*Por: Hno. Michael Ertl SVD

La Iglesia Católica celebra el 2 de febrero la fiesta de la “Presentación del Señor” y unido a esta fiesta el día de la “Vida Consagrada”.

Por “Vida Consagrada” se entienden diversas formas de vida en comunidades religiosas. Este término, hoy por hoy no es muy conocido; probablemente lo conocen sólo aquellos que son religiosos o religiosas, o algunos “iniciados” que en su vida han tenido alguna relación con esta forma de vida.

En primer lugar nos preguntamos por el significado de “Vida Consagrada”. Si a esta frase le agregamos además la palabra “Dios”, es decir “Vida Consagrada a Dios”, entonces queda más claro lo que quiere indicar. Denomina una forma de vida, en la que una persona se consagra a Dios con todo lo que él es, y con todo aquello que lo configura en su humanidad. Pero claro este “consagrarse a Dios” necesita ser explicado. ¿Qué implica esa consagración y qué lleva a una persona a dar ese paso?

La consagración es la promesa que una persona realiza frente a Dios, y normalmente también frente a una comunidad presente, por la cual expresa de qué manera quiere vivir su vida para jugarse del todo por Dios y por la venida de su Reino.

La concreción del estilo de vida será diversa dependiendo de la comunidad a la que se una. Lo común a todas sin embargo son los Votos que se formulan en la consagración. Para nosotros religiosos son los votos de pobreza, obediencia y castidad.

En esta reflexión no quiero profundizar en los votos, sino ante todo abordar la pregunta  formulada más arriba: ¿qué lleva a una persona a consagrarse a Dios y emitir ese tipo de promesas?

Pero ya que ésta es en el fondo la pregunta por la vocación, por la íntima vocación personal de cada persona, llegamos a tocar el límite de lo que se puede expresar humanamente. En esto cada hombre y cada mujer que elige esta forma de seguimiento del Maestro, debe dar su respuesta personal y única.

Y aun cuando la respuesta dada sea totalmente sincera y concretas, las personas, lugares y sucesos relacionados con dicha vocación, inevitablemente tocamos aquí un misterio: “el misterio al que llamamos Dios”, como ha dicho el teólogo Karl Rahner.

La vocación es siempre un “ser llamado”, un ser tocado por el Dios vivo que nos llama a su cercanía. Ciertamente esto no es algo exclusivo de los religiosos y religiosas, sino que ojalá sea la experiencia de cada ser humano que cree en este Dios de la vida.

Pero existe esta experiencia de ser llamado por Él y que nos apremia a una forma más radical de seguimiento. Nos podemos preguntar por supuesto si no hay otras muchas formas de vivir radicalmente el cristianismo fuera de la vida consagrada. Ciertamente las hay, y más de alguna de ellas nos aventaja en radicalidad, dejando en evidencia una tibieza en la vida religiosa que no puede más que avergonzarnos.

Y, sin embargo, a través de los siglos en nuestra fe y en  la historia de la iglesia se ha configurado esta forma de vida que ofrece a cada persona la posibilidad de donarse plenamente a Dios y, con ello, entregarse al servicio de los seres humanos en quienes Dios sale al encuentro.

Por lo tanto, vida consagrada es “vida ofrecida”, vida entregada por una realidad que está por encima de nosotros, pero que en Jesucristo se hizo hombre, quien a su vez se entregó plenamente al Padre y a su misión para que venga a nosotros su Reino.

*Sobre el autor:

El hermano Michael Ertl SVD nació en Baviera, sur de Alemania, en 1966. Es  misionero del Verbo Divino desde hace 30 años. Después de  su formación como teólogo pastoral y de emitir los Votos Perpetuos en San Gabriel, Austria, fue destinado a Chile por 3 años.  En este país trabajó en la parroquia  San José Obrero de Rancagua y en el Colegio del Verbo Divino.

Posteriormente, vivió 14 años en una comunidad contemplativa verbita en Bélgica. Durante ese tiempo fue Maestro de Novicios para las provincias de habla alemana con sede en Berlín.

Desde hace 2 años es el  encargado de acompañar espiritualmente los cursos internacionales de renovación de la SVD en Nemi, cerca de Roma.