*Por: Hno. Néstor Benítez SVD

Sin duda las fiestas de fin de año van a ser muy diferentes.  Por la sorpresiva llegada del Covid-19 debimos modificar nuestras formas de vida y hacer sacrificios para cuidarnos, brindar apoyo y solidaridad a los más desvalidos, y dar pasos audaces hacia la superación de los conflictos que la pandemia ha generado.

Si bien es posible que no nos sintamos alegres en este tiempo, ya que la pandemia sigue trayendo enfermedad y muerte, cuando el miedo y la desconfianza —una oscuridad—amenaza con vencer la luz, nosotros, como religiosos consagrados debemos llevar alegría a este mundo dolorido. Debemos hacer brillar la luz en la oscuridad. ¡Alegría para el mundo! “Vivimos, ciertamente, en una época donde muchas cosas se hunden, tambalean, por lo tanto, otras nuevas deben surgir” (P. Arnoldo Janssen).

Los Religiosos Hermanos estamos llamados a participar en los acontecimientos relevantes de la comunidad (Cfr. Flp 4,8). Como consagrados  en nuestra vida, hemos sido iluminados por los valores y principios del Evangelio, especialmente el amor a Dios y al prójimo, la dignidad inalienable de todo ser humano, la justicia, la paz, el bien común y otros tantos valores muy apreciados.

Los hermanos vivimos nuestra vocación en el mundo de hoy de forma diversa: unos con cierto desencanto y frustración; otros con fidelidad, paz, alegría y esperanza vivimos el presente como tiempo de gracia y de salvación (cf 2 Cor 6,2).

De esta forma cooperamos a que nuestro servicio sea para el conjunto de la sociedad el signo profético de fe, amor y esperanza que esta necesita. Cada tiempo necesita sus profetas, el momento actual de cambio social, cultural está requiriendo que nuevas cosas deben surgir y que son una interpelación para los religiosos hermanos:

  • La profecía de la hospitalidad como apertura y acogida al otro. Es un elemento esencial de la convivencia humana frente a la intolerancia, la exclusión y la falta de diálogo.
  • La profecía del sentido de la vida. El servicio del diálogo y la escucha gratuita.
  • La profecía del cuidado y defensa de la vida, de la integridad de la Creación. Con su consagración, unos y otros señalan, de diversa forma, el sentido y valor espiritual de esta misión, de conservar nuestro mundo para las nuevas generaciones.
  • La profecía del sabio uso de las nuevas tecnologías para ponerlas al servicio de la comunicación, para hacer de ellas un instrumento útil en la tarea evangelizadora.

Ante los desafíos que nos plantean estos tiempos, hagamos de nuestras familias y de cada una de nuestras comunidades un oasis de misericordia desde donde se irradie la presencia del Verbo Divino, que nos llene de alegría y fortalezca nuestra esperanza. Navidad es comprometerse con el mensaje de la Encarnación, hacer que el Evangelio sea fermento de relaciones nuevas, estructuras nuevas y corazones nuevos.

Que el año 2020 sea un año marcado por la esperanza, por la reconstrucción de los lazos sociales en reconciliación y respeto, por la solidaridad para salir juntos de esta pandemia.

Muchas bendiciones y Feliz Navidad para todas las comunidades verbitas de mi querido y siempre recordado Chile.  Que el Verbo Divino nos llene de nuevo entusiasmo y vitalidad para ser con María servidores de la esperanza.

*Sobre el autor:

El Hno. Néstor Julio Benítez Pedrozo SVD nació el 21 de agosto de 1968, en El Dorado – Misiones – Argentina.  En el año 1986 ingresó al Aspirantado Nuestra Señora de Fátima de la Congregación  en Posadas, Misiones.

Posteriormente realizó el Postulantado en Villa Allende, Córdoba y en  1990  efectuó el Noviciado en Bialet Masse, Córdoba. Profesó sus primeros votos en 1991 en Alta Gracia en la misma provincia argentina y formuló los Votos Perpetuos en Santiago, Chile, el año 1997.

Actualmente, entre sus servicios pastorales en Argentina, tiene a su cargo la Promoción Vocacional de la Provincia ARE.