Por: P. Estanislao Zalewski SVD,
Apenas dos años después de su elección a la Sede Apostólica, San Juan Pablo II en la Carta Apostólica “Egregiae virtutis’’ del 31 de Diciembre de 1980 proclamó a los santos hermanos de Salónica, Constantino-Cirilo y Metodio patronos, junto con san Benito, de Europa. Con esta Carta continúa la línea de su predecesor León XIII, que el 30 de Septiembre de 1880 en su Carta Encíclica ‘’Grande munus’’ celebra el milenio de la Carta pontificia ‘’Industriae tuae’’ con la que Juan VIII en el año 880 aprobó el uso de la lengua eslava como cuarta lengua litúrgica después de hebreo, griego y latín. En esta Carta el papa León XIII extiende el culto de los hermanos Cirilo y Metodio a toda la Iglesia. Creo que el momento de la aparición de la Encíclica ‘’Egregiae virtutis’’ no es casual.
Los acontecimientos de 1980 en Polonia y el surgimiento del Sindicato Solidaridad, mostraban la grave crisis por la que atravesaba el orden establecido en Europa como resultado de los acuerdos de Teherán, Yalta y Potsdam, que fracturaron a Europa para los siguientes 50 años.
Vislumbrando Juan Pablo II la inminente caída del bloque comunista y una real posibilidad de reunificación de Europa, en 1985 publica su cuarta encíclica ‘’Slavorum Apostoli’’ sobre la obra apostólica y misionera de los santos hermanos de Salónica. Mostrando el ejemplo sin precedentes, de los santos Cirilo y Metodio y su obra unificadora y evangelizadora nos hace ver los principales rasgos de los que no puede prescindir el verdadero apóstol.
Recordando este grandioso acontecimiento en el XI centenario de la muerte del obispo Metodio en Velehrad en el año 885, de alguna manera nos advierte que el camino de reunificación europea siendo una grandiosa posibilidad no estará libre de peligros y escollos, como no lo fue hace XI siglos.
Nos recuerda que la nueva Europa si quiere con éxito enfrentar los retos futuros no puede olvidar su herencia cristiana.
La grandiosa experiencia evangelizadora de los santos Cirilo y Metodio comenzó en circunstancias poco favorables. El despertar de los pueblos eslavos y sus primeros intentos de darse una organización sociopolítica corresponden al siglo VIII y IX. Desde el comienzo tienen que enfrentarse con pretensiones de dominación del naciente imperio franco oriental germánico, para el cual la cristianización de las nuevas naciones eslavas fue apenas un mal disfrazado, pretexto de sus conquistas territoriales, siendo base para la futura doctrina del ‘’Drang nach osten’’ (Expansión al este). Por esta razón el príncipe de la Gran Moravia Rostislav, queriendo quitar el pretexto al intervencionismo germánico, recurre en el año 860 al papa Nicolás I pidiendo un obispo local autónomo de los obispados de Salzburgo y Passau. Decepcionado por la negativa del papa, en el año 862 envía a Constantinopla una embajada al basileus Miguel III (el Beodo) con el siguiente mensaje: ‘’Nuestro pueblo, desde cuando ha rechazado el paganismo observa la ley cristiana, no obstante, no tenemos un maestro tal que esté en grado de explicarnos la verdadera fe cristiana en nuestra lengua, de tal manera que también las otras regiones (eslavas), viéndolo, sigan nuestro ejemplo. Envíanos, pues, señor, un obispo y maestro. De vos siempre emana la ley válida para toda la ecúmene. ’’ (Vida de Constantino, XIV en Peri, 1981, pp.2-5) Vale la pena recalcar que el príncipe moravo pedía que los misioneros conocieran la lengua eslava para facilitarles la tarea en sus posesiones. Es interesante observar que Rostislav llame al conjunto de la raza eslava: “myslovieni”, “nosotros que hablamos el eslavo es decir una palabra comunicable y comprensible’’ (Vesely, 1986, p.92) para diferenciarlos de los germanos o “niemcy”, los ‘’mudos’’.
Como respuesta el basileus Miguel III en el año 863 le envía una misión religiosa de Constantinopla encabezada por Cirilo y Metodio.
Entreguemos ahora la voz al papa Juan Pablo II en su encíclica ‘’Slavorum Apostoli: ‘’Los hermanos Cirilo y Metodio, bizantinos de cultura, supieron hacerse apóstoles de los eslavos en el pleno sentido de la palabra. Respetando en todo momento su peculiaridad cultural siguen siendo un modelo vivo para la iglesia y para los misioneros de todas las épocas. ’’(AS 8) Junto a un gran respeto por las personas y a la desinteresada solicitud por su verdadero bien, los dos santos hermanos tuvieron adecuados recursos de energía, de prudencia, de celo y de caridad, indispensables para llevar a los futuros creyentes la luz, y para indicarles al mismo tiempo, el bien, ofreciendo una ayuda concreta para conseguirlo. Para tal fin quisieron ser semejantes en todo a los que llevaban el evangelio; quisieron ser parte de aquellos pueblos y compartir en todo su suerte. Precisamente por tal motivo consideraron una cosa normal tomar una posición clara en todos los conflictos, que entonces perturbaban las sociedades eslavas en vías de organización, asumiendo como suyas las dificultades y los problemas, inevitables en unos pueblos que defendían la propia identidad bajo la presión militar y cultural del nuevo imperio romano- germánico, e intentaban rechazar aquellas formas de vida que consideraban extrañas(…)la incomprensión, la manifiesta mala fe, en el caso de Metodio, incluso las cadenas, aceptadas por amor a Cristo, no consiguieron hacer desistir a ninguno de los dos del tenaz propósito de ayudar y de servir a la justa causa de los pueblos eslavos y a la unidad de la Iglesia universal.’’(AS 9-10)
‘’Crearon un nuevo alfabeto, para que las verdades que había que anunciar y explicar pudieran ser escritas en la lengua eslava y resultar de este modo plenamente comprensibles y asimilables por sus destinatarios. (SA 11)
‘’Pero la característica que de manera especial, deseo subrayar en la conducta tenida por los apóstoles de los eslavos, Cirilo y Metodio, es su modo pacífico de edificar la Iglesia, guiados por su visión de la Iglesia una, santa y universal. Lo hicieron con una conciencia ajena a todo espíritu se superioridad y de dominio por amor a la justicia y con evidente celo apostólico hacia los pueblos que se estaban desarrollando.’’ (AS 11 y 12)
La grandiosa experiencia de los santos Cirilo y Metodio también hoy nos interpela en nuestra labor misionera y pastoral. La evangelización debe buscar única y exclusivamente el bien de los evangelizados, obligándonos a desprendernos de todo motivo o pretexto ajeno a ello.
*Sobre el autor:
P. Estanislao Zalewski SVD, nació en Polonia en 1955 y es misionero del Verbo Divino desde 1978. Ha trabajado en diversas misiones de Ecuador y Chile.