Por: P. Luis Manuel Rodríguez SVD, coordinador de la Pastoral Mapuche de Santiago.

«El sol y la luz traerán el despertar  de la vida en todas sus formas maravillosas que se ofrecerán también para el ser humano como una serie inagotable de regalos. «.

¿Cómo está mejor dicho: “We Tripantü” o “Wiñol Tripantü? Si uno consulta en los medios quedará perplejo por la enorme cantidad de fuentes que ofrecerán información. Y la mayoría explicarán que se trata del “Año Nuevo mapuche”, dándonos abundantes detalles sobre el modo de celebración en los distintos lugares.

El 24 de Junio de 1998 el Gobierno de Chile determinó que el 24 de junio sería el “Día de los Pueblos Indígenas”. No se nos ocurre darle relevancia nacional al Año Nuevo judío ni al musulmán. La relevancia del “Año Nuevo” mapuche estriba en que sutilmente pone de manifiesto una cierta esquizofrenia cultural presente en el carácter mestizo de nuestra nación chilena. Lo que se llama “Año Nuevo Mapuche” es un tema propio de todos los pueblos originarios del hemisferio sur. Se lo podría llamar también “Año Nuevo Aimara” o “Año Nuevo Rapa Nui”, etc. Y la razón profunda es que todos hablan de año “nuevo” o “regreso de ciclo” porque, efectivamente, ese momento que técnicamente se llama  “solsticio de invierno” se produce el fenómeno del día más corto y la noche más larga del año. De allí en adelante irá creciendo la luz (aunque no todavía el calor) y con ella empezará a preparase el despertar de toda la naturaleza que explotará en la primavera. Este fenómeno se produce en Europa a fines de diciembre, por lo que los romanos lo pusieron el primero de Enero, lo que fue traspasado a América desde España.

(Archivo). Celebración del Wiñol tripantu de la Pastoral Mapuche de Santiago.

El sol y la luz traerán el despertar  de la vida en todas sus formas maravillosas que se ofrecerán también para el ser humano como una serie inagotable de regalos. De aquí  es que espontáneamente se generará el deseo de agradecer a la fuente de todo esto, lo que le da a la celebración del Año Nuevo indígena un carácter mucho más manifiestamente religioso que la celebración de nuestro Año Nuevo el día primero de enero.

Tradicionalmente puede ser una celebración en el ámbito familiar, pero también se suele hacer en forma más amplia y colectiva, pero siempre contendrá un importante espacio para la oración, seguida por un compartir los dones de la naturaleza y el refuerzo de los lazos sociales a través de rituales o juegos. Todos los motivos que tienen los pueblos originarios para celebrar el solsticio de invierno los tiene cualquier habitante de estas tierras. Para todos “renace el año”, y para los creyentes es un llamado a reconocer la asombrosa generosidad de Dios que “hace llover sobre justos y pecadores” y “hace salir el sol sobre buenos y malos”. Nuestro anclaje en el mundo europeo nos ha dificultado echar raíces más profundas en la tierra en que vivimos, pero el acercamiento atento y amistoso entre los que estaban primero aquí y los que vinieron de fuera puede transformar nuestra esquizofrenia en un enriquecimiento mutuo.