Con motivo de esta efeméride, el profesor del Departamento de Historia y Ciencias Sociales del Colegio Verbo Divino, Ernesto Dupré Luengo, plantea la siguiente reflexión.
El teólogo Juan Luis de León Azcárate afirma: “La Biblia llegó al Nuevo Mundo descubierto en 1492 con los primeros misioneros españoles. Su influjo fue fundamental. No se puede entender el desarrollo del encuentro (y desencuentro) cultural de dos mundos tan distintos como lo fueron el español y el indio (tan variado y complejo éste) sin comprender el papel que jugó la Biblia como instrumento de comprensión y análisis de la nueva realidad».
Este 12 de octubre se conmemora la fecha en que la expedición de Cristóbal Colón llegó a las costas de una isla americana (Guanahani), en 1492. El 12 de octubre se ha considerado como un día memorable porque a partir de entonces se inició el contacto entre Europa y América, que culminó con el llamado “encuentro de dos mundos”, que transforma las visiones del mundo y las vidas tanto de europeos como de americanos. Este hecho histórico fue para el cronista español del siglo XVI Francisco López de Gamarra “la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo creó”.
La expresión «Dos Mundos» se entiende referida a los dos hemisferios terrestres. Los exploradores venían de Europa que, con África y Asia, integraba lo que a partir de la llegada de Cristóbal Colón a América pasaría a llamarse «Viejo Mundo». En contraste, se tuvo luego como «Nuevo Mundo» al gran continente donde estaban las tierras nombradas Tahuantisuyo («Cuatro rumbos del Mundo») por los incas y Cemanáhuac («Cuanto rodea el agua») por los aztecas que conformaban los grandes espacios culturales y civilizatorios al cual arribaron los europeos.
Conmemorar (no celebrar) lo que fue el proceso de interrelación entre nativos americanos y europeos como un “encuentro” y no como un choque o enfrentamiento de dos mundos culturales está determinado por nuestra visión o mirada de aquel hecho extraordinario que puso en contacto a unos con otros a partir de aquel 12 de octubre de 1492. En efecto, al mirar el Nuevo Mundo americano que nace en el siglo XVI vemos una mixtura o sincretismo de elementos culturales de uno y otro lado del Atlántico que moldeados por la fe cristiana dan forma al Mundo Nuevo americano.
Al observar el pasado histórico de la humanidad con sus constantes luchas o choques culturales y misiones civilizadoras sin la presencia de los valores cristianos vemos la supremacía de unos (representantes de un mundo civilizado) sobre otros (representantes de un mundo bárbaro o salvaje) en donde los otros renunciar a su mundo bárbaro en aras del progreso. Ello no aconteció en el Nuevo Mundo americano gracias a la notable labor de los misioneros cristianos que fieles al llamado del Papa Alejandro VI concurrieron portando la Palabra contenida en la Biblia para construir un nuevo mundo híbrido que nace a partir de lo mejor del mundo cultural indígena y lo mejor del viejo mundo cultural europeo mediados por los valores cristianos que construyen este nuevo mundo híbrido.
Lo anterior queda claramente manifiesto desde los inicios del encuentro-desencuentro de los dos mundos tras la misión civilizadora europea en el Caribe cuando en la isla de Santo Domingo, en el adviento de 1511, el fray dominico Antonio de Montesinos, en un sermón dominical, denuncia a partir de textos bíblicos la violencia y opresión ejercidos contra los nativos americanos que dio lugar las Leyes de Burgos de 1512, primeras leyes reales que brindan protección a los aborígenes americanos y su mundo cultural de la tromba avasalladora europea que buscaba construir el nuevo mundo sobre las ruinas culturales del mundo nativo americano.
También podemos apreciar la notable defensa del mundo cultural americano en la Corte del Rey en Valladolid en 1550 de fray Bartolomé de las Casas en donde debate las ideas supremacistas del jurista Ginés de Sepúlveda que amenazan la existencia misma de los nativos americanos, al igual que la notable labor del misionero jesuita Luis de Valdivia que en 1606 en el debate de Lima asumió la defensa de la cultura mapuche ante la ofensiva civilizatoria hispana en la Araucanía.
Por último y a modo de conclusión, podemos afirmar que la naturaleza misma de la misión cristiana que nace del respeto a la dignidad del otro se constituyó en una pieza fundamental en la construcción del Nuevo Mundo, facilitando ese encuentro de lo nativo con lo europeo a partir de la palabra bíblica mediante un dialogo profético que da sentido y significado a esta nueva conmemoración del 12 de octubre.