Al conmemorar la fiesta de San Lorenzo, patrono de los diáconos, los Misioneros del Verbo Divino reconocemos el servicio de tantos hermanos que apoyan la misión en las parroquias y en nuestro caso, en algunas de las comunidades donde tenemos presencia.
En Chile la Congregación del Verbo Divino tiene 13 parroquias a su cargo y en tres de ellas hay diáconos que colaboran en el acompañamiento pastoral al Pueblo de Dios. Es el caso de las parroquias Espíritu Santo de San Joaquín, San José Obrero de Rancagua y Sagrado Corazón de Jesús de Quepe.
En esas comunidades, Luis Díaz, Genaro Díaz y Rodolfo Arriagada tienen una función trascendental: el servicio y nada más que el servicio. Al menos así lo conciben ellos mismos y entienden que la diakonía es el servicio de una caridad costosa, puesto que deben ponerle mente, corazón y manos, es decir: creatividad, sentimiento y operatividad.
Don Luis Díaz Ramos (88) ha dedicado gran parte de su vida al servicio pastoral en las parroquias Espíritu Santo de San Joaquín y Madre de Dios de Lo Espejo, en la región Metropolitana. Su formación la realizó en el Instituto de Catequesis y en la Escuela de Diáconos del Arzobispado y fue ordenado diácono el 10 de agosto de 1991 en la Catedral de Santiago.
En el despertar vocacional por la vida consagrada fue inspirado por un sacerdote verbita y una religiosa de las hermanas Siervas del Espíritu Santo, aunque su servicio a la Iglesia había comenzado mucho antes. Junto con su esposa Mireya Castro, fallecida en diciembre del año pasado, compartieron una intensa vida de fe y realizaron un arduo apostolado en la Parroquia Espíritu Santo.
Aquel testimonio de vida influyó en uno de sus hijos que también decidió consagrarse pero como sacerdote y religioso de la Congregación del Verbo Divino. Se trata del padre Roberto Díaz SVD, quien cumplió 29 años de sacerdocio.
Sobre la misión del diácono, expresa que “está llamado a ser servidor disponible a las necesidades de las comunidades cristianas, acompañándolas en sus necesidades”. Como experiencia personal señala: “muchas veces me han buscado en mi casa, a cualquier hora, para acompañar enfermos, celebrar velorios y funerales, bendecir hogares, etc. También he participado con los demás diáconos de la zona fraternalmente y en la formación permanente tanto pastoral, teológica como espiritual”.
El diácono permanente Genaro Díaz Springinsfeld (64) cumplió en marzo pasado 18 años como consagrado, pero su vínculo con la Iglesia y el servicio a su pueblo supera ese periodo de tiempo.
Desde joven sintió pasión por el Evangelio, siempre con la intención de aportar como laico, hasta que en un momento de su vida recibió algunas señales que le incentivaban a asumir más compromisos. La invitación concreta llegó de la boca de un obispo y poco a poco floreció en él una motivación por entregarse con más fuerza en favor del Pueblo de Dios.
Según su visión, el rol de todo diácono es colaborar en la liturgia, pero esta no debe “agotar la actividad ministerial del diácono, pues como servidor de la Palabra de Dios y de la Caridad debe testimoniar con obras y palabras el Evangelio de Cristo, en su ambiente familiar, del trabajo, del vecindario y en las relaciones sociales”
“Lo esencial en nosotros no es estar en el altar solamente; no fuimos ordenados sólo para eso, sino en la atención a los más necesitados, a los pobres, a la solidaridad y sobre todo al servicio de la caridad”, puntualiza.
Rodolfo Arriagada Alcaman (65) es diácono permanente en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús de Quepe, en la región de La Araucanía. Desde muy joven comenzó a colaborar en la Iglesia local asumiendo diversos encargos pastorales, como por ejemplo, el oficio de catequista.
Esa vocación y compromiso lo condujeron a abrazar la vida consagrada, motivado por el interés de servir plenamente a Dios y al Pueblo de Dios. Claro está que –y él mismo lo reconoce- en esa decisión también influyó el apoyo de algunos referentes pastorales, entre ellos un sacerdote verbita, que lo animaron a perseverar en el servicio.
Don Rodolfo, además tuvo el testimonio de otros familiares que optaron por consagrar sus vidas; es el caso de su tío Severiano Alcaman, sacerdote capuchino, conocido religioso de La Araucanía.
Recibió la ordenación diaconal de manos de monseñor Francisco Javier Stegmeier, obispo de Villarrica, el 15 de agosto del 2014 en la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. El escenario de su consagración fue el Santuario Nuestra Señora del Tránsito de Metrenco en compañía de una multitudinaria concurrencia de fieles –que como cada año- concurre a venerar a la madre de Jesús en aquel emblemático lugar de piedad popular.
A su juicio, la labor del diácono debe centrarse en la “entrega plena al servicio de las personas y particularmente, apoyando al sacerdote en los quehaceres de la Parroquia”.