La Parroquia Santiago Apóstol está ubicada en Paillihue, un tradicional sector de la ciudad de Los Ángeles, en la Región del Biobío. Al momento de su fundación, en 1971, fue considerada como capilla, pero con el paso de los años dicha categorización varió, hasta que en 1996 fue elevada a la denominación que actualmente tiene: parroquia, convirtiéndose así, durante más de cinco décadas, en un centro espiritual vital para la comunidad local.
El terreno para la construcción de esta significativa obra fue donado por Felicia de Barrera. El Padre Benjamín, junto con los directores de esa época, Carlos Véjar, Alejandro Méndez, y la Elcira Olivares, vieron realizado el sueño de muchos al colocar la primera piedra el 29 de agosto de 1971. Con la presencia de autoridades locales y Monseñor Orozimbo Fuenzalida, quien bendijo la incipiente edificación, se celebró una misa de campaña con la asistencia de unos 700 fieles, según consta en acta.
A lo largo de los años, los sacerdotes Benjamín, Casimiro, Graciano, Mario, Tomás Ángel, y Alberto, entre otros, han llevado a cabo la labor pastoral. Sería extenso enumerar a todos, así como a los miembros de las pastorales que en diferentes períodos aportaron sus ideas y cooperaron para avanzar en esta labor.
Desde el 11 de abril de 1990, la parroquia cuenta con la asesoría permanente del diácono Julio Álvarez, cuya presencia ha contribuido significativamente en la catequesis y formación religiosa, mejorando la educación y el crecimiento espiritual de la comunidad.
En 1996, la comunidad sintió la necesidad de tener una parroquia en Paillihue, por lo que la capilla fue elevada a parroquia y se designó como primer párroco al Padre Tomás Maurer. Desde entonces, han pasado seis párrocos, quienes han continuado con el compromiso pastoral.
La comunidad católica de Santiago Apóstol ha experimentado un notable crecimiento. La parroquia ha estado activamente comprometida en la vida ciudadana, estableciendo programas de educación religiosa tanto para niños como para adultos, y llevando a cabo servicios comunitarios, como la administración de sacramentos, Celebración de la Eucaristía, Catequesis y Formación, y visitas a los enfermos.
Sin embargo, el crecimiento demográfico ha subrayado la necesidad de una nueva infraestructura que pueda satisfacer las demandas de una comunidad vibrante y devota. Así, la construcción de un nuevo templo se presenta como un paso esencial para continuar sirviendo adecuadamente a los fieles y fortalecer aún más la vida espiritual de la comunidad.
Willy Enrique Maripil Lepin
(Diácono de la parroquia Santiago Apóstol, de Pallihue, Los Ángeles)