largo proceso, porque a mi juicio la inculturación debe estar enraizada en el encuentro profundo con Cristo sacramentado en la Eucaristía. La fe inculturada significa tener experiencia con Dios por medio de la cultura local sin dejar su esencia verdadera de la fe. En consecuencia, es necesario profundizar más sobre el contenido verdadero de esas expresiones religiosas populares. ¿De quién depende? Claro que depende de todo el Pueblo de Dios que es la Iglesia.

Es importante tener un diálogo permanente para buscar juntos lo esencial en la vida que se nutre de la cultura y también de la fe. El tema del diálogo es para toda la vida y debe ser el modelo para la evangelización, que a la luz del Evangelio las personas puedan descubrir la presencia de Dios en su propia cultura y tradición viva.

Espero que un día pueda volver para compartir nuevamente la fe llena de colores de culturas y tradiciones que impulsan crecer en el camino del Señor.

*Sobre el autor:

El Frt. Octavianus Serafim Edor SVD es de Indonesia y es seminarista del Verbo Divino.  Actualmente realiza su experiencia de OTP (Overseas Training Program) en Chile.