El Cardenal secretario general del Sínodo, Mario Grech, envía una carta junto al Cardenal Arzobispo de Luxemburgo y relator general del Sínodo, Jean Claude Hollerich en la que explican las fases del Sínodo y lo que significa este proceso para la Iglesia: “el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”.
Con motivo de la nueva etapa del Sínodo 2021-2024, en la que, una vez concluida la fase de consulta en las Iglesias particulares, se prevé la celebración de las Asambleas Continentales, el Cardenal secretario general del Sínodo, Mario Grech, envía una carta junto al Cardenal Arzobispo de Luxemburgo y relator general del Sínodo, Jean Claude Hollerich a los obispos del mundo.
Desde su creación, la razón de ser del Sínodo de los Obispos ha sido la de poner en ejercicio la constitución apostólica Episcopalis Communio que nos recuerda que “cada obispo posee simultánea e inseparablemente la responsabilidad por la Iglesia particular confiada a sus cuidados pastorales y la preocupación por la Iglesia universal”. Por tanto, la Episcopalis Communio hace aún más crucial el papel de los Pastores y su participación en las diversas fases.
Estamos llamados a explorar el tema asignado por el Papa
En vísperas de las Asambleas Continentales, el secretario y el relator del Sínodo, expresan la urgencia de participar en algunas reflexiones para una comprensión compartida del proceso sinodal, de su marcha y del sentido de la etapa que estamos viviendo. En este sentido, asegura que el tema que el Papa ha asignado a la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos es claro: «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión».
“Este es, por tanto, el único tema que estamos llamados a explorar en cada una de las fases del proceso” afirman. Además, señala que “quien pretenda imponer algún tema al Sínodo olvida la lógica que rige el proceso sinodal: estamos llamados a trazar un “camino común” a partir de la contribución de todos”. De hecho – se lee en la carta – “por la vinculación entre las distintas fases, no se pueden introducir otros temas, instrumentalizando la Asamblea y prescindiendo de la consulta al Pueblo de Dios”.
Debemos permanecer a la escucha del Espíritu
También explican que a pesar de que en la primera fase de la escucha los límites del tema no estuvieran tan definidos “es comprensible por la novedad del método y la dificultad de comprender y reconocer que todo el «Pueblo santo de Dios participa también de la función profética de Cristo”.
Además, agregan: “La decisión de devolver el Documento de Trabajo para la Etapa Continental a las Iglesias particulares, pidiendo a cada una que escuche la voz de las demás, releyendo así las etapas del proceso sinodal a un nivel de mayor conciencia, muestra hasta qué punto la única regla que nos hemos dado es permanecer a la escucha del Espíritu: Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha, donde todos -Pueblo de Dios, Colegio Episcopal, Obispo de Roma- se escuchan para oír la voz del Espíritu Santo”.
Por tanto, aclaran que “los temas que propone el DEC no constituyen la agenda de la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos, sino que devuelven fielmente lo que emerge de las síntesis enviadas por los Sínodos/Consejos de las Iglesias sui iuris y por las Conferencias Episcopales, dejando entrever el rostro de una Iglesia que está aprendiendo a escuchar al Espíritu a través de la escucha recíproca”. Esto significa que será tarea de las Asambleas Continentales identificar cuáles son las prioridades, los temas recurrentes y las llamadas a la acción que pueden ser compartidos con las demás Iglesias locales del mundo y discutidos durante la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal en octubre de 2023.
No confundir la sinodalidad con un mero método
En la carta, aseguran que en la nueva etapa se debe proseguir por el mismo camino, “sin confundir la sinodalidad con un mero método, sino asumiéndola como la forma de la Iglesia y el estilo de llevar a cabo la misión común de evangelización”. Asimismo, asegura que está convencido de que, a lo largo de este camino, el Espíritu, que guía el camino de la Iglesia, “nos permitirá experimentar cómo el Sínodo de los Obispos, representando al episcopado católico, se transforma en expresión de la colegialidad episcopal dentro de una Iglesia toda sinodal”.
De hecho – concluye – “la etapa continental podrá ayudarnos a comprender esta visión si, como Colegio Episcopal, estamos unidos en la búsqueda de los caminos que ayuden a la Iglesia a ser sacramento de unidad, es decir, pueblo santo congregado y ordenado bajo la dirección de los Obispos”. “Qué mejor manera que ‘caminar juntos’, con la certeza de que el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”, finaliza.