*Por: Álvaro Saavedra

El fin de semana del 15 y 16 de mayo será en Chile una fecha que quedará escrita en los libros de historia, en la memoria de varias generaciones y que condicionará el devenir de nuestro país por las próximas décadas. La papeleta de votación más grande de nuestra historia podría ser considerada solo una simpática (e incómoda) anécdota, si no tenemos en cuenta todo lo que se juega en la que ha sido denominada como “la elección más importante de los últimos treinta años”.

Convulsión e institucionalidad

Octubre de 2019, algo está pasando, se cierran las estaciones de Metro, hay incendios, mucha violencia, muy poca claridad, ha comenzado un crisis política y social que no podemos dimensionar. Cómo olvidar ese 18 de octubre en que todo se nos movió, en que tantas dudas surgían en nosotros a las cuales honestamente no sabíamos cómo responder. Muchos pensaban que esto había sido un tema aislado, otros entendían que podía iniciarse algo mucho más duradero, lo cierto es que el desconcierto reinaba y con los días nos dimos cuenta que era un camino que nos llevaría a algo nuevo.

El 15 de noviembre se firmó el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, que como se autodefinió fue “una salida institucional cuyo objetivo es buscar la paz y la justicia social a través de un procedimiento inobjetablemente democrático”.[1] Este hito es tremendamente valioso, ya que fue una demostración bastante amplia de los sectores políticos de que se quería cuidar la institucionalidad, que había un compromiso con la paz social y al mismo tiempo del reconocimiento de que necesitábamos como país construir en unidad y colectivamente el devenir de nuestro país.

El plebiscito de entrada para este proceso se tornó en un hito que esperamos con ansias, el último que se había realizado era el de octubre de 1988, en que se decidió volver a la democracia y eso hacía suponer que este sería también de carácter histórico. No decepcionó, la ciudadanía masivamente se volcó a los locales de votación, teniendo la participación más grande registrada en la era del voto voluntario. El plebiscito es una instancia en que la voz de todos tiene relevancia, no votamos por alguien que nos represente, sino que representamos nuestra propia opinión, esto marca un paso más allá de la democracia representativa, es ir ganando terreno hacia la democracia participativa. El resultado fue claro, debíamos construir una nueva Constitución, con una convención electa para este fin y que sería elegida en los comicios de abril de 2021 – modificado para mayo de 2021 – en conjunto con la elección de gobernadores, alcaldes y concejales.

Un llamado a la responsabilidad cívica, a la amistad social y la fraternidad

Al enfrentar las elecciones que se avecinan hay varios conceptos que debiésemos tener en cuenta como cristianos, el Papa Francisco en Fratelli Tutti nos habla de la solidaridad diciendo: “Es pensar y actuar en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos. También es luchar contra las causas estructurales de la pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, de tierra y de vivienda, la negación de los derechos sociales y laborales. Es enfrentar los destructores efectos del Imperio del dinero. […] La solidaridad, entendida en su sentido más hondo, es un modo de hacer historia…” (Nº 116).

Es en el sentido de la solidaridad que debemos plantearnos la necesaria responsabilidad cívica. Somos responsables ante esto, somos responsables de lo que pase con cada uno de los ciudadanos de nuestro país, del cuidado de las instituciones y del progreso del país. Es una responsabilidad desde lo solidario, desde lo colectivo. Debemos votar y este voto debe ser informado, debemos acompañar el proceso y participar en nuestra democracia. Es un deber ético participar del debate, de las elecciones y preocuparse por el presente y futuro del país.

¿Y la fraternidad?

El Papa nos dice en Fratelli Tutti que estamos enfrentando tiempos en que es difícil pensar fraternalmente, en que la confrontación gana terreno y que hay una búsqueda individualista de las propias satisfacciones y de la imposición de las ideas propias.  Por esto plantea la Encíclica como “un humilde aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras” (N°6). Sin duda esto es un llamado al diálogo, de participación y encuentro. Tenemos una oportunidad de demostrar en la elección más importante de los últimos treinta años que Chile nos importa, que queremos ser parte y construir un país que, pese a sus diferencias, se plantea desde la hermandad, la amistad cívica y la responsabilidad de todos.

Este 15 y 16 de mayo debemos participar, es nuestro deber ético. Seamos partícipes de una jornada electoral y democrática histórica y no perdamos la oportunidad de participar de la Constitución de un Chile más justo, más humano y dialogante.

“Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana,
como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos,
cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz,
todos hermanos
”. Fratelli Tutti, N°8.

[1] Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución.  https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/76280/1/Acuerdo_por_la_Paz.pdf

*Sobre el autor:

Álvaro Saavedra Rioja es profesor de Historia y Ciencias Sociales, Diplomado en Doctrina Social de la Iglesia y Coordinador Pastoral de Educación Media en el Colegio del Verbo Divino de Las Condes.

En su labor docente promueve en sus estudiantes y la comunidad educativa el interés por los temas sociales, el servicio y la responsabilidad social, desde una mirada cristiana, mirando al prójimo como hermanos.