*Por: José Cuevas

El amor es la clave

“La raza Mapuche es símbolo de fuerza, valentía y perseverancia en la defensa de su territorio y cultura”, así nos lo enseñó la escuela.

Y al mismo tiempo, la escuela nos enseñó con el eufemismo “Pacificación de la Araucanía” el proceso por el cual el Estado Chileno entre 1850 y 1891 invadió y anexó al país las tierras de la nación Mapuche, mediante la incorporación de colonos europeos subsidiados por el Estado, la fuerza militar y una ideología que argumentaba que “los mapuche son incivilizados”.

Junto al despojo territorial hubo un aniquilamiento cultural que se materializó en una conducta discriminatoria por parte del resto de la sociedad chilena hacia los habitantes de la región que, reducidos a pequeños espacios y hostigados por los nuevos habitantes de sus tierras, migraron hacia las ciudades, principalmente Santiago. En el siglo siguiente, el pueblo mapuche fue discriminado en la gran ciudad por sus rasgos, su idioma y su cosmovisión o filosofía de vida.

El pasado doloroso, una oportunidad para aprender

El Chile del pasado estaba caracterizado por la discriminación racial,  ya que hasta entonces por razones geográficas las razas estaban ligadas a culturas, las características fisonómicas y culturales en el pasado histórico estaban correlacionadas con distintos grados de avance tecnológico. Y esta discriminación se expresaba en dos formas:

  • Los mapuches y otros pueblos originarios eran considerados “bárbaros” o incivilizados, improductivos, incultos.
  • Los europeos y estadounidenses eran considerados perfectos, admirables, desarrollados. Nuestras reinas de belleza pertenecían a razas europeas, la identidad de las elites buscaba ser “los ingleses de Latinoamérica” o vivir al estilo francés. Todo lo bueno venía de “afuera”, y “afuera” no incluía a Latinoamérica ni a África. Y todo lo bello tenía piel clara y pelo claro.
  • Un apellido mapuche era causa de detrimento social, muchas familias cambiaron su apellido original mapuche a uno español o “españolizado”.
  • Muchos padres hablantes del mapudungun (idioma Mapuche), prohibieron a sus hijos aprender su idioma materno para que no fueran maltratados en las escuelas.
  • La fisonomía mapuche también fue caracterizada como algo no deseable, el color negro y el grosor del pelo, la trenza, el color de la piel, la forma de los ojos, muchas personas trataron de maquillar sus rasgos naturales para asimilarse a nuestra sociedad “europeizada”
  • En Chile el racismo afloraba en el lenguaje, en cada noticia, discurso, declaración. Las personas hablan de “los mapuches” al referirse a los actos (supuestos o reales) de algunas personas pertenecientes a la etnia mapuche, especialmente en La Araucanía. Sin embargo, al hablar de otros ciudadanos se los describía por rango etario o género (joven, niño, anciano, hombre, mujer). Este racismo lingüístico generaliza y discrimina a unos dos millones ciudadanos mapuches aún.

Patricio Huenchuman, Sofía Huenchumilla (arriba), Elisa Loncón, Manuel Santander y Rosa Caniupil. Promotores de la revitalización del Mapudungún, lengua Mapuche.

La esperanza que nos trae el nuevo siglo

Los años que estamos viviendo hoy, nos encuentran en un contexto distinto, la sociedad está un grado más abierta a la diversidad racial, debido a varios factores:

  • La inmigración de los últimos 20 años, que ha traído a nuestro país la riqueza cultural de varios países latinoamericanos y por supuesto, colores de piel, acentos e idiomas nuevos.
    • En un breve lapso hemos pasado de discriminar a las personas de piel morena o negra, a tener publicidad de grandes compañías con modelos afro-americanos.
    • Letreros y señales en distintos idiomas que dan cuenta de la aceptación de la diversidad fisonómica y cultural que nuestra sociedad posee hoy
  • La conexión absoluta del ciudadano común con el resto del mundo, la constatación “en la carne” de la diversidad humana. Hoy todos estamos emparejados por el acceso a la tecnología y la información.
  • Hay países que nos han dado el ejemplo en integrar su sociedad “hacerse uno”.
    • EEUU tuvo un presidente afro-descendiente.
    • Nueva Zelanda hizo de su nación un ejemplo de integración con el pueblo Maorí.
    • Países de la región han declarado su plurinacionalidad y/o han declarado oficiales los idiomas de sus pueblos indígenas.
  • El medio ambiente ha pasado a ser la principal urgencia, y ahora comprendemos que las culturas ancestrales tienen incorporada la ecología en su espiritualidad, cosmovisión y la forma en que se relacionan productivamente con la naturaleza. La cosmovisión mapuche, centrada en el todo continuo que conforman las personas y la naturaleza, está demostrando un alineamiento notorio con los actuales focos de pensamiento y acción de la sociedad mundial: el cuidado del planeta.

Los hechos que nos unen

Hay muchos signos de esperanza en el camino hacia la integración social de personas con distintos orígenes étnicos y culturales en Chile:

  • En los últimos años, la bandera del pueblo mapuche (creada por un grupo de personas mapuche en los 90’s), ha sido enarbolada en distintos actos sociales por chilenos cuyo origen étnico es distinto al mapuche. La identidad mapuche de pueblo avanza, y con ello, la aceptación integradora en nuestra sociedad.
  • Lo anterior implica que, desde el reconocimiento y agradecimiento al pueblo Mapuche que hizo el héroe de la independencia nacional Bernardo O’Higgins en 1819, y desde el tratado que hizo la joven nación de Chile en 1825 con la nación Mapuche en el tratado de Tapihue, los mapuches son reconocidos nuevamente como pueblo dentro de la sociedad después de haber sido negados y discriminados.
  • Los escaños reservados para 7 personas representantes mapuche en la convención que redactará la nueva constitución de Chile, permitirá al pueblo mapuche ejercer un derecho político. Histórico.
  • El idioma Mapudungun está cada vez más revitalizándose, las nuevas generaciones de mapuches están buscando aprender la lengua y muchos hablantes del idioma están difundiendo y enseñando en forma organizada el uso del idioma.

El Amor, motor de la integración.

 A más de cien años de la diáspora del pueblo mapuche, dos generaciones han convivido con la sociedad chilena, generando lazos entre razas, culturas y, sobre todo, relaciones que en muchos casos han permitido convivir en forma pacífica y respetuosa desde ambas partes, lo que constituye el cimiento para una vida buena en un país que está buscando establecer sus bases sociales.

 La Corporación OIES, fundada por el sacerdote verbita Luis Rodriguez Tupper, es un ejemplo del cambio positivo de nuestra sociedad hacia la integración del pueblo mapuche. La mayor parte de sus integrantes son personas que han vivido la experiencia de cercanía con personas mapuches y a través de sus testimonios y actividad han logrado fomentar este sentimiento de “ser uno” con todos los habitantes de nuestro país.

 Entre las acciones surgidas de esta corporación se cuentan:

  • Impulso a la incorporación de la medicina mapuche en el sistema de salud público chileno.
  • Difusión de la cultura y los elementos de unión con el pueblo mapuche entre los actores sociales a través de charlas, encuentros, publicaciones, programa radial.
  • Ayuda a la educación de jóvenes mapuches de educación media y universitaria, mediante las Becas OIES.

*Sobre el autor:

José Cuevas Parry es presidente de la Corporación OIES.