Tras presentar una solicitud al órgano constituyente, el arzobispo de Santiago, en representación de la Conferencia Episcopal de Chile, fue invitado a exponer sobre la dignidad de la persona ante la Comisión sobre Principios constitucionales: Democracia, Nacionalidad y Ciudadanía, de la Convención Constitucional. “Los Estados deben garantizar, promover y defender el conocimiento y el ejercicio efectivo de los derechos de todos los ciudadanos”, manifestó en parte de su intervención.
La mañana de este 1 de diciembre el cardenal Celestino Aós Braco, presidente del episcopado, junto a Valeria López Mancini, secretaria General Adjunta de la Conferencia Episcopal de Chile; fueron invitados a una audiencia ante la Comisión para exponer sobre “principios constitucionales”. El encuentro que se desarrolló en forma mixta, con convencionales de manera presencial y telemática, dio la posibilidad de realizar una exposición de 10 minutos, momento tras el cual se dio un diálogo de cerca de media hora, para responder preguntas e intercambios con las y los integrantes de la Comisión.
La presentación titulada “Principio de igualdad: la dignidad de la persona”, contó con la introducción a cargo de Valeria López, quien expresó que “una constitución no debe solo ceñirse a organizar el poder político, su distribución y limitaciones, sino también delinear un cierto horizonte u objetivos, y eso se logra a través del conjunto de los principios constitucionales”, agregando que el primero de esos principios es el que declara que “las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos” resaltando que “la igualdad no es producto de las declaraciones de derechos, sino que estas se basan en la igualdad, que emana de la común dignidad que tiene toda criatura humana, y que la hace merecedora de respeto como tal”.
Posteriormente, el arzobispo Aós se refirió a la dignidad de la persona desde la Doctrina Social de la Iglesia, señalando en primer término que “nuestra antropología cristiana se basa en el hecho que todas las personas, al ser hijos de Dios, somos creadas iguales en dignidad”.
“La Iglesia fundamenta la esencia de los derechos humanos en la naturaleza humana creada por Dios, y en el derecho natural. En consecuencia, los derechos humanos residen en la persona, en cuanto sujeto del poder y origen del Estado. Por lo tanto, los derechos del hombre no son concesiones de los Estados, sino que son de cada persona en virtud de su dignidad. Los Estados deben garantizar, promover y defender el conocimiento y el ejercicio efectivo de los derechos de todos los ciudadanos”, enfatizó el cardenal.
Citando el Magisterio de la Iglesia, destacando referencias a los documentos Gaudium et spes, Dignitatis Humanae y Fratelli tutti, además de la Declaración Universal de los derechos humanos; el pastor expresó que, desde sus inicios, “la doctrina social de la Iglesia afirma la inviolable dignidad de la persona humana, que es intrínseca al hombre por ser imagen de Dios, y por ello, la vida de todo ser humano es sagrada e inviolable, por lo que cada hombre tiene valor absoluto. La igualdad fundamental de los seres humanos ante Dios, tiene como consecuencia la imposibilidad de justificar ninguna discriminación ante las leyes humanas. Por tanto, la persona debe ser defendida contra cualquier intento social que pretenda negarle, abolirle o impedirle ejercer sus derechos”.
Citando al Papa, el arzobispo recordó que Francisco ha exhortado repetidamente a desarrollar «una firme voluntad de elaborar y aplicar medidas concretas, que favorezcan la dignidad de todas las personas en sus relaciones humanas, familiares y laborales, combatiendo al mismo tiempo las causas estructurales de la pobreza, y trabajando para proteger el medioambiente natural», añadiendo que “no sólo enfrentamos una crisis del planeta a nivel ecológico, sino que es un problema integral, del cual somos parte, ya que también el bienestar común está afectado por el daño que hemos hecho a nuestra Casa Común, y atenta contra los derechos humanos”.
Al concluir su alocución, Celestino Aós habló de la dignidad de la persona y libertad religiosa. En dicho momento expresó la coincidencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos con la Declaración conciliar Dignitatis Humanae “en fundamentar la libertad religiosa en el mismo concepto de dignidad de la persona, y por ello forma parte de sus derechos fundamentales”, recordando que «todos los hombres deben estar libres de coacción, tanto por parte de personas particulares como por parte de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en lo religioso, ni se obligue a nadie a actuar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos”.
Luego de la presentación, los integrantes de la comisión hicieron diversas consultas, en donde buscaron profundizar en aspectos como los derechos humanos, la mirada respecto al modelo de Estado confesional o laico, la educación y el rol de la Iglesia en relación a los pueblos originarios, entre otras temáticas.
Tras finalizar el encuentro con la Comisión y consultado al respecto por la prensa a las afueras del edificio del Ex congreso Nacional, el arzobispo manifestó: “Hemos venido aquí para hacer nuestro aporte, en este momento importante para Chile en que la Asamblea Constituyente está tratando de recoger todo lo que los ciudadanos piensan para escribir una nueva constitución que va a ser el marco de nuestra convivencia. Y nosotros desde nuestra posición de ciudadanos, ciudadanos cristianos católicos, hemos venido para hablar de la dignidad de la persona humana y de los derechos fundamentales que desde ahí surgen. El encuentro ha sido grato, franco, con algunas preguntas que pueden parecer un poco duras, pero está bien porque se busca la verdad. Desde la verdad y desde el respeto vamos a construir un Chile nuevo y mejor”.