Don Luis Díaz Ramos (88) ha dedicado gran parte de su vida al servicio pastoral en las parroquias Espíritu Santo de San Joaquín y Madre de Dios de Lo Espejo, en la región Metropolitana. Su formación la realizó en el Instituto de Catequesis y en la Escuela de Diáconos del Arzobispado y fue  ordenado diácono el 10 de agosto de 1991 en la Catedral de Santiago.

En el despertar vocacional por la vida consagrada fue inspirado por un sacerdote verbita y una religiosa de las hermanas Siervas del Espíritu Santo, aunque su servicio a la Iglesia había comenzado mucho antes.  Junto con su esposa Mireya Castro, fallecida en diciembre del año pasado, compartieron una intensa vida de fe y realizaron un arduo apostolado en la Parroquia Espíritu Santo.

Aquel testimonio de vida  influyó en uno de sus hijos que también decidió consagrarse pero como sacerdote y religioso de la Congregación del Verbo Divino. Se trata del padre Roberto Díaz SVD, quien cumplió 29 años de sacerdocio.

En esta entrevista don Luis repasa parte de su vivencia de lo que han sido 29 años de ministerio diaconal recién conmemorados.

¿Cómo surgió su vocación por el diaconado?

Fui motivado por el padre Javier Peró, misionero del Verbo Divino y la hermana María de los Ángeles, misionera sierva del Espíritu Santo,  quienes observaron mis cualidades de servicio y liderazgo y me animaron al servicio diaconal. Mi señora Mireya Castro me apoyó fuertemente en ese camino vocacional.

Siempre tuve interés por el canto y la liturgia, celebrándola de forma participativa y alegre, haciendo participar a todos.

¿De qué manera ha vivido su ministerio?

 

Con una actitud de servicio en las tareas que me fueron confiadas en la Parroquia: servicios sacramentales, acompañamiento de catequistas, guía de comunidades y capillas,   en buena convivencia con los demás sacerdotes y diáconos.

¿Cuál es –según su perspectiva- la misión principal de todo diácono?

El diácono está llamado a ser servidor disponible a las necesidades de las comunidades cristianas, acompañándolas en sus necesidades. Muchas veces me han buscado en mi casa, a cualquier hora, para acompañar enfermos, celebrar velorios y funerales, bendecir hogares, etc. También he participado con los demás diáconos de la zona fraternalmente y en la formación permanente tanto pastoral, teológica como espiritual.

Usted ejerce el servicio en una parroquia del Verbo Divino ¿Cómo ha influido en su vida y en su ministerio la pertenencia a la comunidad verbita?

Ha habido influencia de sacerdotes y religiosas de la Congregación del Verbo Divino y de la Congregación Misionera Siervas del Espíritu Santo. De la espiritualidad del Verbo Divino, quiero mucho el Prólogo de San Juan, el espíritu  misionero para servir también fuera de los límites parroquiales, en otras capillas y comunidades donde se necesite. Tengo un hijo y buenos amigos que son miembros del Verbo Divino.

¿Qué lo anima a continuar sirviendo en la Iglesia?

La perseverancia y fidelidad a la respuesta y compromiso dado cuando acepté ser diácono y cuanto prometí en mi ordenación. Es parecido a la perseverancia en el matrimonio; en los momentos buenos y en los difíciles.

Vivimos en tiempos de crisis y actualmente la pandemia afecta a muchos hermanos en Chile y el mundo ¿Cómo cree que debemos enfrentar estas realidades?

Hacer lo que uno pueda en concreto, mantenernos muy firmes en la oración. La intercesión por los enfermos y por los que trabajan por el bien de los demás. Hay mucha gente que me pide rezar por ellos y sus enfermos.

Yo lo hago diariamente ya sea en el Oficio Divino o rezando el Ángelus.

Finalmente ¿Qué mensaje brinda al Pueblo de Dios y a la familia verbita?

Que pongan  en primer lugar a la persona, su dignidad de hijos e hijas de Dios, especialmente de los más pobres, sin discriminación. Que ayudemos a todos, sea quien sea, con lo que esté a nuestro alcance.