El obispo de Temuco dio a conocer el sábado 9 de enero una declaración, respecto a las situaciones de violencia ocurridas en la región.
Al iniciar su mensaje el obispo Vargas señala: «En estos días nuestra región, profundamente golpeada por la pandemia, la pobreza y la falta de oportunidades, la polarización, el incumplimiento de las promesas al Pueblo Mapuche y el sentimiento de abandono por lo que consideran falta de Estado, se ha visto conmocionada por nuevos hechos de gravísima violencia que están siendo investigados, que se suman a cuántos en el mundo rural han perdido la vida, resultado heridos o violentados en sus derechos, por acciones indiscriminadas sin importar edad, género, raza ni condición social», agregando que las consecuencias «suelen ser devastadoras en muchos sentidos y algunas secuelas durarán de por vida. Miles de años de evolución y sin embargo permanece el mayor pecado que existe, como es el de auto concederse el derecho de poner fin a la vida de otro ser humano. Esta será siempre la base de las grandes violencias, que solo podrá acarrear nuevos y graves males. La historia enseña que la violencia nunca será el mejor camino para auténticas transformaciones, debida justicia y sana convivencia social, menos si es irracional, indiscriminada y contra inocentes».
«En nuestra Araucanía, parte de esto tiene su origen no solo en graves acciones delictuales, sino también debido a profundas injusticias y conflictos políticos, ideológicos, sociales y económicos de larga data, que tanto como sociedad en su conjunto, y la propia institucionalidad democrática que nos hemos dado, no han sido capaces de evaluar en su mérito, ni de resolverlos como se esperaba» manifiesta el pastor, recordando que junto con el Papa Francisco «nos asiste la convicción que solo la fraternidad genera paz social, porque crea un equilibrio entre libertad y justicia, entre responsabilidad personal y solidaridad, entre el bien de los individuos y el bien común. Por ello nuestra comunidad política, tiene la obligación inexcusable de favorecer todo esto con trasparencia y responsabilidad. A su vez, junto con afirmar que nunca seremos indiferentes al dolor de las víctimas de ayer y de hoy, deseamos testimoniar que no buscamos endurecer nuestros corazones con odio, resentimiento o venganza, sino que esperamos ante todo y con paciencia, en el consuelo de Dios y su justicia».
«Por tanto, afirma Francisco, no debemos olvidar que la vida es el arte de una cultura del encuentro, que vaya más allá de las dialécticas que enfrentan. “¡Cuánto camino a recorrer, cuánto para aprender el Küme Mongen! (Buen Vivir) Un anhelo hondo que brota no solo de nuestros corazones, sino que resuena como un grito” nos dijo el Papa en Maquehue. Sin dudas, se trata de construir la sociedad desde otra lógica, en que aceptando el gran principio de los derechos que brotan de poseer la inalienable dignidad humana, es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otra política, en otra humanidad, y otra Araucanía», concluye el obispo Héctor Vargas.